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Antisemitismo en Argentina
El 14/ 07/ 11 he tenido la casual oportunidad de leer en el Diario AMBITO FINANCIERO un artículo que habla sobre el antisemitismo en Argentina, bajo el título: "DISCRIMINACION A JUDIOS EN SONDEO". En éste, palabras más o menos, se informa que según encuestas efectuadas, el 30 % de la población argentina no desea tener un vecino judío. Si nos detenemos a pensar en la mentada población, y su número actualizado, comprobamos según información de INTERNET, que la misma, al año 2010, ascendía a 40.091.359 habitantes.
Efectuando los cálculos de rigor, cohonestamos que la escandalosa cantidad de 12.027.407 de nuestros conciudadanos (de quienes naturalmente debemos descontar los niños), siempre remitiéndonos a los datos obtenidos y volcados por el periodista en el artículo bajo exámen, no desean compartir sus vidas con un judío, y preferirían que ni siquiera fuera su vecino. Como judíos habitantes de estas tierras, de ser los guarismos denunciados correctos, este devastador hallazgo nos debe hacer reflexionar seriamente. El primer pensamiento que me asalta es el que me dice: ¿Será Argentina un país seguro para nosotros ? Y al segundo, otro: ¿La historia de persecuciones y asesinatos, ya vivida por nuestros abuelos y padres en la Europa del siglo pasado, volverá a repetirse algún día en este País ? Y el definitivo: ¿ Qué debemos hacer como judíos ante esta alarmante realidad ?
Y me contesto que: Cuando un Luis Angel D'Elia, o Fernando Esteche, (dirigente de la Organización Quebracho), por nombrar a algunos, son exclusivamente juzgados por nuestros Tribunales, por sus actos o dichos, pero no reciben como reprimenda, a sus deleznables actuaciones, el merecido reproche de la sociedad argentina en su conjunto, estamos frente a un mal síntoma.
Cuando los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA, con decenas de muertos, no tan sólo judíos, sinó también gentiles, han quedado circunscriptos en su recordación, al limitado círculo judío, a pesar del empeñoso afán de las autoridades argentinas de turno, de hacerlo aparecer como un atentado contra la República, es un mal síntoma.
Cuando la dirigencia argentina mantiene más que aceitados vínculos con gobiernos como el de Venezuela, Bolivia y Cuba, que no disimulan su entusiasmo en aplaudir al régimen iraní, acérrimo enemigo del Estado de Israel y negacionista confeso del holocausto sufrido por nuestro pueblo, estamos ante un mal síntoma, ya que por un lado se aboga por los derechos humanos y se comparten palcos en los aniversarios de los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel, pero por el otro, se abstiene la crítica ante los infundios antisemitas o antisionistas propalados por los "presidentes aliados".
Hoy sin demasiadas sorpresas, tristemente comprobamos que una parte importante del tejido social argentino está enfermo. Está enfermo de racismo, y ese racismo se llama antisemitismo o Judeofobia. El antisemitismo unicamente puede brotar en un ambito en donde reina la ignorancia y la confusión. El golpe es contra el mas débil, contra quien no se puede defender, no porque la defensa sea imposible, le falten argumentos o pruebas concretas, sinó porque del otro lado se le hace caso omiso. El Gobierno jamás reconocerá que en Argentina hay antisemitismo, por la sencilla razón de que siempre le resultará mas fácil desentenderse del problema, que afrontarlo. Y el afrontarlo es denunciarlo, y luego de la denuncia, deben ser adoptadas todas las medidas necesarias para erradicarlo. No alcanzo a ver en la actualidad un rumbo concreto en el sentido apuntado.
La Argentina sostiene el culto católico apostólico y romano. No es un secreto para nadie que Jesús fué judío. Empero éllo, y no obstante la reciente obra de la Iglesia católica, en el sentido de condenar al antisemitismo como prédica, hay millones de cristianos en el País que no toleran a un judío ni como vecino. Un verdadero absurdo. Una absoluta contradicción. ¿Cómo se puede, a la vez que se ama infinitamente a uno, y se lo eleva a la máxima categoría de la santidad celestial, odiar al resto de sus congéneres ? Pero ese absurdo, o sea el que determina atávicamente la aversión a lo judío, desde que la historia documentada es testigo, ha cobrado la vida de millones de nuestros hermanos, por el sólo pecado de haber nacido judíos, y de estar empecinados en el objetivo supremo de no perder la condición de tales.
El arcaico antisemitismo también tiene su faceta mas moderna: el antisionismo, o sea el ejercer la facultad de negarle al pueblo judío el detentar su propio Estado, como si éllo no fuera condición inherente al ser humano y a sus mas básicos derechos, tanto sociales como políticos. El territorio que otros pueblos disfrutan como derecho meramente natural, el pueblo de Israel, en cambio, debe ganárselo a sangre y fuego, hasta el día de la fecha, defendiendo las fronteras de su pequeño Estado. Hasta hoy, ante muchos, los judíos debemos seguir juistificando la existencia de Israel, bajo nuestro dominio, a pesar de que la historia instrumenta que la soberanía del Estado de Israel corresponde al pueblo judío, éllo así reconocido por las Naciones Unidas.
Cuando un judío se autodetermina como sionista, muchos gentiles ven en él a un potencial enemigo. No pueden determinar a ciencia cierta que clase de enemigo es, pero diagnostican que representa un rival u oponente al fin. Y me pregunto: enemigo de quién o de qué ?, y rápidamente resuelvo que a la luz de las crónicas de estos últimos 129 años (Leo Pinsker Autoemancipación (1882), pasando a posteriori por el Estado Judío de Teodoro Hertzl), el sionista es por definición, el enemigo de la extinción del pueblo judío. Debemos entonces colegir que antisionista es aquella persona que brega por la desaparición de nuestro pueblo.
Ante tamaña debacle en Argentina, a la luz de los números arriba comentados, debemos a renglon seguido preguntarnos dónde están parados nuestros dirigentes ?. Hablo de la dirigencia de AMIA, DAI A y OSA. Evidentemente, el accionar dirigencial de nuestros directivos comunitarios y rabinos, adolece de errores. Entre éllos, podemos citar la grave falla comunicacional.
Siempre fué y será menester explicar y aclarar diversos puntos que hacen al "ser" y al "hacer" judíos, a la política de Israel etc. Se ha llegado a los hechos que hoy debemos lamentar, sin dejar de mencionar los cientos de actos antisemitas ocurridos en Argentina desde el arribo de nuestros antecesores al País, en gran parte, por la desidia o dejadéz de quienes tienen en sus manos la obligación de, aparte de llevar adelante nuestra representación como comunidad, luchar por nuestros derechos como judíos, los que implican el derecho al respeto, a la consideración, y el fundamental: a ser diferentes, frente a una sociedad, que, naturalmente no nos conoce, ya que, no forma parte de nuestro epitelio nacional y religioso. Por éllo se impone el diálogo instructivo y constructivo, el que parece que no existe, o vive unicamente desde lo formal.
Pero solos no podemos remar en este río embravecido, ya que sería hacerlo contra la corriente.
Necesitamos imperiosamente contar con un concurso de voluntades bien intencionadas, desde el lado de las fuerzas intelectuales, empresariales, clericales etc. las que sumadas a nuestra dirigencia, luchen contra el flagelo del racismo y el antisemitismo, a fin de construir una Argentina mas justa, mas equitativa y moderna, en donde la tolerancia y el respeto al diferente, sean la norma.
 
BERNARDO ABRAMOVICI LEVIN
D.N.I. 11.865.307


Número 507
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