La Voz Judía


La Voz Judía
TURBULENCIA
IOM HAATZMAUT

Israel está en las noticias todos los días. Para los jóvenes y los "no
tan jóvenes", la inexistencia previa del Estado de Israel es parte de
los libros de historia. Aquellos que nacimos después de 1948, ni
siquiera podemos imaginar que hace no tanto tiempo, los judíos no
poseíamos un país independiente. Quienes tuvimos la fortuna de visitar
Israel y conocimos un país establecido y funcionando, tampoco podemos
conjeturar ni fantasear que el Estado de Israel pudiera dejar de existir
en algún momento.

Para nosotros, la mayoría de los judíos del mundo, llegar a Israel es
mera cuestión de conseguir un pasaje y un pasaporte (tampoco es siempre
fácil, pero sin duda no tiene comparación con los riesgos y peligros que
soportaron los judíos de otras épocas para poder vivir en Israel, sumado
a la pobreza material que debieron sobrellevar allí). En el pasado,
nuestros padres vertieron muchas sinceras lágrimas y numerosas plegarias
fervientes en su deseo de regresar a la tierra de Israel y sentir la
Kedushá (santidad) del lugar más sagrado del planeta.

Los Sabios del Talmud no escatimaron palabras para expresarnos las
ventajas espirituales de la tierra de Israel:
"Existen diez grados de santidad, mas la tierra de Israel es más sagrada
que todas las demás tierras" (Mishná Kelim 1:6). "... que no hay
(estudio de) Torá como (el estudio de) Torá de Eretz Israel y no hay
sabiduría como la de Eretz Israel" (Bereshit Rabá 16). "Es preferible
habitar en los desiertos de Israel, que residir en palacios del
exterior" (Bereshit Rabá Bereshit Rabá 39).

En las palabras de R. Iehuda HaLeví, autor de la obra literaria de
cosmovisión judía "Cuzarí" y gran amante de la tierra de Israel, leemos
en las Kinot (poemas tristes de Tish'á be'Av):
"Afortunado aquel que espera y llega y presencia el despunte de Tu luz
cuando Tu alba centellea; para percibir la bondad de Tus elegidos y
glorificar en Tu alegría cuando Vuelvas a la Juventud de tiempos de
antaño".

Históricamente, vivir en Israel no era considerado como una solución
económica, ni una respuesta al "problema judío" para los israelitas
residentes en la diáspora. Esto no significa que los judíos no tengamos
nuestros problemas. Sin embargo, no "somos" un problema, y el flagelo
del antisemitismo es un tópico que debemos resolver con D"s, más que con
los xenófobos de turno.

Dado que se trata de temas contemporáneos que encienden las pasiones de
ciertos sectores, que creen que la manera de ver la presencia del Estado
de Israel es un tema político, procuraré en las próximas líneas, aclarar
que no está en mi ánimo hablar del futuro, pues no soy profeta ni
futurólogo. Tampoco soy político. D"s no me nombró Su portavoz ni Su
abogado. No los necesita. Tampoco soy Shalíaj de la Sojnut.
Simplemente quiero pasar a compartir con los lectores lo que fue
tradicionalmente la visión de los creyentes de la Torá en lo que hace a
tener la posesión de la tierra de Israel: tener la oportunidad de
ocupar y morar en Israel es al mismo tiempo un privilegio y una
responsabilidad. Israel no es "un país más". Es "el" Palacio del Rey.
Gozamos de una facultad que por muchos años ni pudimos soñar: obedecer
los Mandatos de D"s en la tierra que Él eligió y dispuso para nosotros.
"¿Por qué deseó tanto Moshé ingresar a la tierra de Israel? - así dijo
Moshé: ' Muchos preceptos recibió Israel que sólo se pueden poner en
práctica en Eretz Israel; quiero entrar a la tierra para poder
cumplirlos'" (Talmud Sotá 14.)
La Torá es muy clara al respecto. Al terminar de advertir a los judíos
en la Parshá Ajaré Mot (Vaikrá 18:26-28), nos dice que "observaréis los
estatutos y las leyes... y no vomitará la tierra a ustedes al
impurificarla, tal como vomitó a la nación que los precedió". La tierra
de Israel, tiene - por lo visto - un "estómago selectivo": no tolera
que la nación que la habita viole sus leyes.

Cuando hablamos de Aliá, (y espero que se pueda concretar para todos los
judíos muy pronto), es importante entender que este no es un término
casual: no es la palabra hebrea para expresar "viaje" o "emigración".
"Aliá" es elevación. No sólo habla la Torá en términos de subir a
Israel o bajar a Egipto por el aspecto topográfico del terreno que es
más elevado en ciertas partes de Israel, sino porque ir a establecerse
en Israel significa una ascensión en su sentido espiritual. Cada uno de
nosotros que vive fuera de Israel, tendrá sus razones para hacerlo, y no
pertenece a nuestro gobierno juzgar el porqué cada persona decide
habitar en determinado lugar. No obstante, los judíos rezamos en
nuestra plegaria cotidiana al menos tres veces: "que nuestros ojos
puedan presenciar cuando Vuelvas a Tzión con misericordia".

