¿Es posible olvidar intencionalmente recuerdos específicos sin afectar otros recuerdos?
Indudablemente, muchos se sentirían felices al saber que los recuerdos no placenteros podrían borrarse. Esta capacidad podría ser especialmente significativa si se refiere al tipo de recuerdos traumáticos que debilitan a quienes los experimentan. Bien podría ser que, en el futuro, seamos capaces de eliminar o por lo menos opacar cierto tipo de recuerdos con precisión controlada. Una nueva regla fundamental que gobierna el trabajo del cerebro, recientemente descubierta por un equipo de científicos del Instituto Científico Weizmann encabezado por el Prof. Yadin Dudai, del Departamento de Neurobiología, constituye un paso importante para alcanzar este objetivo.
Cada recuerdo que adquirimos es sometido inmediatamente después de su formación a un proceso de “maduración” (llamado consolidación). En este proceso, el recuerdo se vuelve impermeable a la estimulación exterior o a las drogas que lo obliterarían. Hasta hace poco, el dogma aceptado era que, para cada ítem separado de la memoria, la consolidación ocurre solamente una vez, después de lo cual la ventana temporal que permite “borrar el recuerdo” se cierra (generalmente alrededor de una hora o dos después de que el recuerdo es adquirido). Sin embargo, ha surgido ultimamente evidencia de que un recuerdo está expuesto a su disolución durante un período breve que sigue a cada vez que este recuerdo es evocado. Si esto es cierto, significa que sería posible evocar un recuerdo e, inmediatamente después del acto de recordación, activar un “eliminador del recuerdo” y borrarlo, aunque hubieran pasado años desde que el recuerdo original fuera formado.
En destacados laboratorios de todo el mundo se llevaron a cabo investigaciones sobre el tema, pero los resultados fueron imprecisos: en ciertos casos se encontró posible borrar viejos recuerdos al evocarlos, mientras que en otros no se halló ninguna evidencia de que esto fuera posible. El equipo del Prof. Dudai ha identificado ahora un nuevo principio conductor de la actividad del los sistemas de memoria del cerebro que echa luz sobre cómo los recuerdos son evocados y estabilizados y que puede explicar las desconcertantes discrepancias entre los experimentos anteriores. Este principio describe las condiciones en las que el recuerdo evocado se vuelve nuevamente sensible a la actividad de los “eliminadores de recuerdos”. Para entender la forma en que funciona pensemos en los bits de información almacenados en nuestros recuerdos, cada uno de ellos con muchas asociaciones, algunas de las cuales están en conflicto con otras. Por ejemplo, un cierto alimento puede despertar recuerdos de sabor deliciosos o desagradables, una persona puede ser recordada en contextos gratos o ingratos, y así sucesivamente. Cuando posteriormente probamos el alimento o vemos a la persona, todos los recuerdos asociados son evocados en un abrir y cerrar de ojos, pero finalmente solamente uno de esos recuerdos determinará nuestra reacción (es decir, se volverá dominante). Este recuerdo decidirá si comeremos el alimento o lo rechazaremos, o si le sonreiremos a una persona conocida o la ignoraremos. El equipo del Prof. Dudai descubrió que solamente ese recuerdo evocado, ganador de la competencia por el carácter dominante, fue re-expuesto a la ventana temporal de la sensibilidad a los eliminadores de recuerdos, y es este recuerdo el que debe consolidarse una vez más antes de ser reinstalado en la memoria a largo plazo. En otras palabras, el ganador, en circunstancias apropiadas, puede perderlo todo . Resumiendo, se puede decir que la estabilidad del recuerdo evocado se correlaciona inversamente con su carácter dominante. Este descubrimiento ayudará probablemente en el futuro al desarrollo de nuevos métodos para borrar recuerdos indeseables y tratar, de esa manera, algunos tipos de traumas psicológicos.
La investigación que se ocupa de las bases físicas de los procesos y mecanismos de la memoria, especialmente aquellos que incluyen la participación de elementos químicos o de otro tipo, se apoya en el uso de animales. El Prof. Dudai y su equipo llevaron a cabo su investigación con ratas y peces, que son especialmente adecuados para este tipo de estudios. Las ratas aprendieron a recordar sabores, los peces aprendieron a recordar destellos de luz; y en ambas instancias, los animales fueron entrenados para asociarlas con recuerdos conflictivos. Es decir, los sabores eran a veces buenos y a veces malos, y la luz señalaba algunas veces peligro y otras, no. En ambas especies fue posible demostrar que el recuerdo dominante – aquel que había ganado sobre otros recuerdos asociados y posteriormente determinaba la conducta – era el único que podía ser borrado al proporcionarse la droga apropiada dentro de unos pocos minutos posteriores a la evocación del recuerdo. El hecho de que cuanto más nos acercamos al “hardware básico” de la memoria existan más similaridades entre los distintos animales, incluyendo a los humanos, allana el camino para la posibilidad de que ciertas drogas que se han encontrado efectivas para eliminar recuerdos en animales, funcionen también para los humanos. Sin embargo aún deben ser realizados estudios sobre seres humanos.
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