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No cesan las masacres
La razón real para intervenir en Siria

Por James Rubin. (x)
Cortar la conexión de Irán hacia el Mar Mediterráneo es un precio estratégico que vale la pena el riesgo
No terminamos con la posibilidad de un ataque israelí a
Irán. Dado que la actual ronda de negociaciones, con los
principales poderes mundiales, no cambiará el programa
nuclear de Irán, el interrogante de un ataque israelí
sobre las instalaciones nucleares de Irán es probable
que, mas adelante y durante este año, retorne al
escenario central.
Además de la realista diplomacia y las sanciones
económicas, hay un paso importante que EEUU puede tomar
para cambiar los cálculos de Israel: ayudar al pueblo de
Siria en su batalla contra el régimen del Presidente
Bashar al-Assad.
El programa nuclear de Irán y la guerra civil de Siria
pueden parecer desconectados pero, de hecho, están
ligados de manera inextricable. El temor real de Israel
(perder su monopolio nuclear y, por tanto, la capacidad
de usar sus fuerzas convencionales a su voluntad a
través de Medio Oriente) es el factor no - reconocido
que conduce a su toma de decisión hacia la República
Islámica. Para los líderes israelíes, la real amenaza de
un Irán con armas nucleares no es la perspectiva de un
líder iraní insano que lanza un ataque nuclear
no-provocado sobre Israel, que pudiera llevar a la
aniquilación de ambos países. Es el hecho que, Irán, ni
siquiera necesita probar un arma nuclear para socavar la
influencia militar israelí en Líbano y Siria. Solo
alcanzando el umbral nuclear puede envalentonar a los
líderes israelíes para recurrir a sus apoderados en
Líbano (Hezbollah), para atacar a Israel, sabiendo que
su adversario tendría que pensar, con atención, antes de
devolver el golpe.
Allí es donde entra Siria. Es una relación estratégica
entre la República Islámica y el régimen de Assad que
hace posible que, Irán, socave la seguridad de Israel.
Durante tres décadas de hostilidad (entre Irán e
Israel), nunca ocurrió una confrontación militar directa
(sino a través de Hezbollah, que está sustentado y
entrenado por Irán a través de Siria), la República
Islámica probó ser capaz de amenazar los intereses de
seguridad israelíes.
El colapso del régimen de Assad podría romper esta
peligrosa alianza. El Ministro de Defensa Ehud Barak,
posiblemente el tomador israelí de decisiones más
importante en este tema, recientemente dijo a Christiane
Amanpur de CNN que la caída del régimen de Assad “será
un golpe principal al eje radical, un golpe principal a
Irán… Es la única clase de puesto de avanzada de
influencia iraní en el mundo árabe… y debilitará,
dramáticamente, tanto a Hezbollah en Líbano como a Hamas
y Jihad Islámica en Gaza”.
La rebelión en Siria dura ya más de un año. La oposición
no se va, y es abundantemente claro que ni la presión
diplomática ni las sanciones económicas forzarán a Assad
a aceptar una solución negociada a la crisis. Con su
vida, su familia, y el futuro de su clan en juego solo
la amenaza o el uso de la fuerza cambiarán la postura
del dictador sirio. Ausente de intervención extranjera,
la guerra civil en Siria solo empeorará ya que los
radicales se apuran para aprovechar el caos y, el
desborde -hacia Jordania, Líbano y Turquía- se
intensifica.
La administración del Presidente estadounidense Barack
Obama fue comprensiblemente cautelosa en comprometerse
en una operación aérea en Siria similar a la campaña en
Libia, por tres razones. A diferencia de las fuerzas de
oposición libias, los rebeldes sirios no están unidos ni
tienen territorio. La Liga Árabe no llamó a una
intervención militar exterior, tal como lo hizo en
Libia. Y los rusos, patrocinadores de larga data del
régimen de Assad, se oponen incondicionalmente.
Libia fue un caso más fácil. Pero, aparte del loable
resultado de salvar muchos miles de civiles libios del
régimen de Muammar Qaddafi, no tuvo consecuencias
duraderas para la región. Siria es más fuerte pero el
éxito allí sería un acontecimiento transformador para
Medio Oriente. No solo otro implacable dictador
sucumbiría a la masiva oposición popular, sino que Irán
ya no tendría un punto de apoyo en el Mediterráneo desde
el cual amenazar a Israel y desestabilizar la región.
Una intervención exitosa en Siria requerirá de un
sustancial liderazgo diplomático y militar desde EEUU.
