Esta bien sabido que tanto la economía como la política tienen sus ciclos de bonanzas y de situaciones criticas. Ese fenómeno también vale para esa lacra del rechazo y hasta del odio hacia lo judío, que suele denominarse comúnmente como antisemitismo. En el pasado siglo XX hemos vivido o sido testigos de la m s brutal y criminal expresión de ese fenómeno, irracional o inexplicable del lado del que se le quiera mirar. Al menos la parte aún sana de la humanidad se espanto ante los cuadros de destrucción y muerte que dejo el antisemitismo nazi y hubo durante varios decenios una reacción que permitió el resurgimiento como nación del pueblo judío mediante la feliz creación del Estado de Israel y el surgimiento de una etapa de cierta bonanza para la vida judía en la diáspora. Al menos este ultimo aspecto parece haberse terminado o corre serio peligro de revertirse hacia cánones que parecían pertenecer definitivamente al pasado.
Los lectores que siguen a esta columna recordaran que yo nunca he sido tremendista y advertí contra la muchas veces exagerada, si bien harto comprensible, sensibilidad de las reacciones judías frente a cualquier estupidez -valga la redundancia- que ocasionales estúpidos suelen producir. Esta advertencia y/o critica sigue en vigencia, pero la situación viene cambiando y es tiempo de reaccionar frente a señales ya no sólo son frutos de estupideces sino de expresa mala fe y/o la incapacidad del mundo decente para ponerles coto antes de que se tenga que lamentar nuevamente desarrollos graves. La simpatía que tuvieron en el mundo civilizado la creación y los rápidos logros de Medinat Israel ya hace tiempo pertenecen al pasado. Israel es hoy un Estado entre muchos y sujeto a los vaivenes de la política y -más remarcable- de los intereses económicos internacionales. Para ser justo en ese contexto, en realidad la mayoría de los israelíes y de los judíos diaspóricos querían esto, quedando aquellos en minoría y no pocas veces como "retrogradas" los que entendían y siguen entendiendo que Israel no debería considerarse al menos en el propio entendimiento como un calco de lo que se considera moderno. Ese disidencia respecto de la "modernidad" no significa negación alguna de los logros en los aspectos materiales y de progreso tecnológico-científico sino se refiere al espíritu y los modos de vidas particulares que permitieron la sobrevivencia judía pese a los tantos desafíos destructivos a los que estuvieron expuestos nuestro mayores a lo largo de los dos milenios de la diáspora.
Con todo debemos asumir, que el Estado de Israel nos representa a todos los judíos de un modo decisivo, sin desmedro de las lealtades que debemos y aceptamos respectos de los países cuyos ciudadanos somos. Aceptando ese concepto es ineludible asumir que la eventual debilidad de Medinat Israel conllevar automáticamente el debilitamiento de las colectividades judías en el mundo en su conjunto y pone en peligro a cualquier judío individualmente. Entendiendo el peligro antisemita en ese sentido, es que debemos -en el interés propio de cada judío- unirnos cada vez mas en torno a Israel como una parte esencial para enfrentar y combatir al antisemitismo en los múltiples aspectos en los que se presenta actual. Hemos sostenido en esta columna muchas veces, que el viejo antisemitismo primitivo ya no está "en moda". Hoy los antisemitas se manifiestan en forma más sofisticada combatiendo al sionismo y criticando en forma desmedida al Estado de Israel y, ahora particularmente, al premier Ariel Sharón. Este último paso casi a ser el "malo de turno" de la política internacional, como enemigo y estorbo de la paz no solo con los palestinos sino del mundo entero.
NO son lamentablemente pocos los judíos que repiten así por así ese eslogan antisemita, sin darse cuenta de que no atacan un posible adversario político. lo que sería legitimo, sino hacen el juego a los antisemitas que apuntan a ellos mismos.
