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Periódico Judío Independiente
El fantasma de la guerra vuelve a surgir sobre el Golán
Sombras Siniestras en el Norte

Por Alejandro Wenger, especial para Comunidades
“La amenaza de un conflicto que estalle repentinamente entre Israel y sus enemigos es algo muy real” ( Gral. Amir Eshel, jefe de la Fuerza Aérea de Israel)

La posibilidad de que la guerra civil siria se extienda hacia países vecinos empezó a tomar forma a partir del momento en que milicias y fuerzas especiales de terceros países dieran inicio a su intervención en Siria. Hoy en día, operan en aquel país efectivos provenientes de Irán, Líbano, Arabia Saudita, Katar, Jordania, Turquía y otros. La lista está a punto de extenderse a Rusia, con la inminente llegada de los misiles antiaéreos S-300, los más avanzados del mundo, que serán operados directamente por cuadros rusos ante la imposibilidad de entrenar a tiempo a las tripulaciones árabes.


Una frontera tranquila.

El Golán fue para Israel una frontera tranquila desde 1974, cuando se produjeron los últimos enfrentamientos armados tras el fin de la Guerra del Iom Kipur. En aquella oportunidad, dos brigadas mecanizadas cubanas, aerotransportadas por la Unión Soviética y actuando por cuenta y orden de Hafez El-Assad (padre del actual presidente sirio), se trenzaron con el Ejército de Defensa de Israel (Tzahal) en un intento de tomar el control del Monte Hermón. El intento fracasó, y desde entonces se mantuvo una suerte de alto el fuego informal respetado por ambas partes. Este alto el fuego no fue violado ni aún en la Primera Guerra del Líbano, última oportunidad en que sirios e israelíes combatieron en forma directa.
La situación se mantuvo invariable hasta el año 2012. A partir de entonces, un incidente tras otro empezaron a tener lugar en los altos del Golán. Básicamente, disparos de armas livianas contra patrullas israelíes, o breves salvas de morteros contra posiciones militares, o por ejemplo, la pista de ski en las laderas del Hermón. Israel respondió en la mayoría de los casos simplemente con el silencio. Sin embargo, el 30 de enero pasado, trascendió la información de que aviones israelíes habían bombardeado el centro de desarrollo militar de Jamaraya, en los suburbios de Damasco. El ataque dejó víctimas, aunque sólo se confirmaron dos de ellas. Aunque Israel no lo reconoció, se cree que el bombardeo tuvo por finalidad impedir el traslado a Hezbollah de avanzado armamento iraní, llegado a Damasco por vía aérea.
¿Por qué razón Hezbollah recibiría estas armas? La respuesta es simple: es la retribución por enviar tropas de combate en apoyo del presidente Assad. Porque Hezbollah está sumamente comprometido con la causa del dictador sirio. Hezbollah, al igual que Assad, es un firme aliado de la República Islámica de Irán, tanto por razones religiosas como políticas. Irán necesita de Assad para reforzar a sus correligionarios libaneses y tener presencia militar en la costa mediterránea y frente a Israel. Hezbollah necesita de Assad para que sus líneas de suministro permanezcan abiertas, y Assad necesita de ambos para mantenerse en el poder. En cambio Katar, Arabia Saudita y los demás estados del Consejo de Cooperación del Golfo, buscan reducir la influencia de sus rivales persas en el mundo árabe.
El empecinamiento de Irán en mantener a Bashar El Assad en el poder es tan fuerte que ya ha enviado, además de armas, fuerzas especiales y asesores, un contingente de unos 7000 efectivos de la milicia Basij. Los Basij están especializados en la represión a opositores (al estilo de la Securitate rumana de la época comunista), pero al parecer fueron emplazados en el sur del Líbano, de modo de liberar a las tropas de Hezbollah de su misión de confrontar a Israel. La determinación de Teherán sólo se compara con la de la Federación Rusa. En efecto, el presidente Putin no parece tener reparos en hacer evidente su apoyo a Assad: ha enviado grandes cantidades de suministros para el ejército y la aviación siria, además de “asesores” e inteligencia. El día 7 de mayo de 2013, el respaldo de Putin al régimen sirio llegó más lejos que nunca: el presidente ruso ordenó acelerar la entrega de misiles antiaéreos S-300, además de los avanzadísimos proyectiles antibuque Yakhont, aptos para atacar a los barcos de la Sexta Flota norteamericana, y también Iskander-E, misiles balísticos terrestres con capacidad nuclear y química, con precisión suficientes para amenazar, por ejemplo, a las bases aéreas israelíes. El compromiso del Kremlin llegó a su clímax con la amenaza directa de Putin a Israel. “No vuelvan a atacar Siria”, le habría dicho el presidente ruso a Netanyahu. Todo este sofisticado material de guerra sería operado directamente por personal militar ruso, con lo cual un ataque israelí contra ellos podría desencadenar represalias de Moscú contra Israel. Cuando Netanyahu viajó a Rusia para intentar convencer a Putin de que cancelara sus envíos de armamento a Siria, las amenazas fueron reiteradas con dureza. Tanto la gestión de Netanyahu como las amenazas de Putin parecen haber fracasado. “Israel no va a tolerar la transferencia de armas de alta tecnología a grupos terroristas”, habría sido la respuesta del Primer Ministro, tan simple como categórica.


