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Periódico Judío Independiente
¿El fin del sionismo?
Por Julián Schvindlerman
El laborista Abraham Burg causó considerable polémica con la publicación de una nota que fuera luego reproducida internacionalmente por los medios masivos de comunicación y localmente por publicaciones judías.

En lo que podría considerarse una innovación, su artículo porta un mensaje pesimista y derrotista desprovisto de los usuales adornos optimistas acerca de la paz, la esperanza y la armonía. Diría, mas aún, que es por momentos quasi-apocalíptico: "Las probabilidades que nuestra generación sea la última [sionista] son muy altas." O "El estado Judío seguirá existiendo, pero será diferente, desconocido y repugnante." O "Hay tiempo para cambiar el curso, pero no tanto". Según Burg, Israel ya no deambula por un "camino justo" ni tiene un "liderazgo ético," la "nación israelí hoy se basa en un andamiaje de corrupción, y en fundamentos de tiranía e injusticia," se ha transformado en "un estado de colonizaciones, gobernado por una camada de inmorales, infractores, corruptos," razón por la cual "Vivimos en una realidad que ha fracasado".

Su descripción de la realidad israelí actual es tan sombría y su crítica tan contundente que uno no puede menos que hacer una pausa y meditar debidamente sobre los puntos que este parlamentario israelí enuncia. Mi impresión es que Burg está profundamente equivocado tanto en su análisis presente como en sus vaticinios a futuro.

Vayamos por partes, tomando las que a mi juicio constituyen las más extremas de sus aseveraciones.

Burg escribe: "El pueblo judío no sobrevivió durante dos milenios para ser pioneros en armas de guerra, programas de computación, o en misiles antimisiles. Se suponía que éramos la luz de las naciones. En esto fracasamos."

Dos observaciones: la primera es que sin esas armas de guerras el estado judío no hubiera sobrevivido a las agresiones a las que fue violentamente sometido por sus vecinos. Alevai pudiera Israel dedicar la totalidad de su presupuesto a la promoción cultural, científica y económica; pero la realidad del vecindario que habita la obligaron a generar armamento para la defensa nacional. La segunda es que no solamente armamento desarrollaron los judíos, sino que gestaron en Israel el primer ejemplo democrático y genuino proyecto socialista (manifestado en sus kibutzim, durante las primeras décadas de la existencia estatal) en una vasta región que limita con dos océanos y tres mares. Y no hace falta remitirse a los últimos 2000 años para ver el legado judío a la humanidad, basta mirar los recientes 200. ¿Acaso no pensó Burg en sus hermanos Sigmund Freud, Albert Einstein, Golda Meir, y Elie Wiesel, entre tantos otros?

Burg escribe: "Es muy cómodo ser Sionista en los asentamientos de la franja occidental, tanto en Beit El como en Ofra. El paisaje bíblico es encantador…es difícil comprender la experiencia humillante del árabe despreciado que debe andar despacio durante horas a lo largo de los caminos bloqueados que les fueron asignados. Un camino para el ocupante y otro para el ocupado."

Las docenas de colonos asesinados por terroristas palestinos en la franja occidental atestiguan al hecho de que no es "muy cómodo" residir allí. Y en cuanto a la "experiencia humillante del árabe despreciado" es realmente lamentable que éste deba atravesar los puestos de control fronterizos, con todas las molestias y humillaciones que eso conlleva. Pero Burg parece olvidar que la presencia de tales puestos de control obedecen a que entre esos "árabes despreciados" se infiltran hermanos suyos a cometer actos de terror en ciudades israelíes, forzando de esta manera al estado hebreo a ubicar esos controles en primer lugar.

Burg escribe: "Cuando Israel cese de considerar a los niños palestinos, no les debería sorprender que debido a su odio hagan explotar los centros del escapismo israelí. Ellos se inmolan a Allah en nuestros lugares de esparcimiento, puesto que sus propias vidas son una tortura. Ellos derraman su propia sangre en nuestros restaurantes con el fin de arruinar nuestro apetito, porque sus hijos y sus padres en su casa tienen hambre y son humillados."

Francamente, confieso que esta insólita frase me ha tomado por sorpresa. Ni siquiera el cressendo en extremismo intelectual del artículo de Burg me podía haber preparado para enfrentar semejante aseveración. Son tantas las consideraciones que es difícil elegir por donde empezar.

Afirmar que son los israelíes, y no los palestinos, quienes deben considerar a sus propios niños es en el mejor de los casos un error de apreciación. Los palestinos, para el caso, tampoco consideran a los niños israelíes, pero éstos no se van a inmolar a las calles de Gaza. En cuanto a que las vidas de los niños palestinos son una tortura, y que eso los impele a matar israelíes, quizás Burg quiera preguntarse si en una de esas casualidades, me permito humildemente sugerir, él cree que quizás la educación judeófoba y genocida que el liderazgo palestino –desde Arafat hasta el más modesto profesor en Jenín- haya ejercido alguna remota influencia en el pensamiento combativo y jihadista presente de la generación joven de palestinos que los motiva a matar niños israelíes en nombre de Allah. Respecto a que es el hambre palestino el agente motivador del asesinato bestial de israelíes, no se me ocurre otra cosa mas que pensar que un más adecuado mecanismo de corrección de tal falencia serí..

Para reconocimiento de Burg, él realiza una presentación realista de las opciones israelíes en el marco del conflicto. Si bien las mismas están acompañadas de exageraciones ("El gueto de Kalkilya y el gulag de Jenín") y cierto maniqueísmo ("Racismo judío o democracia") el planteo no está fundamentalmente errado. El tema es que el pueblo de Israel ya ha tomado posiciones al respecto, y el apoyo de la mayoría a la construcción de la muralla divisoria es un indicador claro de que los israelíes no buscan el Gran Israel, ni perpetuar la ocupación.

Con lo cual, parecer ser que la nota de Burg no efectúa una gran contribución, puesto que- tomando prestada una atinada frase presentada por Dennis Prager y Joseph Telushkin en su libro Why the Jews?- lo poco que tiene de bueno, no es nuevo, y lo nuevo, no es bueno.

En suma, un balance no favorable para la causa sionista.

5 de Noviembre de 2003 - 10 de Jeshvan de 5764
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