Ante la avanzada islamización del continente europeo y su posición boicoteadora a los productos israelíes provenientes de los territorios y ante el acercamiento de Obama a Irán y su virtual reconocimiento al Hamas, Israel ha profundizado un giro histórico en su política exterior. La visita de Netaniahu a Japón. en mayo pasado y que pasara casi desapercibida para los grandes medios, es una prueba de ello. La llegada de una importante delegación de empresarios japoneses a Israel abre un mundo de nuevas posibilidades.
Por Jagai Segal, Makor Rishón, Israel
Con el proceso de paz con los palestinos en proceso de hibernación y con las relaciones con EE.UU. en signos de interrogación, el primer ministro de Israel busco algo de consuelo en Japón. A 12 horas de vuelo de Israel, a miles de kilometros de John Kerry y Abu Mazen. Es cierto que vivimos en la era de la globalización pero Japón para Israel es algo más que un país lejano: es una nueva dimensión en el orden de prioridades de la política exterior de Israel algo que ya se plasmó con Australia y Canada. Netaniahu cree que el estrechamiento de relaciones económicas con países del sudeste asiático pueden ser un contrabalanceo adecuado al viejo mundo aliado a Israel. Para el premier israelí, del este vendrá el bien: el año pasado estuvo en China y ahora Japón.
Hay vida más allá de los palestinos. El nuevo Medio Oriente de Shimón Peres se evaporó con la Primavera Arabe pero a la vez florece un Lejano Oriente muy promisorio. Israel puede dar a muchos de los países de esa región mucho más que dolorosas concesiones territoriales.
Nataniahu y su esposa fueron recibidos con honores por la guardia imperial de Japón y es de imaginar que a la comitiva israelí se le debe haber pasado por la cabeza alguna escena de la Segunda Guerra Mundial.
Las relaciones entre Israel y Japón han sido largas pero poco fructiferas tanto en lo comercial como en lo político. Japón no compró mucho de Israel y sus posiciones respecto del conflicto palestino- israelí hasta hace un tiempo eran propalestinas.
¿ Qué puede Israel venderle a Japón ?. En apariencias muy poco. Ya camino del aeropuerto a Tokio uno puede sentir un sentimiento de inferioridad ante semejante país. Tokio es gigantesca. Tiene 32 millones de habitantes y es una de las ciudades más pobladas del mundo. Su superficie construída es inmensa. El que no la conoce no la puede imaginar. Todo lo que uno imagina hay que multiplicarlo por varias veces: trenes de alta velocidad; carreteras interminables, autos ultimo modelo, puentes sobre golfos y carteles que pueden visualizarse a centenas de metros. En medio de la ciudad hay un pequeño bosque que es dificil de visualizar tapado por el cemento de la ciudad. Hay que vivir varios años para conocer esta ciudad y yo estuve solo tres días. Fue un milagro que encontrara el camino de vuelta al hotel.
¿Qué venderá Israel a Japón ?. Un alto funcionario parte de la delegación israelí dijo a este periodista que "no le podemos enseñar tecnología porque están por encima nuestro. Sin embargo si podemos venderles sistemas para mejorar el medio ambiente, muy deteriorado por la industrialización acelerada de Japón.
Netaniahu también interesó a los japoneses en todo lo que tiene que ver con defensa en el ciberespacio. " La seguridad informática es clave para su desarrollo ", expresó Netaniahu luego del viaje. "Es algo que Israel desarrolla con mucha eficiencia a escala global".
Los japoneses son sencillos, humildes, de poco hablar pero son muy prácticos. Gan Nakatani, líder de un lobby israelí de 16 miembros en el parlamento japonés, elevó la idea de que Israel ayude a Japón en desarrollo de misiles antimisiles. Es que el sistema israelí Jetz puede ser útil a Japón para neutralizar la agresividad de Corea del Norte. Netaniahu no perdió la oportunidad de comparar la amenaza iraní sobre Israel con la amenaza de Corea del Norte sobre Japón. En el dialogo abierto que sostuvieron ante los periodistas, el premier japonés, Shinzo Abe, le dedicó una sola frase a la cuestión palestina. Japón tiene sus problemas y no solo los económicos. Japón sostiene un conflicto territorial con China por el control de unas islas.
El tercer día de la visita fuimos sorprendidos por algo que no sorprende en Japón : un temblor de tierra. En el comedor, en el piso 17 del hotel, el temblor se sintió como un golpe. El edificio antisismico osciló de un lado al otro. Se escuchó el grito leve de una mujer y ninguna otra reacción. Fueron solo tres o cuatro segundos. Los sistemas antisismicos detuvieron automaticamente los ascensores y los censores antifuego se activaron. Los empleados del hotel estaban al lado de cada habitación ayudando a cada turista que lo necesitara.
Cuando hace tres años un tsunami devastó gran parte de Japón Israel envio ayuda humanitaria y tecnológica. Los japoneses no lo olvidan. En el pasado fueron fuertemente proárabes por el poder del petroleo. Les llevó cinco años reconocer Israel y otros diez en abrir una embajada en Tel- Aviv. Desde los años 90 las relaciones entre ambos países no hacen más que estrecharse.
El tsunami del 2011 tuvo un costado no simpatico para Israel. Japón se hizo más dependiente del petroleo árabe. Por ello Netaniahu y los suyos le hicieron saber a sus pares japoneses que una cosa no tiene que ver con la otra. Es decir que las relaciones con Jerusalem no tienen porque dañarse con la mejora con el mundo árabe. Las reuniones entre empresarios de ambos países en el lobby del lujoso hotel apuntaron hacia ello: la no exclusión.
Netaniahu dijo : "Les tengo que decir que desde la Primavera Arabe el mundo árabe ya no ve a Israel como su enemigo. Muy por el contrario. Consideran a Israel como un aliado contra Irán. Tenemos estrechas relaciones con países árabes con los que formalmente no tenemos relaciones pero no puedo decir más que esto ",dijo ante los japoneses. "Israel y Japón pueden ser socios en muchas cosas. Trabajemos juntos", dijo ante los aplausos del público.
Si bien los japoneses parecían convencidos, les llevará un tiempo traducir esto en hechos. Les cuesta tomar decisiones; son precavidos y muy burocráticos. Por un lado tienen mucha iniciativa y por el otro, desconfianza. Solo el tiempo dirá si algo nació a 9.200 kilómetros de Jerusalem.
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