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Una desconocida misión israelí de rescate
"Yo vi el peor de los infiernos"

Por Iosi Sarid / Haaretz, Israel
En 1994 el entonces parlamentario y ministro, Iosi Sarid, encabezó un desconocido operativo de ayuda humanitaria a Ruanda, país no menos pobre y miserable que Haití y víctima entonces de una guerra civil.

Por aquel entonces Itzjak Rabin era primer ministro y yo era el ministro de Medio Ambiente de su gabinete. Tenía y relaciones muy cercanas con Rabín y por ningún motivo quería alterar su descanso sabático . Solo lo hacía en casos de extrema urgencia.
Un viernes al mediodía miraba el noticiero de la TV israelí y vi el drama que se asomaba ya en Ruanda. Un genocidio se llevaba a cabo allí mientras la comunidad internacional solo sumaba su impotencia.
Nadie como Rabin me conocía tan bien en mis virtudes y defectos y cuando de inmediato lo llamé, no lo vi asombrado. El percibió lo que yo le pediría : organizar un equipa para salvar vidas . No tuve que demorarme en darle explicaciones. " Estoy de acuerdo ", me dijo. "Llama al comandante general del ejército y decile que yo aprobé la operación ". En solo 48 horas nos organizamos y llegamos. Fuimos los primeros en toda la comunidad internacional que permanecía abrumada.
Muchas cosas que nos pasan en la vida deberían cambiarnos pero en la realidad no siempre sucede. Quedamos siendo las mismas personas, buenas y malas a la vez en una misma personalidad.
El operativo en Ruanda me cambió. Desde entonces soy otra persona. Fue una experiencia conmovedora, muy dura. Es casi imposible ver miles de cuerpos aplilados en casi todo lugar. Muchos frente a uno mismo. Es imposible no ver la vida y la muerte con otra mirada. Si alguien quisiese saber como podría verse una catastrofe humanitaria no hay otra opción que haber estado en Haiti o en Ruanda. Solo cuando uno ve esas penumbras, ahí uno se da cuenta de lo que es la jungla humana : inhumana; hombre contra hombre como fieras; tragedias naturales o humanas se ven por igual. No es una casualidad que la naturaleza elimina antes a los débiles. Justo a ellos. Es que sus casas no son casas; sus vidas no son vidas. Yo vi el fin del mundo, el peor de los infiernos. Siempre había aceptado el axioma talmúdico del que salva una vida salva a la humanidad entera.
Ahí estabamos ,en la jungla africana, un grupo de soldados y soldadas, médicos y doctoras, enfermeras y camilleros.
Llegó a nuestros oídos que en un bosque cercano hay un orfanato en el que todos sus internos, huerfanos o abandonados, agonizan enfermos de cólera. Los encontramos en estado de inconciencia pero desde la profundidad de sus desmayos por la alta fiebre se erguían en las camillas para abrazarnos en lo que quizas sería su último contacto humano. Uno tras otro cargamos a las centenas de niños. El llanto oprimía nuestras gargantas. Estallé en llanto por esos niños perdidos, abandonados a su suerte. Todo el dolor del mundo estaba allí. La mayoría de esos niños logró salvar sus vidas por la ayuda médica israelí cuando logramos hidratarlos en los hospitales de campaña. Eso era todo lo que necesitaban para volver de donde no se vuelve. Que fácil es matar ; que fácil es salvar y que fácil es a veces revivir.
El campamento israelí se asentó en la localidad de Goma, una pobrísima y devastada aldea entre Ruanda y Congo. En unos pocos meses Goma sería el refugio de 2.000.000 de refugiados que escapaban de los que cortaban cabezas a machetazos. Luego vinieron las plagas y completaron la desgracia; antes era la tribu de los hutus que asesinaba a los tutsis y luego los tustis a los hutus. Un baño de sangre y nosotros en el medio.
Una mañana, cerca del amanecer, me despertaron. " Tiene un llamado urgente desde Washington. El premier esta en línea ".
Rabin se interesaba por nosotros. Pidió, como lo acostumbraba, detalles y agregó una frase que no olvidaré. " Sabes Iosi, aún así hay algo simbólico. Uds. en Africa salvan vidas lejanas y nosotros aquí, en EE.UU., firmamos acuerdos con los palestinos (Oslo) para salvar sus vidas y las nuestras ".
La delegación israelí en Ruanda me pareció a mi de repente como la continuación de la política de paz por otros medios.
Niños haitianos, ruandeses, palestinos e israelíes. Todos son niños de Di-s. Con el paso del tiempo, cuando en Bosnia hubo una guerra civil, le comenté a Rabín un plan que preparé que consistía en traer refugiados musulmanes perseguidos a Israel .Lo consintió de inmediato y vio que era una buena idea. Los bosnios llegaron a Israel pero muchos ya volvieron a Bosnia al retornar la paz a la región. Hoy, quizas se pueda hacer lo mismo con el sufrimiento haitiano.

Número 477
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