El pasado 2 -11, habiéndose conmemorado 20 años del fallecimiento de mi querido esposo, pedí a mis hijos que me llevaran al cementerio de Tablada al que desde hace tres años no puedo concurrir por mis propios medios , por padecer una enfermedad crónica en el sistema nervioso que afecta las extremidades y encontrarme imposibilitada de caminar.
Al llegar solicitamos acercarnos con el auto hasta la manzana 46 de la parte vieja, lugar donde se encuentra la tumba de mi marido. Ante la negativas respuestas y debido a que también me encuentro imposibilitada de subir al carrito mecánico habilitado para transportes de personas, nos acercamos a la administración con el fin de pedir que habiliten los medios para poder acercarme a dicha manzana. Volvieron a darnos la respuestas negativas y con el único ofrecimiento fue facilitarnos una silla de ruedas, obviamente aceptamos el mismo.
Cabe mencionar que el estado de la silla era deplorable; vieja, chica, oxidada y con dificultad en el movimiento de sus ruedas, agravado por el estado del pisos de cementado muy roto,.En varios momentos del corto camino estuve al borde de caerme de la silla.
Grande fue nuestra sorpresa al ver otros automóviles movilizándose dentro de la parte vieja del cementerio.Mantuvimos una conversación con el conductor de uno de ellos a quien preguntamos cómo consiguió dicha autorización para su movilización, y la respuesta recibida fue que él era rabino de una comunidad de la Cap. Fed. y para ir de una ceremonia a otra utilizaba su automóvil. El mismo rabino también quedo asombrado de nuestros comentarios cuando le explicamos las respuestas y soluciones recibidas al comprobar las dificultades en las que movilizaba.
Me atribuyo estas líneas, con el derecho que me otorga ser socia de la institución, mirando la historia recordar que en vida mi difunto esposo ocupo los cargos de “Jefe de Sepelios”, “Secretario de Socios” y al momento de su fallecimiento, acto ocurrido en las propias oficinas de la Sojnut el 18/10/1988 “Secretario de Cementerios” de la AMIA ayudando siempre a quienes menos posibilidades tenían. Su nombre Mauricio Wainstein.
Considero que dicha institución además de pagar programas televisivos y propagandas donde “muestran la ayuda que prestan a las gente mayor” , debería ocuparse mucho mas del acceso a los cementerios de esta misma gente y las condiciones de edilicias del mismo
En esta oportunidad, lamentable me toco a mí, una mujer grande, pero ningún integrante esta exento de padecer dificultades en su caminar y en otras oportunidades la situación puede en forma similar ocurrirle cualquier familiar, esposa, esposo, padre o madre de los lectores.
Al regresar nos acercamos a la administración solicitando hablar con el responsable del cementerio, siendo atendidos por el Sr. Marcelo (empleado de AMIA) a quien elevamos nuestras quejas, sentimientos de discriminación y disconformidad y falta de consideración
Mucha vergüenza y dolor siento al escribir esta nota pero al mismo tiempo considero que Comunidades es el medio adecuado para expresar y poner en conocimiento de los directivos de las instituciones el malestar vivido, esperando sirva para mejorar las condiciones de accesibilidad a personas discapacitadas.
Esther Fiskin de Wainstein
Socia 38916
CI 3.182.357
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