Podemos aceptar que algunos de los líderes internacionales que entran en ese juego "anti-Sharón" No son ni mucho menos antisemitas en el termino exacto de la palabra. Pero al prestarse a ese juego producen el mismo efecto. Así es incomprensible también la incapacidad de las grandes democracias como los EE.UU., Alemania, Suecia y otro que no logran extirpar de sus medios la lacra antisemita en auge por todos lados. Aquí en Argentina nuestras instituciones se amurallaron tras los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA, pero a once y nueve años de aquellos tremendos hechos no estamos ni medio centímetro más cerca del esclarecimiento de aquellos crímenes.
Lo que se ve aquí, en similar o diferente manera se ve en otros lados donde hay colectividades. En Berlín para entrar en Shabat a la Sinagoga había que pasar por un detector de metales y exhibir el documento de identidad. Algún procedimiento similar hay que pasar para entrar al restaurante kosher en Zurich y había que convencer al guardián judío de mi condición de tal porque termine hablarle en Idish.
Ni aquí ni en otras partes todo este andamiaje sirvió mas que poco frente a acciones antisemitas-terroristas, ya que estos disponen para los casos concretos de medios sofisticados para llevar a cabo sus propósitos. Lo que falta es una contundente actitud contraria a los que de algún modo "calientan" el ambiente anti-israelí o antisemita. Recientes hechos muestran que tal voluntad no existe, de modo que los judíos estamos otra vez no solamente solos, sino expuestos a cualquier fechoría.
Los ejemplos son legión: En los EE UU grupos nazis, declarados o uniformados como tales se siguen moviendo con todo descaro y sin ser molestados por ninguna autoridad a la luz del día. Algo parecido pasa en la democracia liberal por excelencia como lo es el Reino de Suecia, donde unos dos mil nazis autóctonos exhiben símbolos y canticos hitlerianos y editan toda clase de literatura nazi con la que andan el mundo en diferentes idiomas. En Alemania el gobierno social-demócrata tomo en los últimos años medidas drásticas contra entidades consideradas como nazis y otros de carácter islámico, que incitaban a la violencia entre otros fines antijudías. Pero en su reciente visita a los países árabes el Jefe de Gobierno Gerhard Schrider -seguramente una personalidad muy respetable y lejana a cualquier tendencia antisemita- se vio precisado a entrar en el juego anti-israelí al condenar la acción contra un nido terrorista en Siria, sin condenar a la vez el hecho de que Siria cobija al terrorismo.
Alemania como los EE UU tienen grandes intereses económicos en el mundo árabe y bien vale un gesto para apuntalarlos. Muy lamentable, Sr. Schrider !
Pero peor aún es la reciente actitud que se le atribuye al Presidente francés Chirac. El dueño actual del Palacio del Eliseo casi hizo naufragar una resolución de la EU contra expresiones abiertamente antisemita del Premier de Malaisia, al no adherir a la misma, posición que finalmente no pudo sostener por la presión que ejercitaron los restantes Jefes de Gobiernos de la EU. Y el colmo lo presento el Premio Nobel de Literatura portugués, J. Saramango quien recientemente comparo en Brasil, la represión israelí contra los terroristas palestinos con "lo que hicieron los nazis en Auschwitz". Saramango sostuvo en otro lugar de su discurso, que los "judíos ya no merecen el respeto que tuvieron por lo que sufrieron bajo el régimen nazi" a causa de los hechos que se verifican en el conflicto con los palestinos. Hasta el momento en que se escriben estas líneas, no se conoce condena y/o rechazo ni de las autoridades brasileñas ni por parte del comité noruego que otorga los Premios de Literatura.
Hay muchos m s ejemplos del "moderno" antisemitismo y también de la falta de decisión de un mundo que jura y perjura que su prioridad el de combatir al terrorismo y las discriminaciones. Pero habrá que asumir que hay situaciones "más iguales que otras" o traducidos al tema antisemitismo y terrorismo significa, que ciertas actitudes son y otros no tantos dignos de ser combatidos como terrorismo, por más que asesinan y causan estragos indiscriminadamente, si estas actitudes se dirigen "tan sólo" contra judíos. Es una verdad triste, Àpero que vamos hacer? La contestación es: Cerrar cada vez más filas frente a esas "oscuras golondrinas" antisemitas que con sus criticas desmedidas contra Israel apuntan a todos los judíos.
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