David Harris, Director del American Jewish Comitee
En unos días, Israel su 64° cumpleaños. A la mayoría de los países, ese número les haría encogerse de hombros. No es el caso de Israel. Considerando su extraordinaria historia, cada cumpleaños es motivo de celebración-y admiración. Es una historia singular -y vuelve locos a los enemigos de Israel. A pesar de todos sus intentos, no han logrado eliminar la voluntad de Israel de sobrevivir, ni su capacidad de prosperar. ¿Cómo puede ser que esta diminuta nación, del tamaño de Nueva Jersey o Gales, se haya podido defender tanto en las buenas como en las malas de adversarios decididos, generosamente financiados, y numerosos?¿Cómo puede ser que esta pequeña porción de territorio, que representa el uno por ciento del tamaño de Arabia Saudita, y carecía de recursos naturales hasta los recientes descubrimientos de gas natural submarino, se haya podido catapultar al nivel superior de las naciones desarrolladas?. ¿Cómo puede ser que se haya desplegado la bandera de la democracia en Israel en 1948, que se ha preservado en ese aislado oasis hasta el presente, rodeado por lo que el mundo actual debería comprender cómo una cultura donde prevalece el despotismo, el régimen de excepción, la tortura, el clientelismo, y la corrupción?.No, Israel no es perfecto. Por supuesto que no. Y sí, Israel, al igual que otras sociedades democráticas, sigue siendo en gran medida un trabajo en curso. Aún queda mucho por hacer respecto de las relaciones entre judío y judío, judío y árabe, democracia y religión, y ricos y pobres. Más aún, la búsqueda de una paz duradera - mucho más difícil de lo que los editorialistas del Financial Times o del New York Times nos quieren hacer creer - plantea preguntas difíciles y conflictivas respecto de la mejor manera de lograrlo, incluso si resulta posible en el escenario regional actual. Estos problemas no desaparecerán pronto. Sin embargo, el cumpleaños de Israel nos da la oportunidad de detenernos, inspirar profundamente, y maravillarnos ante los logros alcanzados. Un pueblo antiguo, nacido y arraigado en esta tierra, ha construido un estado moderno y dinámico.La antiquísima plegaria del pueblo judío, "el año próximo en Jerusalén", ahora es este año.
El recuerdo que trae el salmista de las lágrimas derramadas en el exilio de Babilonia ha sido reemplazado por la alegría del retorno al hogar.
Se ha restaurado un idioma de antaño.
Una tierra seca y yerma se ha tornado exuberante con los frutos de la tierra.
Un pueblo diezmado por la Solución Final nazi fue sujeto de una regeneración soberana sólo tres años después del Holocausto.
Una nación que debió hacer frente a una guerra de extinción en su primer día - e implacablemente a partir de allí a más guerras, olas de terrorismo, boicots económicos, incitaciones que hielan la sangre, ataques a su legitimidad, y mucho más - nunca ha cedido ni se ha rendido.A pesar de las amenazas omnipresentes, los israelíes han abrazado la vida a pleno, sin sucumbir a una mentalidad de bloqueo, ni perder el deseo de una paz duradera y de normalidad.
La sociedad israelí se ha desarrollado velozmente, enriquecida por las olas de nuevos inmigrantes. En los últimos años, por ejemplo, miles de cristianos y musulmanes africanos han arriesgado sus vidas, cruzando países inhóspitos como Egipto, para buscar una nueva vida en Israel, como habrán adivinado ustedes correctamente. Es difícil ver el Israel real si la única lente a través de la cual se lo mira son los medios de comunicación obsesionados por el conflicto. En realidad, hoy día Israel es una sociedad dinámica, multicultural y abierta.Quienes lo visitan por primera vez inevitablemente se sorprenden.
Frecuentemente esperan encontrarse con colores oscuros, una mentalidad siniestra, y la sombra de la guerra. En lugar de ello, rápidamente descubren por qué Lonely Planet designó a Tel-Aviv como la tercera ciudad más modernamente atractiva de 2011, y por qué el Informe de Desarrollo de Naciones Unidas de 2010 ubicó a Israel No. 15 entre las naciones del mundo –antes de Gran Bretaña y Dinamarca y poco después de Francia- en términos de educación, salud, y otros índices de una sociedad avanzada.
También podrán saber que los israelíes han ganado más Premios Nobel que la totalidad de los países que los rodean. O que, increíblemente para una nación de solo siete millones, las empresas de high-tech –prominentes en campos como biotecnología, energía alternativa, y comunicaciones- ahora ocupan el segundo puesto, después de EE.UU., en la cantidad que cotiza en la bolsa de valores NASDAQ.
Considera al árabe como un idioma oficial del país, y se encuentran en todas partes mezquitas e iglesias donde se practica el culto. Y quizás por encima de todo, quienes visitan Israel encuentran un espíritu nacional fuertemente arraigado y omnipresente, difícil de describir en palabras. A propósito, si tal vez más de los adversarios israelíes lo miraran de cerca y con los ojos bien abiertos en lugar de juzgarlo a ciegas y a la distancia, llegarían a comprender dos cosas. Primero, Israel está muy lejos del lugar en el que lo han instalado en sus estrechas mentes. Segundo, los israelíes no serán derrotados en su determinación de defender su país.
Se cuenta que D’s se puso tan furioso con el lamentable estado del mundo que anunció que en dos semanas caería un nuevo diluvio sobre el planeta. En respuesta, el presidente francés dijo a la nación que, como el fin estaba cerca, no se trabajaría más e instaba a todos a disfrutar la joie de vivre. El primer ministro italiano anunció que, faltando sólo 14 días, todos los italianos debían aprovechar la dolce vita. Entretanto, el primer ministro israelí informó al pueblo. “Tenemos exactamente dos semanas para aprender a vivir bajo el agua”.
Y eso lo dice todo.
A través de coraje, inspiración, sacrificio e innovación, y luchando contra viento y marea, los israelíes han construido un país notable en su patria ancestral. El trabajo aún no está terminado y los desafíos son numerosos, Pero en 63 cortos años, los israelíes han probado cuánta razón tuvo el fallecido Primer Ministro David Ben-Gurion cuando dijo: “En Israel, para ser realista se debe creer en milagros”.
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