En una entrevista exclusiva con Comunidades, Pablo Mendelevich, autor de “El Final”, analiza las sucesivas presidencias argentinas, la relación con la comunidad judía, los acercamientos a los grupos pro-nazis o pro-islámicos y la posición Argentina en el mundo y de cara a Medio Oriente.
¿De qué trata "El Final"?
Es la historia de cada una de las presidencias, desde Rivadavia hasta Néstor Kirchner, y sobre todo cómo terminaron, poniendo el acento en el final que tuvieron, pero para eso describo las presidencias una por una, de dónde salieron, qué hicieron, cómo fueron y cómo se deterioraron en el caso que lo hayan hecho, que es la mayoría, y en los otros casos por que razón salieron bien de la Casa Rosada, pero esos son muy pocos.
¿Qué relaciones tuvieron las presidencias con la comunidad judía?
Están destacados los casos de presidentes fascistas o pro-nazis, claramente es caso del presidente Pedro Pablo Ramírez (1943-1944), los principios de Juan Domingo Perón (1946-1952; 1952-1955; 1973-1974), la Unión Democrática que puesta en su contexto histórico estaba prevenida contra el desarrollo de una sucursal del nazismo en la Argentina que era la forma que se lo veía a Perón en Estados Unidos y en Europa. Es decir, que esa visión era absolutamente genuina, porque Perón había sido la materia gris de la revolución del ‘43 que había anidado a los grupos pro-nazis del ejército. Él en realidad era un enorme pragmático, sus ideas hubiesen sido otras en caso de que Hitler hubiera triunfado en la guerra, pero en el caso de los militares ideologizados que eran pro-nazis estaban claramente amparados por ese Coronel Perón de los comienzos del peronismo. Ese es el caso más claro, la contemporaneidad con la guerra y la postguerra.
- ¿Cómo es el caso de Ramírez?
Yo lo describo como un hombre que venía de estar en la Roma de Mussolini y era admirador del ejército alemán como muchos militares de esa época. El golpe del ‘43 fue tremendamente confuso, a punto que cuando dan el golpe se sienta en el sillón presidencial el General Rawson que dura 72 horas, y lo sacan porque no les gustó el gabinete que estaba armando. Entonces, Estados Unidos preguntaba si el golpe era pro-nazi o pro-aliados, y acá no le supieron contestar porque era las dos cosas al mismo tiempo: el golpe centrifugaba grupos en el ejército que eran de las dos formas, y no tenía una definición sobre ese tema, sino que los ponía a todos dentro de la misma bolsa.
- ¿Y en la última dictadura militar qué pasó con los judíos argentinos?
Yo no pongo mucho el acento en la última dictadura militar porque es muy conocido el caso, yo creo que es uno de los más conocidos con sus cuatro presidentes y la forma en que estos presidentes se sucedieron. Claramente hubo persecuciones acentuadas por condición de judíos.
- Hubo muchos presidentes con ministros o integrantes del gabinete de origen judío ¿eso mitiga el antisemitismo de algunas presidencias?
El hecho de tener ministros judíos de ninguna manera mitiga el antisemitismo larvado o explicito de muchos líderes políticos. Perón tuvo ministros judíos y fue el primero que los tuvo. En el caso de Carlos Menem (1989 – 1995) también tenía ministros judíos y eso para nada achica su responsabilidad en el encubrimiento de los atentados, así que no es una garantía, es muy contradictorio. En el caso actual de Héctor Timerman, que es el canciller de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, tampoco es una señal unívoca, porque el Gobierno tiene también aliados que propician una sociedad con Irán que desconoce el Holocausto. Entonces, son situaciones muy contradictorias, muy propias de los gobiernos peronistas que tienen esa característica: suman por derecha y por izquierda, y eso hace que sea muy difícil entender esos juegos dobles y contradictorios, que en la relación con la comunidad judía fueron constantes, fueron permanentes.
- ¿Y con la comunidad judía se reflejaba igual?. Por un lado ponían a referentes en puestos importantes y por otro lado hacían alianzas con grupos o pro-nazis o gente muy cercana a Irán.
Es exactamente lo mismo. Lo que hacía Perón lo hace Kirchner, con las dificultades que implican estas contradicciones, porque en el campo doméstico esas contradicciones en nombre de una cultura irrigada por el peronismo son más o menos digeribles, pero en el campo internacional no. Particularmente Estados Unidos no le va a tolerar a Kirchner luego de haber asumido un política con Irán, que Luis D'Elia aparezca como aliado del Gobierno haciendo lo contrario, creo que esos son los límites de esa política.
- ¿Cómo observas la relación Argentina con Israel y con los países árabes?
Me da la impresión que la Argentina desde hace muchos años tiene una política exterior muy errática, que está relacionada con la dificultad de definirse a sí misma y su lugar en el mundo. Mientras no se defina a sí misma: qué ofrece, qué fabrica, qué produce, y esas no sean políticas sostenidas, la política exterior va a ser errática. En el caso de los Kirchner lo han convertido en una continuación de la política doméstica, casi todo lo que se hace en política exterior es una prolongación de la política domestica destinada al mercado interno. En cuanto a Medio Oriente, me parece que durante muchos años, por razones geográficas incluso, se mantuvo alejada de ese conflicto hasta que Menem se metió de lleno, de cabeza, nunca se terminó de entender por que propósito, pero la respuesta a ese involucramiento sobreactuado de aquel Menem que se ofrecía a mediar en el conflicto, evidentemente fueron los dos atentados. Con lo cual, en lugar de formar eso parte del rediseño de la política exterior de un involucramiento desde un punto de vista profundo y serio, fue una sucesión, en el mejor de los casos un malentendido, y en el peor de negocios con Siria y con otros que nunca terminaron de ser esclarecidos.
- ¿Cómo ves la relación en estos últimos años?
Me da la impresión que Argentina ahí hace un seguidísimo de la política norteamericana, complace a Estados Unidos pero no tiene una profunda convicción respecto de la autoría del atentado, y muchos menos ha logrado esclarecer la pata interna del atentado a la AMIA. De modo que ese griterío contra Irán, que en muchos sentidos puede parecer apropiado, no surge de una postura genuina y de una calidad investigativa alta, entonces todo termina siendo declamatorio, marketinero, inconducente, porque no está sincronizado con una justicia que se la vea funcionando, todo lo contrario, lo que se ve es una mezcla de inoperancia con obstruccionismo intencional.
- En tu libro analizaste las presidencias, ¿qué es lo que puede llegar a darse según la tendencia que muestra la historia?
Yo pongo en el papel y desarrollo el dato que no existe ni existió normalidad institucional en la Argentina. No hay series históricas ordenadas de sucesiones presidenciales. La última serie ordenada de salidas no traumáticas fue en el siglo XIX con Mitre, Sarmiento, Avellaneda y Roca, esos cuatro presidentes se sucedieron en orden y después nunca más hubo, con la sola excepción de un par en la década del 20 que fue la alternancia de Hipólito Yrigoyen (1916-1922) con Marcelo Torcuato de Alvear (1922-1928) y después Yrigoyen (1928-1930), pero después nunca más se logró hacer una serie y es más, ni siquiera se logró que un presidente gobierne los cuatro años que dice la constitución que debe gobernar. En función de futuro, creo que debe se tener una meta que es el cumplimiento del reloj institucional, porque si no se hace un esfuerzo político por cumplir la constitución en termino, de hacernos cargo que el orden institucional y el orden de las sucesiones de gobiernos hace al sistema democrático.
¿ y ud. que opina ?. Escribanos a periodicocomunidades@gmail.com
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