Tal es el título de un suplemento semanal, editado por un diario de circulación nacional.
¿Qué será el "buen vivir"?
Sus páginas contienen artículos relacionados con restaurantes y lugares donde se sirve comida, información acerca de bebidas alcohólicas y notas para los amantes del tabaco. Es decir, para el editor del suplemento el concepto de vivir bien está asociado con comer, beber y fumar. Así, estas actividades del cuerpo se constituyen en un fin en sí mismo, despojándolas de todo sentido espiritual.
Este enfoque del goce no sólo apunta a lo efímero, pasajero, sino que, como cualquier disfrute material sin contenido espiritual, se convierte en una cadena de insatisfacciones: siempre habrá un plato distinto que probar, cada vez promocionarán un restaurante nuevo y diferente -y quizá inaccesible en su precio, lo que genera más frustración-. Además, no se tiene en consideración el carácter nocivo para la propia persona de algunas de las propuestas, como por ejemplo el hábito de fumar.
El placer que se pretende vender no es tal. Los judíos sabemos que la ingesta de alimentos y bebidas tiene un sentido de espiritualidad, en la medida que reconocemos que tanto unos como otras nos son proporcionadas por Di's. Por esa razón, para cada uno de ellos existe una bendición que debemos pronunciar antes -y en ocasiones también después- de cada comida y bebida. Ello le otorga un carácter especial y santo a todo lo que ingerimos.
Por supuesto que no hay ningún obstáculo en que cada uno procure saciar su hambre o su sed de acuerdo a su gusto o posibilidades, sino que la cuestión entra en un terreno conflictivo cuando se omite dotar a nuestros actos de un contenido espiritual.
Este tema adquiere relevancia cuando hablamos, por ejemplo, de un bar o bat mitzvá. Este acontecimiento es fundamental en la vida de todo joven judío, porque a partir de ese momento asumimos las obligaciones escritas en nuestra Torá. Dejamos de ser niños y somos responsables de cumplir con las prácticas y la observancia de las mitzvot que emanan de nuestro pacto con Di's. El niño varón se coloca los tefilim, debe comenzar a observar los ayunos, respetar las leyes de shabat, etc.
Pero lo cierto es que en muchos casos, lejos de considerarse la real importancia que tiene el bar o bat mitzvá, el tema excluyente pasa a ser la organización de los festejos alusivos. Indudablemente que la organización de la fiesta se ha convertido en una verdadera industria, en la que se incluyen, además del salón y el servicio, las fotos, el video, la música, las luces, los souvenirs, la decoración, los conjuntos, las invitaciones… y cada nuevo festejo parece superar a los anteriores en el nivel de creatividad e imaginación.
Está claro que cada familia comparte con sus parientes y amigos ese momento tan importante de acuerdo con su deseo y las posibilidades de llevarlo a cabo. Pero aquí la cuestión también se complica cuando la fiesta termina dejando de lado su verdadera razón de ser. ¿Cómo explicar que se festeje un bar o bat mitzvá sirviendo mariscos? ¿Se puede celebrar que a partir de ese momento la persona está en condiciones de cumplir con las pautas que nos da la Torá, justamente violando sus normas? ¿Qué mensaje se le da a ese joven? ¿Qué significado tiene la fiesta, por más animada que sea?
Una guía del buen vivir podría tratar temas como la relación del hombre con el prójimo, con Di's, entre padres e hijos, entre esposos, cómo comportarse éticamente. Sería una guía con placeres no tan efímeros.
Felizmente los judíos, desde hace miles de años, tenemos una siempre a mano.
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