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A 40 años de la masacre de Munich, habla un sobreviviente
"Las autoridades alemanas se comportaron como amateurs"
Shaul Ladany es uno de los sobrevivientes del ataque terrorista en los Juegos Olímpicos de 1972, en el que murieron once atletas israelíes. A los 76 años, cuenta cómo escapó y revela detalles de aquella madrugada: "Cuando me despertaron pensé que se trataba de una broma", afirma.

"Alrededor de las 5.30 me despertó un compañero del piso de arriba y me dijo que Moshé Weinberg, coach de lucha, había sido asesinado por un terrorista. Lo primero que pensé era que se trataba de una broma. Al abrir los ojos y ver a mi compañero vestido caí en la cuenta de que no podía ser una broma. Ahí comprendí que algo malo estaba ocurriendo".
Shaul Ladany es profesor de ingeniería y vive en Israel. Tiene 76 años y un hablar pausado y cadencioso. Hace 40 años, integró el equipo de su país que participó de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972. Compitió en los 50 kilómetros marcha y es uno de los sobrevivientes del cruento ataque de un grupo terrorista palestino a la delegación israelí.
"Yo competí el 3-9, por lo que al otro día tuve mi primera jornada libre desde mi llegada a Múnich. A la tarde fuimos invitados, toda la delegación, a una gala de un famoso artista israelí y asistimos al camerino, detrás de las cortinas. Pasamos un hermoso momento juntos. De hecho, allí nos sacamos una foto grupal con el actor principal, fue la última foto de nosotros como grupo... la guardo con un cariño especial", cuenta Ladany. Pocas horas después de esa noche juntos se produciría la masacre en la Villa Olímpica.
Las preguntas casi no son necesarias. El profesor de ingeniería continúa con su relato: "Alrededor de la medianoche volvimos al hotel. Moshé me pidió el reloj alarma. Le dije que se lo daría, pero cuando yo volviera del comedor ya que tenía mucha hambre. Así que me fui solo a cenar. Cuando regresé al departamento, cerca de la 1, le dejé el despertador. Fue la última vez que lo vi".
El equipo israelí se alojaba en cinco departamentos, del 1 al 5. La distancia entre ambos era de sólo unos cinco metros, estaban pegados. Moshé estaba en el departamento 1, donde fue asesinado, y Laudany, en el 2.
"Cuando mi compañero me despertó salí del dormitorio y fui por el corredor; me asomé a la calle. No era consciente del peligro. Observé que en el edificio de al lado había un hombre con piel oscura, con ropa clara y un arma en su mano", hace una pausa, y sigue: "Comprendí que algo andaba mal. Entonces fui al segundo piso de mi departamento, ya que estaba comunicado por una escalera con el departamento 1. Desde allí vimos la sangre de Moshé, su cuerpo estaba tirado", cuenta. Luego de matar a Moshé, los terroristas tomaron rehenes del departamento 3.
La teoría de por qué no fueron al departamento número 2. "Cuando los atacantes le preguntaron a Moshé, que había recibido un disparo en la mejilla, dónde estaba el resto de la delegación, él los llevó al departamento 3 porque allí estaban los atletas más fuertes, como los levantadores de pesas y los que practicaban lucha. Muchos años después elaboré un pensamiento sobre por qué no fue atacado el edificio donde yo estaba: todo plan terrorista tiene una preparación, mapa y logística. Había un papel pegado con los nombres de quiénes estaban en cada departamento. Fueron los primeros Juegos en los que había computadoras con información de cada atleta. Los atacantes estaban al tanto de que en el departamento 2 dormían dos excelentes tiradores, y se sabía que uno de los ocho terroristas trabajó en la organización de los Juegos. Probablemente sabía que estaba permitido que los tiradores tengan sus armas y municiones consigo en sus habitaciones. Mi teoría es que no quisieron asaltar el edificio donde había tiradores armados. Tuve suerte de ser el único de atletismo en esa habitación. Igual, es sólo una teoría".

–¿Qué relación tenía con los once atletas asesinados?

–Cuando terminó todo me sentí decepcionado, aunque es verdad que no los conocía de antes. Los conocí en los Juegos y no tenía una relación cercana con ninguno. No es como perder un ser querido o un amigo de muchos años. Pero de todas maneras perdí compañeros y lo sufrí mucho.

–Cuarenta años después, ¿qué análisis hace del fallido operativo de rescate?

–Lamento que las autoridades hayan tomado decisiones amateurs. El lugar ideal para liberar a los rehenes era en la Villa Olímpica. O, en el peor de los casos, cuando estaban por subir al helicóptero para ir al aeropuerto. Ellos [los alemanes] quisieron mostrar al mundo que en la nueva Alemania todo era hermoso, con flores y colorido. No querían acción militar ante los ojos de los periodistas que estaban en la Villa. La forma en que planearon y ejecutaron todo fue muy decepcionante.

–¿Qué habría pasado si los rehenes fuesen alemanes?

–Todo habría sido distinto. Faltó alguien que tuviera testículos, faltó experiencia militar y coraje para mover al ejército. Dijeron que eso sólo lo hace el Parlamento y se hubiera tardado varias horas en conseguir ese permiso. No hubo un líder que se atreviera a mover a las fuerzas necesarias ante la gravedad de la situación. Fueron cobardes. Después de 35 años descubrí algo que los alemanes no quisieron hacer público. En el plan en el aeropuerto, en el avión, adentro, había un comando de cinco personas para actuar. Cuando se dieron cuenta del peligro, este comando abandonó el avión. Fue todo muy improvisado.

–¿Se arrepiente de algo que hizo o dejó de hacer esa madrugada?

–No me arrepiento de nada.

–¿Le molesta que le pregunten por la "Masacre de Múnich"?

–Para nada, no me molesta hablar de esto. Nunca me sentí un héroe ya que yo no elegí estar allí en ese momento. Me tocó y sobreviví. No creo en el destino, sólo hay cosas que uno no puede controlar. Yo no hice nada para sobrevivir.

–¿Soñó alguna vez con aquel 5 de septiembre?

–Nunca tuve pesadillas.

Fuente : Canchallena.com


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