¿Cómo influye nuestro judaísmo al elegir qué leemos? Tal vez, muchos de quienes lean estas líneas jamás se lo hayan preguntado, así como manifestaron no haberlo hecho la mayoría de las personas encuestadas para esta nota.
El interrogante, sencillamente, puede no surgir, porque ser judío es parte de nuestra identidad, “somos así” y no nos detenemos, en el día a día, a cuestionarnos qué arista de nuestro ser nos lleva a elegir cada cosa. No es fácil analizar cómo un aspecto de nuestra identidad, múltiple y compleja, puede influir en nuestras elecciones, pero sí tenemos en claro que la influencia, aunque inconsciente, existe.
Así lo ve Anabella (24 años, estudiante de medicina) quien, al ser consultada, reflexiona que “ser judía es algo inherente a mí y, tal vez, sin darme cuenta, todo lo que elijo está condicionado por ello”.
“Nuestros intereses están influenciados, casi diría determinados, por nuestros gustos, intereses, deseos, género, edad, grupo de pertenencia, religión, ideales, etc”, nos dice Laura (26, psicóloga), quien, desde la óptica de su profesión, nos hace ver que la influencia del judaísmo se hace sentir en diversos aspectos, ya que no sólo es nuestra religión, sino también nos inserta en grupos de pertenencia, nos acerca a determinados gustos e intereses y conlleva una serie de ideales y de valores.
Muchas personas consultadas encuentran que la esencia judía puede ser un fuerte determinante no sólo al momento de elegir qué leer, sino en nuestra forma de abordar esas lecturas y de pararnos frente al conocimiento.
Carlos (53, analista de sistemas) comienza contándonos que le gustan las novelas detectivescas, la ciencia ficción y los policiales. Después de mencionar estos géneros, se detiene y llega a una conclusión: “si me pongo a reflexionar, lo que tienen en común este tipo de novelas es la presentación de problemas y la búsqueda de su solución y de la verdad”, dilemas que están intrínsecamente relacionados con la forma judía de pensar.
La impronta judía, para Alba (41, docente), “te lleva siempre a la búsqueda del conocimiento, quizá porque nuestro legado cultural es muy fuerte, a veces, inclusive, más que la religión. El uso de la palabra es también muy fuerte, cada palabra tiene un significado muy particular, como en la Torá.”
En esa búsqueda de la palabra, cada judío se acerca a distintos libros y autores que lo inspiren, cultiven y también, por qué no, entretengan. Entre los judíos argentinos, el autor más mencionado es Marcos Aguinis. Una avasallante mayoría de quienes opinan en esta nota recomienda, sin tener que pensarlo dos veces, su novela “La gesta del marrano”, que narra la Inquisición en América.
Leo (25, crítico de cine) opina que Aguinis es “un clásico para todo aquel que se inicie en obras conectadas con su identidad judía”, mientras que para Alejandro (36, periodista), la importancia del autor radica en que “tiene un bagaje cultural muy importante y defiende a Israel desde los medios masivos con una altura admirable”.
Entre las novelas relacionadas con la Inquisición, también se ha mencionado “El último judío”, de Noah Gordon. Para Alberto (52, agente de propaganda médica), este libro generó una identificación aún mayor, ya que su esencia sefaradí se deleitó al recorrer la antigua Sefarad (España) de la mano del protagonista. Él también recomienda, del mismo autor, la novela “El rabino”.
Pero mucho más que la Inquisición, el episodio histórico siniestro sobre el que más solemos leer los judíos es, lógicamente, la Shoá. Anabella cuenta entre sus lecturas más recientes al libro “And G’d Cried” (“Y Di’s lloró”), un testimonio publicado por el centro Simón Wiesenthal.
Alejandro, por su parte, recomienda “Y elegirás la vida…”, de Adriana Schettini, que narra cómo es vivir en Argentina para un grupo de sobrevivientes de la Shoá, así como “Sobrevivir dos veces”, la historia de Sara Rus, superviviente de Auschwitz y Madre de Plaza de Mayo. Como argentinos, además de como judíos, llevamos entre nuestras heridas históricas otra marca, la de la última dictadura militar y sus crímenes. En el reciente libro “Marshall Meyer, el rabino que le vio la cara al diablo”, se cuenta la lucha del rabino en defensa de los derechos humanos durante ese período, por eso, Alejandro también recomienda esta lectura.
El escritor Diego Paszkowski opina que “no sólo todo judío, sino todo el mundo debería leer la obra de Isaac Bashevis Singer”. Para quienes nunca han abordado a este autor, recomienda empezar por “El certificado”, “Escoria” y por “Enemigos (una historia de amor)”. El autor y profesor también sugiere la lectura de “Foco”, de Arthur Miller y de “Patrimonio”, de Phillip Roth.
Para la profesora de literatura Ester Spiner, algunos libros imperdibles son “El niño con el pijama de rayas”, de John Boyne (que nuevamente nos remite a la Shoá, pero desde los ojos de un niño alemán que conoce tempranamente el horror), “Éxodo” y “Milá”, de León Uris, “El hombre que robó el conejo rosa” de Judith Kerr, y los cuentos humorísticos de Eliahu Toker.
Además de acercarnos a determinados libros a través de nuestra esencia judía, también puede sucedernos que descubramos otras dimensiones de grandes autores, como lo remarca Leo, quien nos cuenta que, de no haber sido judío “creo que no me habría interesado determinada línea temática de autores específicos como Borges o Kafka”. Del primero, resalta que le resulta “fascinante su minucioso juego con cuestiones cabalísticas en determinados cuentos”.
Borges captó, como nadie, las dimensiones eternas del conocimiento, concepto claramente imbuido del pensamiento judío. En estas millones de formas de abordar el conocimiento, cada judío encontrará, a su modo, aquél libro que lo identifique o conecte con sus raíces. Las respuestas no tienen límite.
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