Bombas sobre Damasco.

Las razones de Moscú son primordialmente comerciales. Si hubiera un cambio de gobierno en Siria, se podría tender un gasoducto desde Katar (país rico en hidrocarburos gaseosos) capaz de abastecer a Europa y descartar así los suministros rusos de gas natural.
A Israel, la guerra civil siria no le modifica sustancialmente su perspectiva estratégica. Gane quien gane, seguirá siendo un país hostil. ¿Por qué entonces Israel bombardeó objetivos en las proximidades de Damasco, no una, sino tres veces?
Como ya se dijo, el primer bombardeo ocurrió el 30 de enero. Los ataques siguientes se produjeron entre los días 2 y 3 de mayo. Israel reconoció oficialmente sólo el segundo de ellos, el cual, dijeron los voceros, tuvo por finalidad destruir un cargamento de Fateh-110, cohete iraní de alta precisión, antes de que llegue a manos de Hezbollah. Pero el ataque del 3 de mayo fue sin duda el más devastador de todos. Una enorme explosión, que pudo ser vista desde Damasco como si fuera un pequeño hongo atómico (las imágenes pueden verse en YouTube.com), causó un sismo de 4 grados en la escala Richter. Se dice que una explosión seguida de temblores de tierra es producto de un enorme estallido subterráneo; el gobierno sirio reconoció 48 víctimas fatales, pero fuentes extraoficiales hablaron de 300 muertos, todos militares, inmediatamente después del ataque. Contando a los heridos, las bajas habrían llegado a las 2000
Nadie sabe exactamente qué había allí. Algunas versiones aseguran que las bajas pertenecían a la unidad de guerra química del ejército sirio; otras, al cuerpo de elite de la Guardia Republicana siria. Sea como fuere, la zona quedó acordonada para impedir la entrada de civiles, y los hospitales de Damasco colapsaron por la cantidad de heridos. Tampoco se sabe qué arma usó Israel en el bombardeo: aviones, bombas antibúnker, misiles crucero… algunos medios hablaron de “ataque balístico”. No fue tampoco la única actividad militar israelí: aparatos de la Fuerza Aérea sobrevolaron varias veces el valle del Bekaa, en tanto que tropas terrestres avanzaron de 5 a 7 kilómetros en territorio libanés, en la zona de la Granja de Shebaa, cerca de Har Dov, hasta ponerse frente a frente a las fuerzas iraníes.


Conclusiones.

La tensión disminuyó –levemente- luego de la festividad de Shavuot. No obstante, los norteamericanos decidieron, días más tarde, entregar a Israel la dotación de aparatos V-22 Osprey del buque de asalto anfibio USS Kearsarge, fondeado en Eilat. La urgencia de los hechos no permitía esperar al contrato de compra, firmado semanas antes entre Washington y Jerusalem. El Osprey es un híbrido entre avión y helicóptero que permite infiltrar comandos a grandes distancias.
Tanto Siria como los líderes de Hezbollah no se demoraron en amenazar a Israel. Desde bombardeos a sus ciudades a una guerra de desgaste en el Golán, no se privaron de nada en su menú de opciones. Hezbollah no está en su mejor momento, comprometido con sus combatientes en la guerra civil siria y desacreditado en el Líbano por el mismo motivo. Ni que hablar del ejército de Bashar El-Assad. Por lo tanto, sólo queda esperar una movida del gran titiritero del Medio Oriente: la República Islámica de Irán.
Habrá que ver qué sucede en las semanas y mese por venir.


Número 544
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