En una entrevista exclusiva con Comunidades, el escritor italiano Sergio Fabbrini, profesor de Ciencia Política y Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad del Estudio en Trento, entre algunos de los cargos de su extenso currículum, lanzó “El ascenso del Príncipe democrático”, un nuevo libro que se atreve a analizar las democracias, comparar los líderes de los países más poderosos del mundo, e investigar los cambios políticos, institucionales y de las sociedades que se dieron con los principales dirigentes.
- Cuénteme de su último libro “El ascenso del príncipe democrático”
En todas las democracias, los líderes (o los principios democráticos) se han convertido en los actores principales. La política cada vez coincide más con los líderes, quienes se han convertido en cruciales en el proceso electoral y en el proceso de gobierno. Esto se debe a varios factores, en particular, el gigante papel ejercido por la comunicación de la televisión que personaliza la política, el declive de los partidos políticos y la creciente importancia de la política exterior.
- En el libro usted se preguntó quiénes gobiernan y cómo se gobiernan las democracias ¿encontró esas respuestas?
Las democracias son gobernadas por los líderes y los partidos políticos son colocados en un papel más marginal. Sin embargo, sin ambas partes es difícil gobernar una democracia. La política se convertiría en una política populista. El populismo es la idea de que la aprobación del pueblo es suficiente para gobernar, pero no es así, se necesitan líderes fuertes y partidos políticos organizados para gobernar bien las democracias.Los populismos no sirven para gobernar .
- ¿Quiénes son los principes democráticos del mundo?
Los presidentes (en el sistema presidencial de gobierno), el Primer Ministro (en los sistemas parlamentarios de gobierno) y los primeros ministros y presidentes (en los sistemas de gobierno semi presidenciales). Ellos son los verdaderos guardianes de la decisión del gobierno.
- ¿Y cómo ejercen su liderazgo?
Depende de factores institucionales y la cultura política del país. En los EE.UU. tiene un presidente, aunque es un príncipe semi soberano, porque el Congreso (si lo desea) lo puede mantener bajo control (como se ha visto recientemente con la cuestión de la reforma de salud). En Europa, el Primer Ministro tiene el parlamento, pero no puede llegar muy lejos sin el apoyo de su partido. Con la excepción de Italia, donde la crisis del viejo sistema de partidos políticos ha producido una política muy personalizada con la llegada de Silvio Berlusconi. El poder de este último es su riqueza, pero sobre todo su imperio de televisión. En la Europa semi presidencial, como Francia, cuenta siempre con el presidente de la República elegido por los ciudadanos. Allí, el partido tiene un papel más limitado.
- ¿Por qué dice que los partidos políticos están en decadencia?
Los partidos están en declive porque las sociedades se han transformado radicalmente. No hay más divisiones de clases o religiosas del pasado. Las sociedades se han vuelto cada vez más individualistas. No hay más bloques para representar a la sociedad, sino para convencer a la gente. Tanto es así que los miembros se han negado a las partes en todos los países democráticos. Al mismo tiempo, la mayoría de los partidos se han debilitado en la sociedad y la mayoría han tratado de echar raíces en el Estado. Hoy en día los partidos políticos son organizaciones de los funcionarios elegidos, no más de los votantes.
¿Qué nos puede contar de Barack Obama y su presidencia en los EE.UU. ?
Obama es un ejemplo de un príncipe verdaderamente democrático. No utiliza la retórica populista, no le dice a la gente que va a resolver todos los problemas. De hecho, cuando habla, no oculta la dificultad y la complejidad de los problemas. La mejor tradición democrática es un líder que educa, no solo decide. Los EE.UU. tienen muchas fallas, pero si se producen los líderes de esta talla significa que es un país altamente vital.
- ¿Y de “Il Cavaliere”?
Silvio Berlusconi es lo contrario de Obama, es un líder populista. Se presenta a sí mismo como el salvador de su país. Expresa la banalidad y la vulgaridad del ciudadano medio, el que pasa las horas viendo la televisión y que está más interesado en las piernas de la mujer o los jugadores de fútbol, que a los problemas del país. Es un líder que sigue el estado de ánimo de la gente, pero no un líder que educa.
- Desde su visión, ¿quiénes son los presidentes más poderosos de la actualidad?
Es difícil de decir. Depende de factores políticos e institucionales. Pero recuerde que incluso los líderes más poderosos en una democracia deben ser sometidos a un constante control.
- ¿Cómo observa América Latina?
América Latina parece estar dividida entre los líderes demócratas, como Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) o Michelle Bachelet (Chile), y los líderes populistas, como es el caso de Hugo César Chávez (Venezuela). Los primeros están reconociendo el carácter pluralista de la democracia; el segundo son el "pueblo" y los "enemigos". Los primeros están haciendo madurar la democracia, mientras que el otro condena a América Latina a permanecer en su pasado.
- ¿Y en qué posición están Cristina y Néstor Kirchner?
Los Kirchner están a medio camino entre estos dos tipos de líderes. No parecen haber decidido qué dirección tomar: volver al líder peronista, o ir al líder democrático.
- ¿Son peligrosos para la democracia líderes de tanta magnitud?
Los líderes populistas son una amenaza para la democracia. El populismo se alimenta la idea de que la verdad es el pueblo y no la Constitución, o las instituciones de la democracia liberal. El populismo no hace crecer ciudadanos, alimenta una relación paternalista entre los dirigentes y las masas. El populismo en América Latina es anti-pluralista y, básicamente, anti-democrático. El populismo es contrario al debate público, a la libertad de criticar, y a la idea de que el líder es una parte y no el todo.
“La democracia necesita de líderes, hombre y mujeres, que sepan ‘meter la mano en los engranajes de la historia’”, narra en su libro Sergio Fabbrini y asegura: “Si la efectividad gubernamental del líder y de los ejecutivos es una condición para un buen gobierno, también es necesario su control político. Es preciso recordar que el gobierno efectivo y el gobierno controlado son dos caras de la misma moneda”.
¿y ud. que opina ?. Envianos tu opinión a periodicocomunidades@gmail.com
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