“Lo más fácil es morir por un ideal, con un punto final en una tumba de flores. Lo verdaderamente difícil es vivir con y para un ideal, día tras día, año tras año, una vida entera”.
Janusz Korczak
En el Talmud, se relata la historia de una persona fue a hablar con el sabio Hillel para pedirle que le enseñe la esencia del judaísmo mientras él estaba parado en un solo pie. Hillel le contestó: "No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti. Esa es la base de la Torah. El resto es comentario. Anda y estudia".
Si tenemos en cuenta cómo han ido desarrollándose muchos sucesos en nuestro país, sobre todo en la capital: piquetes, paros docentes, diversas huelgas y protestas, indudablemente lo que parece primar es haz a otros lo que no quieres que te hagan a ti, lo opuesto a la enseñanza de Hillel.
El gusto por la violencia ha ido minando, socavando el deseo de estudiar, de aprender y los padres, que han olvidado qué es y cómo ser padres, han sido arrastrados a la confrontación permanente con lo que antes se creía podía ser un segundo hogar: la escuela. No debemos olvidar que en el campo las escuelas de barro y sin calefacción, son lugares sagrados para los chicos desean aprehender. Yo misma cursé toda la escuela primaria, la secundaria y la universidad y el frío nunca fue un obstáculo para estudiar. Es más: era divertido jugar o releer las lecciones, con el frío calándonos los huesos: así entrábamos en calor.
Hoy los padres se equiparan con los hijos y, en vez de protegerlos y tomar la iniciativa para que los cambios edilicios puedan llevarse a cabo, vociferan a la par de ellos como si fueran adolescentes que han encontrado una forma distinta de hacerse la “rata” que es la de faltar a la escuela porque no hay calefacción o, si la tienen, rehusarse a ir porque se solidarizan con otros.
¡Sería tan sencillo hacer las cosas bien! Pero estamos en un país desmemoriado, el país de "alpargatas sí, libros, no". Ese discurso es el que nos gobierna, maneja, decide por nosotros y nuestros hijos. Porque todos son nuestros hijos, como lo muestra la obra de teatro de Arthur Miller.
El debilitamiento de los ideales unido al escepticismo causado por promesas incumplidas, arman un caldo de cultivo para toda clase de manifestaciones y escraches promovidos en los últimos años. Los anhelos de un país mejor, con educación y salud para todos, más la posibilidad de acceder a una vivienda digna ha caído bajo el peso del discurso de la actual clase gobernante que supo prometer y defraudar al mismo tiempo.
Los padres, en vez de tomar partido en esta disputa donde, según el poder no hay oposición sino adversarios o enemigos, podrían enseñarles a los hijos esto que Borges supo decir tan bien: “Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos". En vez de revindicar la necesidad de aprender, de considerar al estudio como un trabajo que se realiza con esfuerzo y con placer, terminan avalando una lectura sesgada de la realidad que aleja a los hijos de la aventura del conocimiento.
Si bien no hemos llegado al extremo que expuso el diario El País, España, (26/8/ 2019) en la nota Cuando los que pegan son los propios hijos, los mismos padres han ido educando una especie de dictadores que ponen en peligro el futuro de los hijos alentando la consigna: “no sabemos qué queremos pero lo queremos ya”.
Como comentario les transcribo parte del artículo porque nos va a permitir pensar en las similitudes entre los padres de los dos países.
Javier Urra (1957), Dr en Psicología, Pedagogo, Terapeuta y Psicólogo Forense, considera que el fenómeno de hijos que peguen a los padres es impensable en ámbitos tradicionales donde las conductas irrespetuosas hacia quienes nos dan la vida, son sancionadas por la comunidad. “España salió de una dictadura y acogió con mucho gusto el prohibido prohibir del mayo del 68, el mayo francés. La natalidad bajó hasta el punto de convertir al hijo en un tesoro al que hay que educar entre algodones y, a los seis años, se enfrentan con el maestro, luego adolescentes, con el profesor y el padre, finalmente se pone de su lado.
Todos, incluso los niños, aprendemos de las frustraciones, pero ciertos padres, avalados por una psicología que no sabe de límites, se resisten a esta enseñanza de vida. El pequeño dictador se hace.
En la misma nota, Vicente Garrido(1958), criminólogo y psicólogo español, sostiene que algunos jóvenes que se comportan como si el mundo solo existiera para su uso y disfrute, fueron enseñados de esa manera por sus padres. Los problemas se hacen más visibles en la preadolescencia, en el cambio de Primaria a Secundaria, momentos en que su mundo gira cada vez menos en torno a la familia y cobra mayor importancia la vida fuera del hogar. "Estos niños aprenden rápido que las conductas violentas les permiten conseguir cosas que les importan mucho, como la hora de llegada, el no hacer tareas en casa o dinero. Algunos de estos niños muestran incluso antes de esos años conductas de desapego afectivo, falta de aprendizaje de la experiencia y comportamiento violento o incluso cruel".
Albert Camus, dijo en 1940: “Este mundo está envenenado de desgracias en las que parece complacerse. Enteramente librado a ese mal que Nietzsche llamaba espíritu de torpeza. No colaboremos con nuestra ayuda. Es vano llorar por el espíritu; basta con trabajar por él”.r por él”
En el país de nunca jamás
Ver y escuchar a los padres de los alumnos alentándolos para hacer paro y no ir a la escuela, lleva a pensar que estos padres no han dejado de ser niños. Sí, son mayores, pero son como Peter Pan: al negarse a crecer, no dejan que sus hijos crezcan y descubran que la ayuda de maestros, los libros y el estudio, más la magia que encierran, pueden llevarlos a vivir de la mejor manera el mundo, relacionarse con otros, conocer idiomas, descubrir la vida.
Es para reflexionar que si los chicos que matan o roban son inimputables porque se supone que no son plenamente conscientes de sus actos. ¿Cómo es posible que ellos, alentados por ciertos padres que añoran volver a los 70, años en los que la muerte era un ideal, pretendan imponer políticas, presupuestos incluidos, por la fuerza? ¿Dónde están las autoridades educativas, temerosas en aplicar las disposiciones legales y administrativas disponibles? ¿Por qué, las autoridades no hacen la denuncia judicial por toma y usurpación de los Establecimientos, haciendo responsables a los padres de los menores por los daños a los bienes y la seguridad de los mismos alumnos ocupantes?
En verdad, la caída de los principios ha ido trastocando la vida de muchos de nosotros, además de dejarnos sumidos en una profunda consternación.
En las últimas décadas, los lazos sociales se han disgregado de tal manera que nuestras vidas se han convertido en reinos de la confusión e incertidumbre.
La precarización del trabajo y de la vida, producen la descomposición de las relaciones entre las personas y el debilitamiento de los vínculos.
Por eso, es vital cuidar que cada adolescente tenga un grupo de pertenencia en el que pueda obtener los recursos necesarios para forjar un Yo que le permita vivir en libertad. La educación y el ambiente adecuado creado por los padres, son los elementos con los que cuenta la sociedad para con sus hijos.
Quiero concluir con esta frase de Borges: "De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación”.
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