Comunidades


Periódico Judío Independiente
Conmemorando Tisha Beav
¿Como Hemos Sobrevivido?

Por Rabino Yossy Goldman
¿Cuál es el milagro más grande de nuestra generación?
¿La caída del comunismo? ¿La transición política
pacífica en Sudáfrica? ¿Que Fidel Castro aun dirige a
Cuba?
Seguramente para nosotros, indiscutiblemente, el milagro
más grande debe ser que tras el Holocausto el pueblo
judío se levantó y reconstruyó la vida y las comunidades
judías. No hay nada más extraordinario que los judíos,
quienes fueron señalados para el exterminio a causa de
su fe, ¡sin embargo quieren abrazar esa fe y seguir
siendo judíos!
Esta semana entramos en el período de los Nueve Días que
nos llevan a Tisha BeAv, nuestro Día Nacional de Duelo.
Recordamos la destrucción de nuestros dos Templos y
oramos para que Jerusalén sea restaurada a su anterior
gloria.
En Ejá, el Libro de las Lamentaciones, que leemos en
Tisha BeAv, hay un versículo (3:22) que dice "La bondad
de Di-s seguramente no ha terminado, no se ha agotado Su
misericordia". Rashi da una interpretación alternativa
de que fue por la bondad de Di-s que no hemos llegado a
nuestro final. En las palabras del Midrash "Descargó su
ira sobre madera y piedras" de la estructura del Templo
—Su casa fue destruida, pero Su pueblo sobrevive.
Por lo tanto es un momento apropiado para reflexionar
acerca de la supervivencia judía. Frente a la
desaparición de todas las grandes civilizaciones e
imperios de la antigüedad —Egipto, Babilonia, Grecia,
Roma, Persia y, más recientemente, el Tercer Reich,
¿cuál es el secreto particular de la supervivencia
judía? A pesar de las destrucciones y diásporas, no
obstante los holocaustos que nos han diezmado a través
de los tiempos, ¿cómo hemos sobrevivido? ¿Cómo
sobrevivimos? Y, lo más importante, ¿cómo sobreviviremos?
Por supuesto, la respuesta simple es que Di-s nunca
permitirá que desaparezcamos. Vivimos por los
permanentes milagros de la intervención Divina. Pero
hagamos un rápido recorrido por la historia para ver si
podemos señalar como al ingrediente más importante a
nuestra increíble tenacidad de espíritu.
Algunas personas pueden decir que es nuestra tierra el
elemento clave de nuestra continuidad. Realmente Israel
es nuestra patria eterna y oramos por el Retorno a Sión
tres y más veces al día. Es el centro de todas nuestras
creencias, es nuestro corazón y nuestra alma. Nos une,
dondequiera que estemos y dondequiera que hayamos
estado. Está en nuestros sueños, esperanzas y
aspiraciones. Pero, mientras que nunca renunciamos a nuestro reclamo
eterno por ella, la realidad es que estuvimos lejos de
nuestra patria más tiempo que lo que estuvimos en ella.
El hecho es que, aun hoy, hay más judíos desparramados
por el mundo que los que hay en Israel. Así que por más
intransigentemente comprometidos que estamos con nuestra
patria hoy y con lo crítica que es para nuestra talla y
seguridad global, la geografía no pudo ser el factor
principal en nuestra supervivencia a lo largo de la
historia.
¿Es quizás un idioma en común? Es verdad que el hebreo
es nuestro idioma nacional y aun es el idioma de nuestro
Libro de Plegarias. ¿Pero no hay personas leyendo estas
líneas que no podrían leerlas si estuvieran escritas en
hebreo? En realidad la vasta mayoría de los judíos de
hoy no hablan hebreo y me estremezco al estimar el
porcentaje de judíos inteligentes que son judaicamente
iletrados.
A lo largo de la historia tenemos variados idiomas
vernáculos. Arameo, griego, y hasta árabe, fueron una
vez los idiomas más populares de las comunidades judías.
En las generaciones más recientes, el idish o el ladino,
como hoy el inglés, fueron los vehículos preferidos de
comunicación de la mayoría de los judíos. Simplemente no
podemos afirmar que un idioma común es el factor
preponderante en nuestra continuada e in-interrumpida
existencia.
¿Qué pasa con la cultura? ¿Alguna vez intentaron
ofrecerle a un judío sefardí guefilte fish? ¿O a un
judío asquenazí cuscus? La comida y la música son las
piedras angulares de toda cultura: ambas varían
marcadamente entre oriente y occidente. Una persona que
regularmente asiste a la sinagoga en Golders Green se
encontraría probablemente perdida en una sinagoga en
Singapur. Y viceversa. Hablando honestamente, realmente
no tenemos una cultura en común. Hemos adaptado muchos
matices de estilo en comida, música y vestimenta de las
sociedades que nos albergaron. Efectos del entorno.
La única y sola característica absolutamente común a
todo nuestro pueblo en todos los tiempos, la única
entidad unificadora que ha ido más allá de las
fronteras, a través de los continentes, las culturas,
los idiomas y las formas de vida ha sido la Torá. Tanto
sea Israel o Babilonia, Minsk o Madrid, Sidney o San
Francisco, Johannesburgo o Jerusalén, la forma de vida
judía como está encerrada en nuestra santa Torá y sus
mandamientos, ha sido el único elemento más importante
para mantener el espíritu judío vivo y vibrante. No una
especie de vago, sentimental sentido del "Idishkait",
sino un claramente definido sistema de valores que ha
sido transmitido fielmente a través de las generaciones
dondequiera hayamos vivido.
La prueba más clara de esta idea es el hecho de que
donde ha habido un abandono de las tradiciones de la
Torá, inmediatamente siguió la asimilación —y con
consecuencias trágicas. Esos bolsones de judíos
simplemente no han sobrevivido.
Por supuesto Di-s es el hacedor final del milagro de la
supervivencia judía. Pero acá no es acto de magia. Di-s
nos ha dado el secreto. Sostenemos Su clave en nuestras
manos. El ser judío por nacimiento no garantiza ninguna
clase de supervivencia. Sólo donde hubo un compromiso
concreto con el estudio de la Torá, con enseñarla a
nuestros hijos, y con el cumplimiento de sus prácticas
eternas, se pudo ver que ocurrió ese milagro.
Que nuestra dedicación a la Torá crezca así la
supervivencia judía y el florecimiento de la vida judía
estén asegurados para siempre. Quiera Di-s que nuestras
plegarias por la reconstrucción de Sión y la integridad
de nuestra tierra y nuestro pueblo sean respondidas
pronto.

(x) El autor de esta nota es rabino de Jabad en Sudáfrica


Número 506
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