"Un secreto debe formar parte de tu sangre, dicen los árabes, convencidos de que el hombre no puede saltar fuera de su sombra. La venganza se come fría, y tien..." >

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AMIA: "toda esta historia da asco"

Por Fernando Paolella
fernandop@uolsinectis.com.ar
"El tiempo que pasa, es la verdad que huye"
Enrique Sdrech (in memorian)


"Un secreto debe formar parte de tu sangre, dicen los árabes, convencidos de que el hombre no puede saltar fuera de su sombra. La venganza se come fría, y tiene para la mafia árabe una lógica ancestral. Deben pegarse tres golpes alrededor de la víctima, cada uno más cerca de ella. La embajada de Israel, la AMIA, el asesinato de Junior fueron cada uno de esos tres mensajes. La víctima que los comprendió, y sobrevivió para llegar a un acuerdo, fue Carlos Menem". Con estas reveladoras palabras, co-menzó Jorge Lanata su programa ¿Por qué?, emitido por América TV en la noche del jueves 18 de septiembre.

Embajada de Israel, primer golpe
Lanata pasea su voluminosa humanidad, cámara en mano, por la plaza donde se ubicaba la embajada israelí: "La embajada de Israel, como la AMIA dos años después, estaba en obras y como también sucedió en la calle Pasteur, la guardia policial estaba ausente". A continuación, luego de encontrarse con el sobreviviente Jorge Cohen, Lanata le da palos al fantasmal vehículo bomba: "La historia oficial del primer atentado, señala a una camioneta Ford F-100 cargada con explosivos y manejada por un conductor suicida. Las pruebas son endebles, y la investigación está poblada por informes falsos. Al día de hoy, un dato incierto: la cantidad exacta de víctimas". Según la versión oficial, hubo ese 17 de marzo de 1992, 29 muertos, pero los árboles conmemorativos suman sólo 22. Y lo que es peor, Jorge Cohen afirma que el ex embajador Shefi "según su punto de vista, la cifra esa podría llegar a 40 muertos aunque luego lo desmintió". Prosige Lanata: "Lo de la embajada fue un martes, la AMIA un lunes y el asesinato de Junior, un miércoles. Curioso. La conexión entre los tres golpes, aparecen a poco de querer buscarlas. ¿Alguien quiso, en alguno de estos tres casos, saber la verdad? ¿O se trató simplemente de elegir a los culpables, y construir el modo de llegar a ellos?. La investigación del atentado a la embajada quedó a cargo de la Corte Suprema menemista, la misma Corte que produjo los milagros de las privatizaciones y los funcionarios absueltos. Ricardo Levene, presidente del tribunal, ha-bía sido puesto ahí por el presidente de la Nación. Un año y 4 millones de dólares después, la SIDE a cargo de Hugo Anzorreguy, entregó un informe que bordeaba el delirio". En el mismo, se aseguraba que el hallazgo de un dedo gordo del pie, correspondía a un individuo "acostumbrado a an-dar descalzo", y por ende: "un terrorista con turbante adecuado a las circunstancias". "Los servicios de in-teligencia extranjeros, por su parte, elaboraron informes dobles: uno para su país y otro para la gilada."
Seguidamente, Lanata comparte cartel con el perito oficial de la causa, el segundo comandante de la GNA Osvaldo Laborde: "Es inexplicable plantear, como hicieron algunos me-dios luego de la explosión, que su voladura fue producto de un coche bomba. Hubo dos cuestiones que fueron muy evidentes en el momento. Primero, que no había control de la zona, y la segunda cuestión fue que los medios trabajaron en forma anárquica", puntualizó Laborda. "La hipótesis de un coche bomba era insostenible -continúa La-nata-, del mismo modo que lo era pensar que en un grupo terrorista que exportara la violencia de Medio Oriente a Bs As. Nunca antes se habían registrado atentados fuera de la zona de conflicto, los coches bomba aparecían con frecuencia en otra zona, eran el arma más utilizada por los cárteles de la droga colombianos. Pero tenía que ser Irán, entonces el gobierno avaló la existencia de un cráter, ubicado entre la calle y la vereda y lo mostró como prueba irrefutable". A continuación, el testimonio del vecino Rolo Repetto es digno de un chiste de salón: "Vino Manzano, que en ese mo-mento era ministro del In-terior, y me hizo reír. Mi-rando un agujero del piso, dijo: "Ese es el cráter". Y yo no pude más que reírme, porque ese "cráter" no tenía más de 3 o 4 cm".
Luego, reaparece La-borda: "Tuvimos varias conversaciones con Manzano. El tema es que había una primer necesidad de justificarlo. Pues, ¿como justificás que la mejor seguridad del mundo haya fracasado en Argentina?". "Todo a-tentado es un mensaje, un mensaje a alguien -sigue el conductor- impulsado por alguna cosa. Si la bomba no había sido fruto del conflicto árabe-israelí, ¿qué quiso decir?. ¿A quién se lo dijo?. En 1988 Carlos Menem soñaba con el sillón presidencial, y como demostró más tarde ya en el poder, nada iba a detenerlo en aquella carrera. En Siria, el entonces candidato Menem recibió 40 millones de dólares para su campaña, de manos del presidente sirio Haffez Al Assad. El ex embajador Oscar Spinoza Melo, presente en aquella reunión, afirmó que Menem a cambio le prometió a los sirios un reactor nuclear. Hay quienes aseguran que también ofreció su ayuda, en el lavado de dinero proveniente del narcotráfico. El valle de Bekaá, al sur del Líbano, zona controlada por Siria, es el mayor productor de heroína del mundo. Menem garantizó el acuerdo nombrando a su hermano Munir, como em-bajador en Damasco". A continuación, se muestra el famoso video de la fiesta de recepción ofrecida por el ciudadano sirio-argentino Al Kassar, al flamante di-plomático Munir. "Monzer Al Kassar, traficante de ar-mas y colaborador de di-versos servicios secretos, fue uno de los personajes claves en aquella relación. Estrechó vínculos con los Menem y los Yoma, y hasta tramitó su pasaporte ar-gentino. Otro hijo de sirios, Alfredo Yabrán, contralaba los depósitos de EDCADA-SSA en Ezeiza, y un sirio nativo, que casi no hablaba español, Ibrahim Al Ibra-him, ex oficial de inteligencia de su país, fue designado al frente de la aduana (de Ezeiza). Junto a su esposa Amira Yoma, ingresaron por Ezeiza varios cargamentos de billetes. La presión norteamericana por el control del aeropuerto y el lavado de dinero, pudo más que el amor por la tierra de sus padres. Menem fue obligado a vender el proyecto Cóndor a Egipto, y a cancelar la construcción de los reactores. Quizá ese haya sido el comienzo de los tres golpes. Según informes de la embajada de EEUU, Al Kassar ingresó a la Argentina pocos días antes del atentado a la embajada de Israel, y salió del país un mes después sin levantar sospechas oficiales. Tanto EEUU como Israel necesitaban que Irán fuera el culpable, en aquel momento los fundamentalistas iraníes eran una constante complicación pa-ra la mesa de paz de Medio Oriente, mientras los sirios habían llegado a una relación madura con la Casa Blanca.
A mediados de julio de 1994, circuló entre los jueces de la Corte Suprema el borrador de un veredicto anunciado. Pero cuando faltaban pocas horas para su firma, estalló el segundo atentado".

