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Periódico Judío Independiente
Del 17 de Tamuz al 9 de Av y los sitiadores contemporáneos
“Min haMetzar…”: Desde las angustias

Por Rabino Moti Maarabi / Israel
A veces los tiempos tienen nombre propio. Y así como nacimos, así vivimos la intensidad de los tiempos. Israel nace a la libertad cuando puede consagrar el nacimiento del tiempo –Rosh Jodesh-, el comienzo del mes como unidad a ser considerada el núcleo vital del existir individual y colectivo. Hoy, el calendario nos invita a echar una mirada más al tiempo. Aunque no nos cuente acerca de la libertad, sino por el contrario, de su antagonista: la tristeza del exilio, la pesadumbre de la destrucción…

Con la llegada del 17 de Tamuz , se inicia este período signado por el dolor y el lamento. 17 deTamuz limita entre la libertad y el destierro. Diecisiete de Tamuz marca con su implacable ayuno, el girar de un tiempo con nombre propio, como decíamos.

“Ben haMetzarím” es el tiempo. ‘Entre las estrecheces’ cuando midamos el espacio. ‘Entre las angustias’, cuando ponderemos el estado de ánimo y nuestra sensibilidad. Pero a no dudarlo querido lector, estimada lectora, que no es un tiempo fácil.

Todo se mueve en estos días. Todo se conmueve. Los cimientos de una nación. Los físicos pero por sobre todo los espirituales. En un extremo se rompen y quiebran las Tablas de la Ley.

Estas ‘tres semanas’ son para observar. Para saber mirar. Para poder detener nuestras miradas en un pasado ‘no tan pasado’ y en un presente, que se hace más y más presente. “BeIom raá, reé..” decía sabiamente Shlomó el rey. En un día malo, observa…’.

El tiempo que comienza con el 17 de Tamuz, llega a su punto de máxima tres semanas después. Entonces el sello del ‘Nueve de Ab’ se marca a fuego en la historia de los tiempos judíos. Cuando nos apenamos por un pasado tan lejano, nos estamos también apenando, por cada tramo de un presente que no ha logrado resolver aquello pasado.

No hay nostalgia en nuestro calendario. Hay advertencia. Y capacidad de corrección. De corregir. Siempre se está a tiempo, aún cuando nos hemos enlodado junto a los olores de la destrucción y el exilio.

Cuando se desvanece ‘Tishá BeAb’ nacen las siete semanas del consuelo, que superan a las tres semanas de destrucción y del duelo.

Siete tiempos, con nombre propio que nos depositarán en el nacimiento mismo del tiempo. En las puertas de un nuevo año. De la vida. Del D´s que ama la vida. La nuestra, la del universo todo que vuelve a ser creado. Y nosotros junto a él…

“Col rodféha hisigúa ‘ben hametzarím’” clama el profeta desde la misma Meguilat Ejá. ‘Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrecheces’. Descripción que angustia. Que genera esa sensación de sofoco y que quita la respiración.

De aquí nace el nombre para este tiempo. Desde las entrañas de una ‘Meguilá’ que permanece con su herida abierta, buscando infructuosamente quien la cure. Sensación, repetimos, de ahogo.Pero este tiempo no pertenece a aquel pasado. Este tiempo es hoy. Y busca, en cierto modo, serlo también mañana.

El mes de Tamuz, nacido hace días, nos ha mostrado como los ‘perseguidores’ siguen en su misión tenaz, implacable, incansable. Y hoy, esos perseguidores, han pasado a gozar del beneplácito de los demás…de aquellos mismos que, años atrás, fueron víctimas de muertes y destrucciones. De sus propios ‘santuarios’. De esos que el hombre ha decidido ponderar en las postrimerías del siglo XX.

