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¿Estamos olvidando tener un amigo real ?
Por Prof. Rubén Najmanovich / Especial para Comunidades
En el mes de mayo pasado, en la noche del tikún de Shavuot, uno de los conferencistas, trajo a colación el tema de Facebook y las amistades virtuales. Basado en eso me coloque el objetivo que es para hoy en día, el concepto de amistad en muchas personas, principalmente en jóvenes.
Vivimos la generación del fast food, de Open 24 hours, de la imagen hollywodiana, de Boomerang, de jóvenes que todo pueden, del ya, del ahora, y si es cinco minutos más tarde, ya no sirve ; la generación de que la vida se tiene que obtener éxito hasta los 30 años, de amores descartables.
Entonces, no nos debe sorprender que el Facebook, el Twitter y otras redes sociales estén en boga. El problema que surge, es que la realidad se va dejando de lado, y todo es virtual, imaginario, ilusionario, y perdemos la noción del ser, ser nosotros mismos.
Dejamos a la vista de todos nuestra mayor riqueza, que es la intimidad, porque ella es el tesoro del ser humano. El Talmud en nombre de Rabí Shimon Bar Iojai dice: "Javrotenu o mitatenu", "tener amigos o somos seres “muertos”. La amistad, el poder conversar rostro a rostro, hace que podamos ver los ojos del otro, que son el espejo del alma.
¿Puede ser que se hayan banalizado las amistades así como otras relaciones?
Basado en un artículo del Rabino Benjamín Blech, tenemos la siguiente concepción, ¿al final ud. que disfruta más de lo real, o de lo virtual?. Leamos, conversemos, y entendamos que es imposible tomar un refresco con un amigo virtual .

Al ver la cantidad de amigos que las personas tienen en Facebook me avergüenzo. No me estoy comparando a celebridades que parecen tener millones en su círculo íntimo. Estoy hablando del ciudadano promedio como yo, que ha acumulado amigos llegando a las cinco cifras y parece estar expandiendo continuamente su círculo de relaciones cercanas.
¿Qué pasa conmigo? . El número de personas que considero verdaderos amigos no llega a los dos dígitos, a pesar de que soy una figura bastante pública con un gran número de conocidos.
Me molestó bastante hasta que finalmente lo entendí. No es que tenga menos amigos que otras personas, es simplemente que me niego a aceptar que la palabra "amigo" sea devaluada por la inflación verbal. No dejaré que una descripción que debería reservarse para las relaciones más cercanas y significativas sea mal utilizada en asociaciones pasajeras con individuos que no tienen la menor idea o interés en mis penas y alegrías. Yo creo que la inflación verbal es tan mala como la financiera. Degrada el valor de nuestras palabras al igual que la monetaria disminuye el valor de nuestras monedas. Recuerdo cuando el dólar valía algo; y, previo a la aparición de Facebook, me parece recordar que “amigo” significaba algo más que alguien que conozco por su dirección de e-mail.
Joseph Zabara, el poeta y médico hebreo del siglo 13, lo expresó de manera memorable: “La amistad es un corazón en dos cuerpos”. La amistad verdadera es un regalo de Dios. El nos dijo en la Toráh “no es bueno que el hombre esté solo”. Necesitamos comida para vivir, pero necesitamos amigos para que valga la pena estar vivos. Y los amigos, de acuerdo a Maimónides, tienen que demostrar su compromiso para ganarse este noble título.
A partir de las famosas palabras del libro Ética de Nuestros Padres, “Adquiere un amigo” (1:6), Maimónides explica que para que la amistad merezca ser llamada de esta manera, debe ser una experiencia tripartita. Un amigo debe ser, primero que nada, “un amigo para ayudar”. Debe ser alguien con el que puedas contar, preferentemente incluso sin pedir ayuda. Lo siguiente es que debe ser “un amigo para conversar”. Los amigos deben sentirse libres para comunicar sus pensamientos más profundos, sin importar cuán fuera de lugar les parezcan a los demás. Finalmente, un amigo debe ser “un amigo en perspectiva”. Debe haber una visión en común, objetivos y valores compartidos. ¿Difícil de encontrar? .Por supuesto. Es por eso que los amigos reales escasean. Y es por eso que encuentro ofensivo cuando la palabra es utilizada tan descuidadamente.
Cuando abro mi correo de Google, siempre encuentro notificaciones de extraños invitándome a su círculo de amigos. Apenas los conozco. Si su lista sugiriera simplemente relación de conocidos, no tendría problema en aceptar. Pero si los llamo amigos, ¿qué palabra debería utilizar para aquellos que quiero más que a mis parientes?.
He vivido muchas cosas en mi vida. Hubo momentos en los que disfruté grandes logros. En ellos aprendí la verdad de la observación de Oscar Wilde de que “hace falta una muy buena naturaleza para simpatizar con el éxito de un amigo” – sólo los amigos verdaderos compartieron mi alegría.
Hoy estoy pasando por un tiempo difícil. Los años traen consigo preocupaciones por la salud y la subsistencia. Los conocidos me dicen todas las cosas correctas, me desean el bien, y sé que son sinceros. Pero además tengo amigos que no sólo se preocupan por mis preocupaciones, sino que también las comparten conmigo. Y esto hace la diferencia.
Lo que sé hoy es que cada amigo real es un milagro. Los milagros tienen que ser atesorados, y no deben ser esperados como algo dado, como si tuviéramos automáticamente derecho a ellos. Los amigos en Facebook pueden ser cientos, pero no son los que realmente cuentan. Mi lista es mucho más corta, pero es, por lejos, más significativa. Y una cosa más. Le agradezco a D-os por cada amigo real, porque comprendo que tener incluso uno ha hecho que mi vida esté llena de bendición.


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