Voladura de la AMIA, el segundo golpe
Al comienzo de este bloque, Lanata se reencuentra con Jorge Luis Calderón, el primer reportero gráfico llegado al in-fierno de la calle Pasteur, y con el entonces electricista de la AMIA, Daniel Joffe. "Menem dijo sin dar explicaciones: "Les pido perdón". Nadie le preguntó por qué. Lo que siguió al horror de las muertes, fue el cinismo de las operaciones de prensa. Sucedió igual que en la embajada, se comenzó a investigar eligiendo al culpable: el supuesto coche bomba esta vez fue una Traffic.” A continuación para corroborar esto, el conductor presenta como el periodismo vernáculo se tragó el anzuelo de Galeano, y seguidamente reaparece Laborda para sostener la versión oficial:“Un vehículo ingresó al edificio y provocó el corte automático de seis columnas que eran muy débiles. Este corte abrupto y la irrupción en el sótano de una masa de energía importante, provocó la de-molición del mismo”. Lue-go, Lanata se mete de lleno con la farsa del motor recobrado milagrosamente: “Un motor destruido, pero con número de serie en perfecto estado de conservación, fue descubierto entre los es-combros con un valor agregado: nadie firmó el acta de secuestro de la prueba.” Si bien para el corpulento investigador lo de la camioneta bomba es un bluff, no lo es para el perito de Gendarmería: “Pienso que sí hubo testigos que la vieron, y estos fueron los que murieron”. Ante esta insólita afirmación, Lanata suelta una risotada: “Es difícil de rebatir. Doce testigos que estaban a metros de la puerta de la AMIA, afirman no haber visto jamás el coche bomba. La única testigo que asegura haberlo visto, es una enfermera de la Policía Federal que pasaba casualmente por allí.” “Yo no lo escuché ni lo vi - afirma convencido el sobreviviente Daniel Jo-ffe- Eso para mí es concluyente, aunque la historia oficial diga lo contrario. Mi versión va a ser siempre la misma, porque en mi me-moria quedó eso. No Tra-ffic”. “Esta vez la SIDE de Hugo Anzorreguy –continúa Lanata- se adelantó a los hechos. Presentó al juez Galeano filmaciones que mostraban al agregado cultural de la embajada de Irán, Moshe Rabbani, tratando de comprar una Traffic en la avenida Juan B. Justo en los días previos al atentado. Si lo vigilaban, ¿porqué le permitieron vo-lar la AMIA? ¿O habrán comenzado a investigar por el final? El dinero que el Estado destinó a ocultar y confundir, nunca tuvo su destino lógico. Las víctimas, que jamás fueron asistidas ni siquiera con el reconocimiento de la verdad”.
Seguidamente, aparece el compañero de Lanata en Cortinas de humo, Joe Goldman, quien apunta toda su artillería al más que negligente Galeano:“Creo que Galeano tiene que explicar que hizo, o porque no hizo, tantas cosas que son básicas en una investigación.”
Pero es Lanata quien terminar por sepultar al juez federal del sandwichito: “El papelón de Galeano en la causa llegó a ser todavía peor, cuando difundimos en Día D un video casero filmado por el propio juzgado. En él se veía al juez Galeano, ofreciéndole al testigo Telleldín 400 mil dólares para cambiar su declaración e involucrar a una extensa lista de policías, de la llamada conexión local”. Luego, se su-ma a esta tarea de demolición Claudio Lifschitz: “El que pide que se pague, es el juez Galeano. El que decide el pago, es Hugo An-zorreguy. Los 400 mil dólares, salen de las arcas de la SIDE. El que comienza a manejar la investigación no es Galeano, es Telleldín. Galeano intentó que todo esto quedara como un simple hecho policial, un claro ejemplo es la desaparición de 16 cassetes de grabaciones del teléfono de Tellel-dín. Esto es grave, porque no desaparecieron solo de una dependencia policial, sino que también desaparecieron los mismos