Hoy los enemigos de esa ciudad tantas veces violada y vuelta a construir –eterna como su nombre-, vuelven sobre ella, para deslegitimarla. Para impedir el sueño del único rey que la amó…

“Boné Ierushaláim HaShem…”. ‘Pues D’s construye a Jerusalém’. En tiempo presente, siempre. Pero ahora, la autonomía de un pueblo que camina las huellas de ese rey que la amó, parece perderse en la nebulosa de decisiones que obligan a ‘congelar’ su belleza. Pues Ierushaláim es bella cuando está reconstruida.

Pero los nostálgicos de ‘Eijá’, solo quieren ver sus ruinas. Y las de su pueblo. Quieren volver a entonar –pero con júbilo- “¡Cómo habita en soledad la ciudad, la más grande entre las naciones, princesa entre los estados…”!.

Realidades invertidas. Mientras un pueblo la santifica, otros la prefieren profana. Antagonismos de un amor que se torna odio. Odio irracional que alimenta solo la connivencia de un mundo civilizado deseando la barbarie focalizada.

Quedar expuesto –quedar al desnudo- es el punto de mayor debilidad. Y a eso apunta el perseguidor. Preparar su campo preferido: el bullicio y el reclamo; la injusticia y el hambre; la desgracia de los desgraciados; la mano fuerte de los opresores…

"Llora amargamente de noche y sus lágrimas cubren sus mejillas’ continúa el profeta dimensionando el dolor, si se lo puede calibrar. La soledad de la noche es la señal para los días. La soledad como sensación existencial es la peor experiencia a la cual podemos ser sometidos. Porque el llanto de la noche se acalla entre los propios suspiros…Porque no hay nadie quien lo escuche.

‘No tiene a nadie quien la consuele entre todos sus amantes’ refrenda la meguilá como para no darnos respiro.

“Col re’éa bagdú bá, haiú lá le-oiebím…”. Nada más patético. Nada más real. ‘Todos sus amigos la traicionaron; se convirtieron en enemigos suyos’.

Nuestro Tamuz nos ha ‘regalado’ la condena del mundo una vez más. Un mundo que no se cansa de rendirse a los pies de un dios más fuerte que el propio. O tal vez ‘más grande’. ¿Temor? Yo cambiaría ahora la connivencia por la conveniencia. Porque cuando están en juego los valores éticos, las realidades morales, entonces, es necesario acallar la conciencia.

Aquí suben al escenario los sucesores contemporáneos del monstruo del aparato nazi quien dijo: "Los judíos han infligido dos heridas en el mundo: la circuncisión para el cuerpo y la conciencia para el alma. Vengo liberar a la humanidad de sus cadenas”.

El Brit Milá, querido lector, nos une a la tierra por siempre. Pacto de cuerpo. Permanencia y pertenencia. Nuestro eterno retorno al lugar que fue nuestro, mal que le pese a los agoreros de los tiempos modernos, aún periodistas jurásicas que aún parecen ensordecer al mundo con sus guasadas.

La conciencia… ¡Cómo duele! Pues el alma busca el refugio entre la razón y la pasión, para hallar reparo entre esperanzas y reencuentros. Carriles exclusivos por los que el pueblo judío, reunido en Tzión quiere crecer, cuando le dejan.

Pero hoy ya no hay más amigos. Ahora ‘sus amigos la traicionaron’. Ahora, el mundo ha decidido juzgar al pueblo judío y a su Estado. Todo debe pasar bajo el microscopio de jurados y expertos internacionales… ¡porque aquí, en la tierra soberana de un pueblo soberano la justicia parece haberse borrado!

Mundo cruel. Perversamente cruel. Mundo que no se anima a inquirir por la justicia de niños y mujeres en las democracias fundamentalistas…

Y ya no es problema de ‘saber explicar’, o de ‘explicar a tiempo’. Pues digas lo que digas, siempre serás culpable, parece indicar la condena moralista.

Nada parece haber ayudado a legitimizar el derecho a la vida. A la dignidad de la vida. Norte y Sur se atreven a desafiar la existencia. Repartir armas de muerte o permitir que ellas circulen libremente como parte de flotillas humanitarias. Todos, todo, merece vivir. Menos Israel parece cantar el eco ensordecedor de naciones y poderes.

