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Periódico Judío Independiente
Coronel (r) israelí Shaul Arieli:
“Es hora de avanzar por el camino de la paz”

Por Gabriel Bacalor (x)
El coronel (r) del ejército israelí Shaul Arieli, quien tuviera a su cargo la evacuación de los asentamientos judíos de la Franja de Gaza, ofrece su visión acerca de la realidad del Medio Oriente. Invitado recientemente a la Casa Blanca y al Consejo de Seguridad Nacional de los EE.UU., sostiene que la paz y la seguridad son las dos caras de la misma moneda.


-¿Qué consecuencias tiene para Israel la primavera árabe?
-Los levantamientos populares en el mundo musulmán, expresan un cambio de época, en el cuál las masas ya no temen a sus gobiernos y se expande la solidaridad regional. Israel no es el centro de interés en este proceso, pero debe aggiornarse para evitar el aislamiento regional. .
-¿Por qué la revolución en Siria aún no ha logrado los mismos resultados que en Egipto, Túnez y Libia?
-Una de las razones es el fuerte respaldo que recibe Assad de Rusia e Irán. En el caso de Rusia, el apoyo se debe a razones económicas y en el de Irán, al acceso que Siria brinda al mundo árabe sunita, así como las facilidades de paso que Siria ofrecería para abastecer con armas y provisiones a Hamás y Hezbollah, en caso de un conflicto bélico con Israel. De todas formas, creo que la salida de Assad es cuestión de tiempo. Entre los escenarios posteriores, podría ocurrir que su partido Baath sin Assad, lidere una transición ordenada, aunque tampoco descartaría la hipótesis de un cambio de mando más abrupto.
-¿Representa el programa nuclear iraní una amenaza para Israel?
-El programa nuclear de Irán es una amenaza para todo el mundo. A pesar de las advertencias de Ahmadinejad y Jaminei, la dirigencia iraní sabe que si Irán usara armas atómicas contra Israel, estaría decretando la desaparición de toda la región. La razón del desarrollo atómico de Irán no es destruir a Israel, sino garantizar la estabilidad del régimen islámico frente a las amenazas de occidente y profundizar la influencia chiita en el mundo musulmán. El éxito de su programa nuclear presionaría a Turquía, Egipto y Arabia Saudita a adquirir armas atómicas; y esta escalada armamentista no le conviene a nadie.
-¿Cómo puede afectar el triunfo de los Hermanos Musulmanes en Egipto, al tratado de paz entre ese país e Israel?
-Me cuesta creer que el ascenso de Mohamed Morsi en Egipto, pueda derivar en un conflicto bélico con Israel. La razón fundamental es que el ejército egipcio no está en condiciones materiales de sostener una guerra con Israel y además depende, económica y militarmente, de los EE.UU. Sin embargo, si Israel no avanza en el proceso de paz con los palestinos, se podría esperar un enfriamiento de la relación entre ambos países, con efectos negativos sobre las relaciones comerciales entre ambos. Por ello, insisto en la importancia para Israel de lograr un acuerdo con los palestinos, a la brevedad posible.
-¿Quiénes son los responsables del estancamiento en las negociaciones entre Israel y la Autoridad Palestina?
-Considero que parte de la responsabilidad en la suspensión de conversaciones directas, desde septiembre de 2010, corresponde al gobierno israelí. Netanyahu no acepta los llamados “términos de referencia” acordados en la Cumbre de Annapolis de 2007, que reconocen la creación de un Estado Palestino dentro de los límites del ´67 con intercambio de territorios, es decir, transfiriendo a Israel asentamientos judíos en Cisjordania a cambio de otras tierras.
-El gobierno israelí sólo pide que los palestinos reconozcan a su país como Estado Judío. ¿No le parece una demanda lógica?
-¿Por qué Israel no quiso negociar con los palestinos hasta comienzos de la década de 1990?. Porque los palestinos no aceptaban las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU, que implicaban el reconocimiento del derecho a la existencia de Israel. Ahora que nos dan lo que queríamos, tampoco nos alcanza y exigimos nuevas condiciones: el reconocimiento del Estado judío, el manejo del agua, el control del espacio radioeléctrico...
