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Periódico Judío Independiente
Un fenómeno mundial que no decrece
El odio que empieza con los Judíos nunca termina allí

Por Rabino Jonathan Sacks, (x)
Mientras el antisemitismo crece, los líderes de las grandes religiones deben unirse contra la inescrupulosa persecución de poder enmascarada como religión.

Nuestro gran desafío no es político o económico, sino espiritual.

La escritora Rebecca West alguna vez dijo que los Judíos, habiendo sufrido tanto, tenían un alma imposible de sorprender. En el año 2000, nuestra hija, para ese entonces estudiante universitaria, fue a una marcha anti-globalización en Londres que se convirtió en un libelo contra los Estados Unidos, luego contra Israel y finalmente contra los judíos. «Papá, nos odian», nos dijo entre lágrimas.

Escuchar esas palabras en Gran Bretaña, en el siglo XXI, me demostró que tenía un alma que sí se podía sorprender. Los judíos fueron los no cristianos más visibles de Europa. Ahora son los más obvios no musulmanes del Medio Oriente.

Los judíos de Europa se han visto sacudidos, estas últimas semanas, por la virulencia de las protestas sobre la guerra en Gaza que también se convirtieron en algo más antiguo y siniestro. Más de un siglo después del juicio a Dreyfus, el grito de «muerte a los Judíos» se está escuchando de nuevo en las calles de París. Setenta años después del Holocausto, «Judíos a la Cámara de Gas» se vuelve a escuchar otra vez en Alemania. En Gran Bretaña, los incidentes antisemitas de los últimos meses estuvieron en su punto más alto de los últimos treinta años. Estas son señales de alerta no sólo para los judíos sino para toda Europa.

Después de la experiencia de nuestra hija, he visto los hechos sucederse rápidamente. En agosto de 2001, en la Conferencia Internacional de la ONU contra el Racismo, en Durban, Israel fue acusada por ONGs de los cinco pecados capitales contra los derechos humanos: racismo, apartheid, limpieza étnica, tentativa de genocidio y crímenes contra la humanidad.

Un nuevo libelo sangriento había nacido. Días después, vino el atentado del 11 de Septiembre y,casi inmediatamente, una encuesta de opinión encontró que el 40% de los paquistaníes creían que fue llevado a cabo por el Mossad, el servicio secreto israelí.

El nuevo antisemitismo es diferente al viejo.En el pasado, los judíos eran odiados primero por su religión y luego por su “raza”. Hoy son odiados por su Estado nacional. Pero no fue hace mucho que vi como el nuevo y el viejo odio se entremezclaron por lo bajo.

En abril del 2002, nuestra familia estaba en Italia celebrando Pesaj, que usualmente cae cerca de Pascua. En Israel un grupo de terroristas palestinos se había refugiado en la Iglesia de la Natividad de Belén. El ejército israelí, sin querer entrar a un lugar de culto, apostó soldados fuera para esperar que los terroristas salgan. Esto llevó varias semanas. Un día, abrimos el diario italiano La Stampa y vimos la caricatura del niño Jesús en una cuna con un tanque israelí apuntándole. En la viñeta se leía: «¡¿No querrán ellos matarme de nuevo?!»

Semanas más tarde el Heraldo Católico de Gran Bretaña publicó unas disculpas por como se había reportado el hecho. Inicialmente,había criticado a los israelíes. Sin embargo, una vez que los terroristas se retiraron, los cristianos volvieron a la iglesia para descubrir que habían destruido biblias, robado todos los artefactos religiosos de valor y escondido 40 bombas, algunas ya armadas como trampas explosivas, para matar o herir a quienes les habían dado refugio.El diario admitió que había juzgado mal la situación.

Ha sido este apresuramiento en juzgar, presumir que si la gente es asesinada es por culpa de Israel, que convence a muchos de nosotros de que algo más que la pasión política está actuando. En estos doce años desde entonces, la situación ha empeorado de manera constante. La crítica a Israel no es antisemitismo, pero la demonización sí lo es.

Esto importa porque el antisemitismo no es realmente contra los Judíos. Es sobre cómo las sociedades tratan al Otro, el otro que no es “como nosotros”. Por más de 1.000 años, los judíos fueron los no cristianos más visibles de Europa. Ahora son los más obvios no musulmanes del Medio Oriente.Los judíos fueron odiados porque eran diferentes. Pero es nuestra diferencia la que constituye nuestra humanidad.Porque ninguno de nosotros es igual que el otro, cada uno de nosotros es irreemplazable. Una nación que no tiene lugar para la diferencia, no tiene lugar para la humanidad.

El odio que comienza con los Judíos nunca termina con los Judíos. No fueron sólo los judíos los que sufrieron bajo el régimen de Hitler o de Stalin, y no son solo los Judíos los que están sufriendo por la despiadada persecución de poder que hoy se disfraza de religión. Los cristianos están siendo asediados en más de una centena de países: forzados a escapar de Siria, expulsados de Mosul, removidos de Afganistán, masacrados, decapitados y aterrorizados en el resto.

Cientos de musulmanes están muriendo diariamente, 90% a manos de otros fieles musulmanes. Bahaistas, Budistas, Hinduístas y Sikhsistas han sufrido sus propias tragedias. Los Yazidíes están al borde del abismo. El mundo está inundado de odio entre divisiones religiosas.

Occidente malinterpretó al siglo XXI. Esta no es una era de ideologías seculares. Es una era de desecularización. Nuestro mayor desafío no es político, económico o militar. Es espiritual en el sentido más profundo. Nadie esperaba esto y nosotros no estuvimos a la altura de las circunstancias. Lo que salvó a Europa de la última época de guerras religiosas, en el siglo XVII, no fueron las armas sino las ideas: aquellas de Milton, Hobbes, Spinoza y Locke que expusieron las bases de la libertad religiosa y la sociedad libre. Hasta ahora, el siglo XXI estuvo marcado por una nueva serie de tecnologías sin precedentes, pero no por nuevas ideas.

Este es el desafío de nuestro tiempo y va a tomar una generación. Primero, debemos unirnos en la defensa de la libertad religiosa y el escandalosamente olvidado artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU.

La gente tiene derecho a practicar su fe, o su falta de ella, sin miedo. Pero sin acciones que Occidente tome con determinación, esto no va a pasar.Necesitamos un compromiso de los líderes de las grandes religiones para trabajar asegurando el derecho de las minorías religiosas en cada lugar del mundo donde tienen influencia. Ninguno de nosotros va a ganar si trabajamos solos: ni judíos, ni cristianos, ni musulmanes. La víctima no puede curar el crimen.

Hay un serio trabajo espiritual por hacerse. El siglo XVII frenó el conflicto religioso al quitarle el poder a la fe. Esto no funciona en una época en la cual los extremistas religiosos están tomando el poder. Acá necesitamos un coraje teológico. El peligro histórico en el monoteísmo ha sido la disposición de los creyentes a dividir a la humanidad entre los redimidos contra los infieles.

Para prevenir esto, el Génesis I, común al judaísmo, cristianismo y al islam, dice que cada ser humano, sin distinción de color, clase o credo, es en la imagen de Dios. La humanidad que compartimos precede nuestras diferencias religiosas. Hasta que estemos preparados para tomar esto seriamente, la gente va a seguir matando en el nombre del Dios de la vida y practicando la crueldad en el nombre del Dios de la compasión. Y Dios mismo llorará.

Lord Sacks se desempeñó como el gran rabino de las Congregaciones Unidas Hebreas del Commonwealth desde 1991 hasta el 2013.
[Artículo publicado en The Times, y RabbiSacks.org]


Número 573
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