Washington debería comenzar declarando su voluntad de
trabajar con aliados regionales ( como Qatar, Arabia
Saudita y Turquía) para organizar, entrenar y armar a
las fuerzas rebeldes sirias. El anuncio de esa decisión
causaría, por sí misma, sustanciales deserciones en las
fuerzas militares sirias. Entonces, usando territorio en
Turquía y, tal vez, en Jordania, diplomáticos
estadounidenses y representantes del Pentágono podrían
comenzar a fortalecer y unificar a la oposición. Una vez
que la oposición conozca que la ayuda externa real está
en camino, será posible construir, tiempo mediante, un
liderazgo político coherente basado en el Consejo
Nacional Sirio así como un comando manejable y una
estructura de control para la Free Syrian Army, ambas
debilitadas y divididas. Esto será difícil y llevará
tiempo pero recordemos que la guerra civil siria está
destinada a continuar durante años, ya sea si el mundo
exterior interviene o no.
Un segundo paso, que merece una seria consideración, es
asegurar el apoyo internacional para una operación de
coalición aérea. Rusia nunca armara una misión como esa,
de manera que es inútil gestionar a través del Consejo
de Seguridad de Naciones Unidas. Y dada la renuencia de
algunos Estados europeos, la OTAN será, también,
difícil.
Por tanto, esa operación tendrá que ser una combinación
única entre los países occidentales y Medio Oriente.
Dado el extremo aislamiento de Siria dentro de la Liga
Árabe, seria posible ganar un fuerte apoyo de la mayoría
de los países árabes, liderados por Arabia Saudita y
Turquía. El liderazgo estadounidense es indispensable
dado que, la mayoría de los países clave, seguirán solo
si Washington lidera.
A algunos les preocupa que la participación de EEUU
ponga en riesgo una confrontación con Rusia. Sin
embargo, el ejemplo de Kosovo- donde la OTAN fue a la
guerra contra otro aliado ruso mientras que, Moscú, no
hizo más que quejarse, muestra otra cosa. En ese caso,
Rusia tenía genuinos lazos étnicos y políticos con los
serbios (que no existen entre Rusia y Siria). Manejar la
reacción de Rusia respecto a la intervención externa
será difícil, pero no exagerada.
Armar a la oposición siria y crear una fuerza aérea de
coalición para apoyarlos es un abordaje de bajo-costo y
muy rentable. Si una operación aérea podría solo crear
una zona de exclusión aérea, que mantiene los aviones y
helicópteros del régimen o conduce ataques aire-tierra
sobre los tanques y artillería sirios, debería ser el
tema del inmediato planeamiento militar. Y, como destacó
el ministro de Defensa israelí, Barak, las defensas
aéreas sirias pueden ser mejores que las de Libia, pero
no rivalizan con la fuerza aérea moderna.
El mayor punto es que, en tanto Washington permanece
firme en que las tropas terrestres estadounidenses no
seran desplegadas (al estilo Kosovo y Libia), el costo
para EEUU será limitado. La victoria no vendría rápida o
fácil, pero llegará. Y el rédito será sustancial: Irán
quedara aislado estratégicamente, incapaz de ejercer su
influencia en Medio Oriente. El régimen resultante en
Siria consideraría a EEUU más como un amigo que como un
enemigo. Washington ganaría el reconocimiento importante
luchando por los pueblos en el mundo árabe, y no por los
regímenes corruptos.
Con la República Islámica privada de su entrada al mundo
árabe, las razones lógicas israelíes para un ataque a
sus instalaciones nucleares disminuirían. Un nuevo
régimen sirio podría, incluso, reanudar las congeladas
conversaciones de paz respecto a las Alturas del Golán.
En Líbano, Hezbollah sería cercenado del auspicio iraní,
dado que Siria ya no podría ser más un punto de tránsito
para el entrenamiento, la asistencia y los misiles
iraníes. Todos esos beneficios estratégicos, combinados
con el propósito moral de salvar decenas de miles de
civiles del asesinato en manos del régimen de Assad,
unos 12.000 ya fueron asesinados, de acuerdo con
activistas- hacen de la intervención en Siria un riesgo
calculado que vale la pena tomar.
Con el velo del temor levantado, el pueblo sirio está
determinado a luchar por su libertad. América puede y
debe ayudarlos y haciéndolo ayudan a Israel y a reducir
el riesgo de una guerra bastante más peligrosa entre
Israel e Irán.

Fuente: Cidipal.James P. Rubin fue asistente del Secretario de Estado durante la administración de Bill Clinton.




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