-Netanyahu dice que un estado palestino en Cisjordania, comprometería la seguridad de Israel. ¿Cuál es su visión al respecto?
En caso que hubiera un acuerdo, ese estado palestino estaría completamente desmilitarizado; las fuerzas de seguridad palestinas se encargarían de los asuntos internos, y habría efectivos de la OTAN para garantizar la paz en las fronteras. Además, el ejército israelí contaría con autorización para utilizar el espacio aéreo del nuevo estado y dispondría de estaciones de alerta temprana para la prevención de eventuales ataques. En este contexto, si la seguridad de Israel se viera comprometida y decidiera intervenir militarmente, tomaría sólo unos pocos días recuperar el control del terreno.
-Aún así, ¿se podría decir que en caso de avanzar hacia un acuerdo, Israel estaría asumiendo un riesgo?
- Ni la guerra ni la paz son pólizas de compañías de seguros. Siempre se asumen riesgos; pero es necesario preguntarse cuáles son los escenarios posibles y evaluar los pros y contras de cada uno. El primer escenario sería alcanzar, primero, un acuerdo con los palestinos y más adelante con Siria, cuando en ese país las cosas estén más claras. En base a la propuesta de paz de la Liga Árabe, Israel normalizaría sus relaciones con el mundo musulmán pero, también, estaría asumiendo el riesgo de una intensificación del conflicto. Sin embargo, está claro que la profundización del status quo no es una alternativa inteligente para ninguno de los pueblos, pues nos conduce inexorablemente a la intensificación del problema. Por ello, yo sostengo que, en este difícil balance de intereses, acordar con los árabes es lo mejor para Israel.
-¿Por qué el gobierno israelí autoriza la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania?
-La mayor parte de la gente cree que es por razones de seguridad. Se debe a determinantes políticos y sobre todo ideológicos, enraizados en la contradicción existente entre el sionismo nacional y el religioso. Los sionistas religiosos consideran que el derecho divino del Pueblo de Israel sobre la Tierra de Israel, se sobrepone a cualquier otro derecho, entre ellos al de autodeterminación del pueblo palestino. El partido Likud tiene actualmente una fuerte influencia de sionistas religiosos.
-Un sector de la derecha israelí, sostiene que Jordania debería ser el Estado Palestino. ¿Cuál es su postura en relación a esta iniciativa?
-La propuesta carece de racionalidad histórica, jurídica y militar. Ya en el acuerdo de Sykes-Picot de 1916, un año antes de la Declaración Balfour, estaba claro que en la actual Jordania se erigiría un estado árabe. De hecho, en 1919, durante la Conferencia de Paz de París, el movimiento sionista reclamó para su territorio 18.000 kilómetros cuadrados, y no los 90.000 kilómetros cuadrados que hoy involucran a Israel y Jordania. Por ende, plantear que Israel “renuncia” a Jordania para que sea el estado palestino, es una falacia histórica. Además, no existe ninguna forma de trasladar a Jordania a casi un millón y medio de árabes israelíes y a dos millones y medio de árabes cisjordanos. Finalmente, en el plano militar, Israel empeoraría drásticamente su posición estratégica, ya que en lugar de lidiar con un estado palestino desmilitarizado tendría que hacerlo con las fuerzas armadas jordanas.
-Usted fue uno de los principales militares que sugirió a Ariel Sharon la construcción de la barrera de separación entre Israel y Cisjordania. ¿Ofrece esta barrera la seguridad que esperaba?
-Cuando desde el Consejo de Paz y Seguridad, pedimos a Sharon que construyera la barrera, lo hicimos en base a criterios de defensa. Lamentablemente, su construcción ha respondido a argumentos políticos y de colonización. Esta situación nos llevó a brindar asesoramiento a la Corte Suprema de Justicia de Israel, la cual, finalmente, exhortó al ejército a realizar ciertos cambios que requeríamos. En la actualidad, la barrera colabora con la seguridad de Israel, pero también debemos reconocer que el principal factor de reducción de los atentados suicidas, es la cooperación bilateral entre las fuerzas de seguridad que comanda el Presidente Abbas y el ejército israelí.
