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Periódico Judío Independiente
La problematica del insomnio
Noches en vela

Por Susana Grimberg. Psicoanalista y escritora
“Apreciamos la fina música, los bellos cuadros, mil delicadezas, pero no sabemos lo que de ellas han costado a quienes las inventaron, de insomnios, de llanto, de risas espasmódicas, de una angustia de morir que es peor que todo eso”. ( Marcel Proust. Le côté de Guermantes)

Hace unos días, una persona me dijo que las palabras dormir y morir son muy similares y que solo una letra las diferencian. Me sorprendió la comparación porque no lo había notado. En consecuencia pensé: ¡cómo para no pasar las noches en vela! “Cuando uno se acuerda de la muerte, no se siente seguro en la vida” Dicho idish
Hace un año atrás, cuando falleció un tío muy querido por mí y por todos, el tío David, un familiar me dijo: “Es una muerte reservada a los santos. Pasó de un sueño a otro”. Yo había conversado con él unos días antes, cuando cumplió sus bien vividos noventa años.
El insomnio o la resistencia a dormir
Todos sabemos que el insomnio es un trastorno del sueño que consiste en la dificultad para dormir y que puede suceder por varios motivos: porque cuesta conciliar el sueño, porque se sueña en etapas porque se producen varios “despertares” durante la noche, o porque se da un acortamiento del sueño, acompañado por un sorpresivo despertar. Los que lo padecen dicen que esta situación, les genera cansancio y les afecta en la vida diaria sobre todo a las mujeres y gente mayor.
Distintas substancias de consumo habitual, pueden “despertar”, el insomnio: el café, el cigarrillo y el alcohol, además de drogas estimulantes. También, hasta los mismos hábitos de la vida cotidiana pueden interferir en el sueño normal y generar insomnio, tales como el estrés, un entorno muy ruidoso, cambios de horarios, etc. Esto produce una irritabilidad generalizada, síntoma nervioso frecuente relacionado con la neurosis de angustia, como nos enseña S. Freud. La hiperestesia auditiva es un síntoma esencial, que explica el íntimo vínculo entre impresiones auditivas y terror, además de ser a menudo la causa del insomnio. El terror nocturno (pavor nocturnus de los adultos), no es nada más que una variedad del ataque de angustia. También el pavor nocturnus de los niños, dice Freud, es una manifestación de la neurosis de angustia.
La neurosis de angustia, caracterizada por la irritabilidad, el estado de expectativa angustiada, fobias, insomnio, es el efecto de diversos desórdenes de la vida sexual como la abstinencia forzosa, la relación sexual inconclusa o interrumpida (que no culmina en el goce), los esfuerzos sexuales que sobrepasan la capacidad psíquica del sujeto, etc.
En otro orden de cosas, Sigmund Freud expresa que ciertos neuróticos, particularmente insomnes, confiesan que su insomnio fue inicialmente deliberado porque no se atreven a dormir porque sienten temor de sus sueños, vale decir, sentían temor de las consecuencias de esa disminución de la censura. Mas, no por eso el retraimiento de la censura significa un descuido grave porque como el estado del dormir paraliza la motilidad, por más que nuestros propósitos maliciosos empiecen a removerse, no son capaces de hacer otra cosa más que un sueño, inocuo en la práctica. A este tranquilizador estado de cosas alude la muy razonable observación que el durmiente suele hacer: «Es sólo un sueño». Por eso le damos permiso y seguimos durmiendo.
Quiero destacar que el sueño es el guardián del dormir. Tanto Freud como Jacques Lacan, enfatizan esa función.
El sueño interpreta el deseo del soñante que, para evitar la censura, aparece disfrazado, resultado del trabajo de elaboración onírica.
El trabajo del sueño hace que lo simbólico se exprese por medio de imágenes, las cuales vuelven a ser puestas en palabras de un modo tal que se realice esa función de mensaje que el sueño tiene.
Lo que resta del sueño es entonces un “texto”, un texto sagrado dice Freud y ese texto, esa letra, es la que llama a la interpretación.