Hace 53 años, un 14 de mayo, (5 de Iyar), la víspera de que Inglaterra
se retirara de Palestina, en los salones del Museo de Tel Aviv, se firmó
la Declaración de Independencia. Hasta los últimos momentos antes de la
firma se discutía la inclusión, o no, de enunciar la Asistencia Di-vina
en el establecimiento del Estado, y el derecho de los judíos de vivir en
la tierra de Israel como promesa de la Torá y los profetas, pues los
delegados ateos se negaban a esta inserción por considerarlo
"religioso". A pesar de todo, los sectores creyentes aceptaron
adherirse a la declaración y la firmaron. Entre ellos estaban los
representantes de Agudat Israel y el movimiento político Mizrahi.

¿Fue correcta la decisión que se tomó? No me corresponde a mí responder
sobre esta pregunta en la cual opinaron rabinos muchísimo más
importantes que yo. No obstante, quiero aclarar un ángulo de enfoque de
los eventos que es importante expresar correctamente: en el lenguaje de
quienes no creen en D"s, los judíos "tomamos el destino en nuestras
propias manos" y determinaríamos nuestro futuro. En otras oportunidades
escuché personas que decían que "si no fuese por el Estado de Israel no
podríamos ir con la cabeza alta" o "los judíos no tendríamos adónde ir".
Esta manera de expresarse no es judía. En Pesaj leímos que la salida de
Egipto fue de modo milagroso: "...y nos retrajo de allí D"s con Mano
fuerte...". Aun si los eventos parecieran pertenecer a lo terrenal y
no se vislumbra a través de ellos la Mano de D"s que nos permitió esta
oportunidad tan especial, no debemos jamás llegar a afirmar esta clase
de cosas. Viviendo entre pueblos hostiles durante 2.000 años D"s estuvo
por nosotros "detrás del Muro vigilando por las ventanas, espiando entre
las rendijas" (Shir haShirim 2:9). Esto no cambió. Nunca nada sucedió
sin D"s. Lo afirma el primero de los trece principios de fe del
judaísmo. "Ieshuat HaShem keheref Ayin" - la salvación de D"s viene de
las maneras más diversas e inesperadas. Nunca dejamos de invocar Su
ayuda, ni sabemos de antemano de qué modo llegará. Sí sabemos que Él
juró no abandonarnos jamás.

Hoy observamos una situación precaria en Israel. Día a día escuchamos
en los medios de comunicación sobre uno u otro atentado. Es todo muy
penoso, teniendo en cuenta en particular las ilusiones que se crearon en
torno a que los judíos finalmente tendríamos un lugar en el cual se
pudieran sentir "en casa", sin que esta tranquilidad se haya plasmado en
la realidad. También debemos cuidarnos a no "acostumbrarnos" a esta
trágica situación: cuando escuchamos las noticias de los atentados,
lamentablemente nos habituamos y hasta nos tranquiliza enterarnos que
"solo" hubo un muerto.

R. Jaim Shmuelevitz sz"l, Rosh Ieshivá de Mir, mencionó reiteradamente
en sus Sijot (disertaciones de ética) el respeto que debemos a los
soldados que arriesgan sus vidas para proteger a otros judíos. En el
Talmud se menciona que Papus y Lulianus pertenecen a aquella nobleza que
ingresa a un lugar especial en el Gan Eden, al cual no acceden otros
mortales - aun los más santos, pues se presentaron voluntariamente como
los responsables de un crimen del cual se quería hacer responsables a
todos los judíos (Talmud, Ta'anit 18:, en Rash"í). Asimismo, les
debemos nuestro agradecimiento a aquellos que hicieron de Israel un
lugar de estudio de Torá como los hubo en escasos momentos de la
historia. En Israel, miles de alumnos de Ieshivá siguen sus estudios en
Kolelim, viviendo de escasas rentas y acompañados por esposas que se
entregan a la misma privación de lo material para convertirse en el
ejército espiritual, que es el verdadero sostén del pueblo.
En nuestras Tefilot, debemos tener presente la delicada situación que
están atravesando nuestros hermanos judíos que habitan en la tierra de
Israel. Al mismo tiempo, debemos desear que muy pronto podamos volver a
residir en Israel y que la Presencia Di-vina vuelva a morar de modo
manifiesto en ella. Sin embargo, no debemos perder de vista que hay una
condición: nosotros pedimos, pero también la tierra de Israel es
exigente: quiere que vivamos nuestras vidas del modo en que lo pide la
Torá.

 

Nro 367 Iyar del 5765 / Mayo de 2005

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