-¿Continúa considerando que esta clase de obstáculos garantizan la seguridad?
-Las barreras por sí solas no brindan seguridad. Observemos sino a la Franja de Gaza, donde Israel ha construido una barrera similar y sin embargo, no ha logrado evitar el terrorismo. En el caso de la barrera de Cisjordania, ya se construyó el 60% de los 800 kilómetros planificados y presenta 3 importantes brechas, pero la separación más significativa es la evidente disparidad socioeconómica. El ingreso per cápita cisjordano es 15 veces menor que el israelí. Si tomamos como parámetro de comparación la misma relación entre Méjico y Estados Unidos, que es de cuatro veces, se puede comprender la magnitud de la disparidad que separa la barrera.
-De acuerdo a la Ley de Jerusalén sancionada por la Knesset en julio de 1980, esta ciudad es la capital indivisible del Estado de Israel. ¿Qué ocurre en la práctica?
-Jerusalén está dividida en casi todos los aspectos de la vida comunitaria. Los 300.000 árabes que viven en Jerusalén Oriental tienen sus propios sistemas de educación, de salud, de transporte, de esparcimiento, de comercio y de industria. El desinterés de la policía israelí por lidiar con el alto nivel de delincuencia y pobreza en esa parte de la ciudad, ha generado la anarquía necesaria para que Hamas se haga del control político de Jerusalén Oriental y acabe imponiéndose, en absolutamente todos los barrios, durante las últimas elecciones al parlamento palestino.
-¿Qué soluciones considera factibles de implementar para resolver el problema de los refugiados palestinos?
-A pesar de lo que muchos piensan, existe alto consenso entre Israel y la Autoridad Palestina respecto a este tema. Desde 1988, la OLP acepta que una solución justa al problema de los refugiados, no puede poner en riesgo el equilibrio demográfico de Israel. Además, de los 5 millones de palestinos que la agencia UNRWA de la ONU señalaría finalmente como refugiados, más del 50% ya viven actualmente en Israel, Cisjordania y Gaza; mientras la mayor parte de los que habitan fuera de estos territorios, no manifiestan intención de volver. En síntesis, los palestinos reclamarían esencialmente resarcimiento económico y quienes soliciten el otorgamiento de una ciudadanía, serán mayormente incorporados al estado palestino, mientras que EE.UU., Canadá, Argentina e incluso Israel, habilitarían un número simbólico de ciudadanías, como parte del acuerdo.
-¿Cree que Abu Mazen verdaderamente quiere la paz con Israel?
-Abu Mazen quiere un estado palestino, y sabe que el medio para lograrlo es un acuerdo con Israel. Por ese motivo, y no por amor a Israel, acepta los términos de referencia de la cumbre de Annapolis; en tanto quién lo rechaza es el gobierno israelí cuando cuestiona los límites de 1967 como base del acuerdo. Los términos de referencia equivalen a las líneas amarillas que demarcan una ruta. En una ruta podemos trazar dos cruces, cuatro carriles u ocho semáforos y nada de eso va a modificar nuestro destino. En cambio, si transgredimos las líneas amarillas, vamos a terminar en cualquier parte.
-¿Qué puede hacer América Latina para facilitar el diálogo?
- El mundo se encuentra en un proceso de cambio. Frente a la actual crisis económica internacional, los latinoamericanos deben comprender que juegan un rol mucho más importante que antes. Pienso que es fundamental que Latinoamérica ofrezca soporte político, económico y diplomático al Presidente Abbas, para que pueda enfrentar a los grupos terroristas opositores y financiados por Irán. Asimismo, es importante que los comunicadores eludan la tentación mediática de demonizar al Estado Judío, actitud en la que frecuentemente incurren ciertos periodistas vinculados a las izquierdas latinoamericanas y que, en cambio, brinden su apoyo a quienes, desde Israel, trabajamos tenazmente para alcanzar soluciones negociadas.
*El autor es director general de Bacalor Strategic Consulting: www.bacalor.com


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