de una dependencia con línea di-recta a la presidencia. O sea, que la orden vino de arriba”. “No solo la agenda de Telleldín se perdió, curiosamente en la alcaldía de Tribunales. También se perdieron 66 cassetes de pinchaduras telefónicas en-tre Telleldín y supuestos terroristas iraníes. Las es-cuchas de la SIDE comenzaron el mismo día del atentado, antes de que na-die sospechara nada del reducidor. El culpable tenía que tener turbante. Con esa consigna, el juez Galeano viajó a Venezuela a bordo del avión presidencial. Allí interrogó a un testigo tan clave como falso, el arrepentido iraní Manoucher Moatamer. Los superagentes Galeano, Mullen y Bar-baccia bajaron del Tango 01 y fueron directo a Oli-vos, a mostrarle al presidente el tape con el interrogatorio a Moatamer. Me-nem, apenas comenzó el video, se quedó dormido. ¿Por qué fue posible que se escribiera esta historia oficial? ¿Por qué casi nadie dijo nada? La dirigencia comunitaria judía resultó imprescindible para montar el complot. Rubén Be-raja, ex presidente de la DAIA, recibió 250 millones de dólares del Banco Cen-tral para su después quebrado Banco Mayo. Ishtak Avirán, embajador de Isra-el, llevó adelante varias empresas con la colaboración de testaferros y el visto bueno del presidente Me-nem”, puntualizó Lanata.
“El país vivió una co-rrupción tan grande durante la época menemista, y Menem estuvo tan sospechado de tener vinculaciones con el atentado, que todos los múltiples reclamos que nosotros hicimos, fracasaron. No estoy conforme con la conducta de Rubén Beraja al frente de la DAIA”, señaló a su vez Mario Trumper, ex vicepresidente de la DAIA.“La red de operaciones e influencias, desvió otra vez la atención sobre Irán y volvió a ocultar la pista siria, la pista de los tres golpes. En noviembre de 1994, después de dos años de ruptura de relaciones diplomáticas, Menem comenzó a recomponer su relación con Siria y viajó a Da-masco, donde nombró nuevamente a un embajador argentino. Pero al poco tiempo volvería a romperse el idilio. Fue entonces cuando el tercer golpe, le pegó más cerca. Escribí cien veces sobre la AMIA y siempre escribí lo mismo. Siempre dije que esta historia daba asco. Hay un juez pusilánime manejado por los servicios de inteligencia, que son por otro lado los que lo llevaron a ese sillón. Ese juez que quiso comprar a Telleldín, hay fiscales que se dedicaron a viajar por el mundo buscando células dormidas y haciendo cursos de terrorismo, hay detenidos que tendrían que estar en cana por otro motivo y no por este, y hay capas y maniobras tejidas para desviar, ocultar y confundir. Hay espesas cortinas de humo. Nunca hubo una Traffic. Nunca hubo un conductor suicida. Las pruebas fueron plantadas. La embajada y la AMIA fueron atentados antisemitas, pero no tuvieron vinculación con el conflicto de Medio Orien-te. O por lo menos no tuvie-ron el vínculo oficial, el dedo acusador que Israel, EEUU y Argen-tina trata de darle a Irán. Si tenemos razón, las dos bombas fueron tres golpes. Los tres golpes que en la mafia árabe se acostumbra a dar alrededor de la víctima. Cada uno más cerca del otro, hasta llegar. ¿Por qué? ¿Fue una maniobra de lavado de dinero que no se llegó a concretar? ¿Fue por las promesas del misil Cóndor y los reactores nu-cleares, que al final terminaron en Egipto por presión de EEUU? ¿Fue por que nunca quisieron devolver los favores que los árabes hicieron, poniendo plata para la campaña del 89? Todo atentado es un mensaje. Quien tenía que entenderlo, así lo hizo. Esta historia continuará.”, concluye tajantemente el conductor.•

Fernando Paolella es Periodista Investigador.

Septiembre-Octubre de 2003 Tishrei 5764
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