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Periódico Judío Independiente
Un síndrome de la época
De qué hablamos cuando hablamos de stress

Por Susana Grimberg. Psicoanalista y escritora
El nuevo milenio y la ciencia

Es un tanto extraño hablar del stress luego de las Fiestas Austeras, pero como nos puede llegar a afectar por causa de problemas familiares, personales o de salud, es interesante saber de qué estamos hablando cuando pronunciamos esa palabra temible, pero que desconocemos su significado.

¿Por qué el stress es tan temible? Porque sabemos que puede impedirnos disfrutar de las fiestas, de vivir la alegría de estar con otros pero, también, de perder, “la esperanza de escapar de la incertidumbre” en las que nos puede sumergir el stress, como afirmó Zygmunt Barman en El arte de la vida (Paidós). Barman dijo, también, que "la felicidad genuina, verdadera y completa siempre parece encontrarse a cierta distancia. Como un horizonte que sabemos que se aleja cada vez que intentamos acercarnos a él".

El sujeto humano, al comenzar este milenio, ha quedado expuesto a nuevos síntomas, que hoy llamamos stress pero que, a mí parecer, se trata de la neurosis de angustia. Uno de cuyos causales son el sometimiento del sujeto a lograr una imagen corporal y virtual marcada por nuevos cánones de belleza, la dependencia a medicamentos, incluso drogas, para rendir más y a mayor velocidad, y la dependencia a todos aquellos objetos en los que ha quedado capturado y que taponan su pregunta por el ser. Lo más grave es cuando se le sugiere calmar el vacío existencial con las fórmulas mágicas que la ciencia inventa.

Sin ir más lejos, el mundo publicitario, le indica al hombre moderno que si no corre no alcanza. Pero ¿qué es lo que el hombre moderno debe alcanzar?

El filósofo y sociólogo Baudrillard (1929 – 2007), nos habló del peligro “de una sociedad saturada, sin historia y sin otro mito que el de ella misma”, que se entrega a un vértigo desenfrenado, haciendo de su vida un zapping permanente.

J. Lacan, en 1967, se había anticipado a esto al decir que la llegada de mercados comunes encontraría su pendiente en un agravamiento de los problemas sociales. Obviamente, vivimos esta predicción, día a día. También agregó “Nuestro porvenir de mercados comunes será balanceado por la extensión cada vez más dura de los procesos de segregación”.

¿Cuál es el síntoma que hoy aqueja a nuestra sociedad? En primer lugar, el rechazo existente entre los hombres, sumado al desprecio por las instituciones y la desocupación, dan lugar a un desconcierto colectivo y al desmembramiento del orden pre-existente.

La ciencia, por otra parte, ha procurado por la vía de los medicamentos, algo del orden de la anulación del hombre como sujeto singular, tapando el malestar e impidiendo que éste se interrogue. Pero, como lo enunciara Lacan, “es el mundo de las palabras el que crea el mundo de las cosas” y no lo contrario, como pretenden hacernos creer.



Concretamente: ¿qué es el stress?

Sigmund Freud, en Etiología de las neurosis, más específicamente las neurosis de angustia, se refiere a lo que hoy llamamos stress. Él considera como causas concurrentes: emociones fuertes, agotamiento físico, enfermedades agudas, intoxicaciones, accidentes traumáticos, surmenage intelectual. Pero, agrega algo que es para subrayar, que “el trabajo intelectual es un medio protector frente a una eventual afección neurasténica; justamente los trabajadores intelectuales más perseverantes son los que permanecen a salvo”.



Es conveniente saber que el estrés es un síndrome de alerta que prepara al organismo para una respuesta de ataque, o de huída, frente a una amenaza inminente. Es decir, aunque no lo creamos, está al servicio de poder defendernos de algo que debemos enfrentar. Sin embargo, cuando esta respuesta defensiva es constante, comenzamos a "funcionar mal". Tenemos dificultad para concentrarnos, problemas de memoria, cansancio, angustia, ansiedad, taquicardia, temblor, mareos, síntomas que revelan la sobrecarga de tensión. De todas maneras, depende de cómo cada persona interprete aquello con lo que debe enfrentarse: puede ser algo temible por el sujeto o un desafío para otro.

Hay distintas fases del stress: una fase de alarma que es el momento de enfrentarnos con una situación distinta y, quizás, peligrosa por lo exigente, y que despierta ansiedad. Una segunda fase de resistencia, en la que nos mantenemos activos aunque con síntomas de cansancio y una tercera fase, de agotamiento al no disminuir las exigencias como por ejemplo en el trabajo o en la casa o, incluso en la creación artística, aunque, si lo que se realiza es una elección de vida, es probable que la amenaza de caer en las redes del stress no aparezca.

De todas maneras, sabemos que, en nuestra vida cotidiana, podemos encontrarnos sobrecargados de exigencias derivadas de diferentes situaciones estresantes: problemas laborales y económicos, exámenes, discusiones con nuestra pareja o familia, aumento de precios, disminución de sueldos, falta de trabajo, etcétera, lo que nos demanda un gran esfuerzo de adaptación, generando conflictos con nuestros allegados y con nosotros mismos, incluyendo un gran desgaste de nuestro organismo.

Es factible que cada uno de los factores mencionados, pueda llevar a nuestro cuerpo y a nuestra mente al agotamiento, a "no poder más", aunque no seamos conscientes de ello, y este es un motivo como para caer en un estado de stress. Sin embargo, vuelvo a recordarles que el stress le avisa al cuerpo que tiene que defenderse y esto es bueno, sobre todo en las emergencias, como salirse del camino si viene un carro a alta velocidad. Es problema es cuando el cuerpo se preparara para saltar para esquivar el carro pero uno está quieto. Esto puede conducirnos a sentirnos ansiosos, temerosos, tensos.

Son situaciones que, pueden ser evitadas si aprendemos a pensar la vida de otra manera. Adriana Serebrenik tomó una frase muy justa de Abraham Lincoln: “La mayoría de las personas son tan felices como deciden serlo. La felicidad es algo interior, no es un asunto de afuera.¨



La verdad es que, afortunadamente, uno está rodeado de pequeñas situaciones novedosas, casi impredecibles, pero, en una sociedad en la que la palabra crisis se pronuncia diez o doce veces más que la palabra amor, tener todo bajo control, es una ilusión, que se desmorona al sentirnos, al mismo tiempo, frágiles, vulnerables, “tironeados”, expuestos al estrés. Entonces, es importante saber cómo funciona y escoger una buena estrategia de respuesta para sobreponerse a esta nueva epidemia del siglo XXI que puede consistir en buscar una ayuda adecuada, emprender un tratamiento psicológico, bajar el nivel de exigencia.

El midrash dice que “Ni siquiera un ángel puede hacer dos cosas al mismo tiempo”. Palabras que coinciden con una ley de la Física, que dice que un cuerpo no puede ocupar dos espacios al mismo tiempo.

En un cuento popular, la versión judía nos enseña: “No importa lo que hagamos, nunca podremos darle el gusto a todo el mundo”.

Tener en cuenta estas frases, puede ayudarnos, no sólo a no enfermarnos sino a poder alcanzar, en nuestras vidas, un verdadero mejor estar.


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