Mientras aún resonaban los estallidos de las bombas en las sinagogas turcas para luego sumarse los estallidos del banco y consulado británico en el mismo país, aquí, en la Argentina a veces surealista, el flamante electo ( y desde mañana en el cargo) presidente de la DAIA, Dr. Gilbert Lewy, atronaba con sus duras declaraciones a una comunidad judeo-argentina que ve nuevamente, como si nada se hubiese aprendido,como se dirimen internas a través de los medios masivos de comunicación como si se hubiesen olvidado las interminables rencillas que en distintos rounds y protagonistas dirimieron en los medios Avirán, Szpolsky, Crupnicoff y Beraja.En un momento crítico en que la comunidad se mantiene crispada por los ataques antijudíos en Turquía y el mundo y ante un juicio oral por la causa AMIA que puede resultar una bofetada para los querellantes, algunos de sus dirigentes más ilustres tratan de poscionarse mejor en ante la opinión pública. Este parece ser el caso de Gilbert Levy. Independientemente de la validez y justicia de algunas de sus aseveraciones como el rol ambiguo y conflictivo de la Dra Nercellas defendiendo los temas particulares de Beraja y representando a la querella de DAIA en el juicio por el atentado o la evidente falta de autocrítica de la gestión Hercman respecto al amiguismo "Beraja-Menem- Corach", las declaraciones de Levy son inoportunas, y parecen confirmar lo que sus detractores pensaban:no conoce suficientemente la causa y no tiene cintura política. Tildar de obsecuente a la gestión anterior cuando en la que él encabeza hay por lo menos cuatro miembros de la "obsecuente" comisión anterior, es poco menos que un desatino.Expresar públicamente que piensa remover a Nercellas luego del fallo, es poco menos que la actitud de un cacique que no consulta con su consejo directivo.Si hay algo que debe caracterizar a un dirigente comunitario que se precie de representar a una comunidad y no a un sector, es justamente su firmeza de convicciones por un lado y su mesura y criterio por el otro. La DAIA no debe ser obsecuente ni opositora a ultranza. Debe ayudar a echar luz sobre el terrible atentado y su encubrimiento; ayudar a velar por la seguridad de los judíos y estar alerta antes los desbordes del antijudaísmo vernáculo con los Biondini, Bendini, Torres Bande, Brinzoni y otras estrellas a la cabeza. Apresurarse a emitir comentarios para el rating mediático; llevar la pelea del "menemismo- kirchnerismo" al "neo-berajismo y antiberajismo" ante los medios masivos, es mostrar un flanco débil a los enemigos de la judeidad que cada día que pasa gozan de robusta salud, los nacionales y los internacionales(disfrazados de antiisraelíes).
La dirigencia judeo-argentina no aprende las lecciones y las pocas que aprende las aplica muy tarde. La DAIA necesita un debate maduro, a fondo, sin golpes bajos, acerca de lo que implicaron 11 años de "berajismo o neoberajismo" pero no se logrará con tiros por elevación, o efectos mediáticos para ganar simpatías por anticipado.
El tejido comunitario esta quebrado y no sólo por la crisis económica, ideológica, asimilación o falta de representatividad de su dirigencia sino por los desatinos de dirigentes de las más diversas extracciones ideológicas que exponen sus miserias y grandezas a espaldas de una comunidad que necesita reconstruirse en el plazo más breve.
Durante su segunda presidencia el general Perón echó a su vicepresidente el Dr. Paladino. Le preguntaron porque lo hacia. Perón respondió que lo hacía porque estaba enfermo."¿Qué enfermedad tenía?", le preguntaron. "Deseos de figuración",dijo el general.
Una "enfermedad" muy de moda, sin dudas.
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