Es una pérdida irreparable. Es una flor marchitada antes de tiempo; es la muerte siempre cruel, que la sorprendió en sus jóvenes 48 años en la cúspide de su saber y entregada por el otro.
La vida de Adriana Serebrenik ( z"l), brillante colaboradora de Comunidades desde hace 20 años,se apagó víctima de una cruel enfermedad que padeció y que pareció superada. No somos lo mismo sin ella. El vacio se hace angustia y la angustia desazón y esta, nostalgia.
Adriana Serebrenik se ganó el merecido reconocimiento de amigos, lectores, pacientes, y de quien no, por sus brillantes columnas en donde presentaba en lenguaje sencillo situaciones familiares complejas. Pero no solo eso. Sus notas emocionaban porque tocaban fibras íntimas del ser. Como psicoanalista, terapeuta, especializada en temas familiares, supo amalgamar en sus escritos lo que otros torpemente ven como opuestos : judaísmo más psicoanalisis y no psicoanalisis versus judaísmo.
Lectora afanosa de las obras del rabino Menajem Mendel Schneerson ( z"l), líder indiscutido de nuestra generación, no fue una judía jasídica en el término práctico de la palabra pero si aplicó sus enseñanzas de amor incondicional al otro con la sonrisa afable siempre en el rostro. Conocedora de fuentes judías por leerlas y no por tocarlas de oído en algún circunstancial cuento sabático, hizo de la modestia y la sencillez una condición destacada. Nunca necesito apostrofar al otro ni predicar una moral que algunos bien simulan detrás de una fachada. Supo entender al otro y ayudarlo en una visión ajustada al bíblico precepto de Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Madre ejemplar de un hijo criado con amor de madre judía, esposa digna,hija esmerada, trabajadora incansable, conferencista sin igual, cálida hasta la sorpresa, nunca la conocí enojada y el rencor, la envidia y la figuración mediática estaban lejos de su ser. Lectora incansable, amiga personal, supo estar de veras al lado de uno cuando más se la necesitaba.
Se fue Adriana, llamada por Di-s sin que sepamos por qué,;nos deja un lugar que será imposible de ocupar; deja una huella dificil de transitar . Ha dado lo mejor de si en un mundo banal, anómico y anarquizado. Se suma así a grandes figuras judeo-argentinas que perdurarán en la memoria colectiva.
" ¿ Por qué los buenos sufren y los malos viven ? ", me preguntaba su desolado padre de 85 años mientras leía Salmos por su alma. Podría haber filosofado diversas respuestas al dolor desde el judaísmo pero nada mitigaría ante un padre el dolor de ya no estar. ¿ Acaso los padres deben enterrar hijos ? . " No se, José. El judío tiene que hacerse preguntas y hay muchas respuestas pero como humanos no podemos responder a todas ellas.
Adriana se fue dando respuestas de alivio a pacientes perturbados, a lectores emocionados, a amigos conmovidos . Fue una vida útil y provechosa.
Nada hay para demandar, solo extrañar la belleza de sus conceptos, el reflejo de un alma pura y sana.
"La vida es un misterio.No sabemos que puede pasar al minuto siguiente y es dificil tolerar esa incertidumbre ". Palabras textuales de Adriana en la edición 477. Toda una premonición de alguien que estaba enamorada de la vida .
Que su alma ascienda rápido al más alto de los niveles celestiales y que sus enseñanzas iluminen nuestros atribulados y acongojados caminos. Felizmente en las ya amarillentas hojas de viejas ediciones de su querido Comunidades, nos seguirá marcando rumbos y orientando con su suave palabra, casi una brisa o quizas un susurro pero nunca un lamento.
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