El otro insomnio
En este sub-título, el insomnio aparece como si fuera una visita inesperada, cuyo nombre es Insomnio, una visita que llega de noche y hace que la noche, sea a veces, una noche más oscura que cualquier otra noche.
Sin embargo, hay oscuridades que no sólo aclaran los sentidos sino que iluminan la creación.
Es interesante leer lo que Borges responde respecto de la pregunta sobre qué es el insomnio. “La pregunta es retórica; sé demasiado bien la respuesta. Es temer y contar en la alta noche las duras campanadas fatales, es ensayar con magia inútil una respiración regular, es la carga de un cuerpo que bruscamente cambia de lado, es apretar los párpados, es un estado parecido a la fiebre y que ciertamente no es la vigilia, es pronunciar fragmentos de párrafos leídos hace ya muchos años, es saberse culpable de velar cuando los otros duermen, es querer hundirse en el sueño y no poder hundirse en el sueño, es el horror de ser y de seguir siendo, es el alba dudosa”.
Transcribí el párrafo completo, pues Borges, alejado del discurso médico, nos habla de lo que puede sentir cualquiera de nosotros, en los momentos de insomnio.
Franz Kafka, en “Cartas a Milena”, dice: “Ante todo, le diré que desde hace quince días padezco de un creciente insomnio. No lo tomo a la tremenda; estas rachas van y vienen y siempre tienen sus causas. Pero lo cierto es que los perío¬dos de insomnio lo vuelven a uno pesado como un tronco y, al mismo tiempo, inquieto como una bestia salvaje.
Sigmund Freud en su libro sobre “La interpretación de los sueños”, como era su proceder, lee, escucha, en el lenguaje cotidiano y descubre que hay una verdad en el decir profano acerca de los sueños, que no concuerda con el saber científico de su época. Esa verdad está ya dicha, escrita en el Talmud, en el cual los sueños, por encima de toda superstición o poder de predicción, tienen un valor esencial para el soñante, explicitando también que deben ser contados, puestos en palabras, dado que el sueño cumple una función de mensaje dirigida a quien supiera escuchar, que no era cualquiera sino alguien autorizado como el rabí, el maestro, también, el psicoanalista.
En los pueblos de la Antigüedad, los sueños eran considerados mensajes de los dioses. La concepción hebraica compartía esa idea con una diferencia importante, la de diferenciar adivinación de profecía.
Si bien el profeta predecía el porvenir, lo esencial era su función de sacudir, despertar en el hombre una verdad. En el doble registro de verdad y predicción se desarrollan las concepciones talmúdicas acerca de los sueños. Yo agrego, la importancia de la interpretación:
“Un sueño que no se interpreta es como una carta que no se lee”. Berajot. Cap IX. Rabí Jisda. Talmud de Babilonia.

Elogio al insomnio
Desde una mirada distinta, el escritor y editor mexicano Alberto Ruy Sánchez, autor de “Elogio del insomnio”, cuenta en una entrevista que, desde niño, cuando llegaba el momento en el que todos estaban dormidos, él seguía despierto y no sólo no padecía del insomnio sino que lo gozaba. Además, agregó que se había dado cuenta de que el insomnio era un gran incomprendido. Y añade que habría que reivindicarlo por tratarse de una zona inigualable de libertad del cuerpo y la mente, un tiempo dentro del tiempo: un regalo de vida. “Tener insomnio puede ser un privilegio y no una enfermedad”.
Quiero concluir, para reflexionar, con el párrafo final de la nota del escritor Luis Gusman “Mil noches en blanco” (Revista Ñ 26/07/11): “Quizás el insomnio no puede ser reintegrado a la continuidad del tiempo lineal. Sería un destiempo, una interrupción en la cadena cronológica de la convención. Hay una necesidad humana de reintegrarlo incluso a la categoría de lo indeterminado”.


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