“’Olaléa halju shebi lifté tzar…”, se desgarra la meguilá. ‘Sus jóvenes fueron en cautiverio delante del adversario y opresor’.

Y entre el ensordecedor acusar y exigir que se vierte cada amanecer sobre estas costas –turbulentas aguas de oscuras humanidades que las navegan-, alguien muere en silencio. En el silencio cómplice y siniestro de una ‘cruz roja’, que nunca más parece exacto su nombre, manchado con sangre joven e inocente de un soldado…

Guilad Shalit ben Aviva espera aún entre periódicos viejos y terroristas nuevos, alguna luz entre tanta oscuridad. No he escuchado a ningún líder ‘iluminado’ de los países civilizados interesarse por la suerte de este judío. Poco importa. Nada importa. Pero a la meguilá sí le importa… Porque la meguilá es nuestra y descubre el dolor de cada familia.

Quisiera escuchar al iluminado presidente brasileño –que sabe bien votar a favor de Irán- pero que poco sabe del sufrimiento humano. Porque el poder es olvido. Olvidar desde donde se llegó…entonces, ya no hay estadista ni ser humano.

Todavía esperamos. Sintomáticamente, hace 11 meses , cuando llegaba a vivir en nuestra Medinat Israel, nos encontrábamos pegando un cartelito en nuestros autos que decía: “Guilad adáin jai”. ‘Guilad aún está vivo’. Hoy, han vuelto a repartirlo. Pero con una señal preocupante: “Guilad, ¿adáin jai?”… ‘Guilad, ¿todavía vive?’.

Todos están confundidos. Aún los propios dirigentes de Israel. Ya no importa a quien se libere. Ya no…Después de los hechos del ‘Marmara’ (¡mire qué nombre querido lector: Mar=amargo; Mara= amargura!!) no quedan terroristas cautivos. Y mientras tanto, Guilad Shalit espera.

Cinco capítulos conforman nuestro Eijá. Para llevarlos en un puño. Puñado de dolor y de impotencia por un lado. Y ese otro puño, que se levanta amenazador una y otra vez, cuando se lo alimenta con flotas humanitarias repletas de armamentos y violentos…

Pero la Meguilá, además de doler, espera. Porque, como los dedos de la mano, la realidad se torna diferente. “Ve-nahafoj hu” decía la otra meguilá. ‘Y todo se invirtió’. Por ahora todo es controversial. Y mientras tanto y en cuanto se pueda, habrá que sacar el ‘mejor partido’ de este tiempo de Tamuz y de Ab, piensa el enemigo.

Porque ellos saben de nuestras debilidades, así como también de nuestras vergüenzas y miserias. Entonces, abren el juego. Ese juego maldito de hablar de paz. Paz de los cementerios…

Recuerda, oh Eterno, lo que nos ha sobrevenido. Contempla nuestro oprobio’.

Sólo Él puede recordarnos. Hacia Él están puestos nuestros ojos. ‘¿Por qué entonces nos olvidaste para siempre y nos abandonaste tanto tiempo?’. Conmovedor final de la Meguilá.

Ya no buscamos –ni debemos- buscar la comprensión humana. La razón de ser del pueblo judío excede la razón humana. Entonces, busquemos refugio seguro. Una ciudad ‘refugio’. Allí donde poder vivir y sobrevivir. Donde nuestros hijos puedan crecer y ver la luz de un nuevo día. “Ki miTzión tezté Torá”. Tzión, Ierushaláim, Torá. Trípode esencial para una existencia segura y judía, en medio de un tumultuoso mundo rendido a las sórdidas exigencias del fanatismo.

“Hashibenu HaShem eléja ve-nashuva, jadesh iaménu ke-kedem”, concluye la Meguilá. Tiempo de volver. Volver a casa. A Jerusalém. A Tzión. A la Torá. Tiempo para Guilad también de volver a casa…

Número 483
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