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Periódico Judío Independiente
60º de la primera edición del Diario de Ana Frank
El 25 de junio se cumplirán exactamente sesenta años de la primera edición del Diario de Ana Frank. La obra de teatro, fue estrenada en Buenos Aires en idish, en el mes de junio de 1957; en julio, en italiano, por la compañía de los Jóvenes Actores italianos y, en agosto, en castellano, por el IFT.

Yo era muy pequeña cuando mis padres me regalaron la obra de teatro. Recuerdo que la leí sin parar y sentí lo que nunca dejé de sentir al leer tanto el Diario como la obra de teatro: la voz de Ana asomaba a mi propia voz. A través de su escritura, Ana estaba viva.

_ “No podíamos hacer esto, no podíamos hacer aquello. Obligaron a mi papá a dejar su negocio..., yo tuve que entregar mi bicicleta..., no pude ir más a la escuela común holandesa... ni al cine... ni andar en automóvil... y más adelante ... Nos obligaron a usar la estrella amarilla sobre nuestras ropas...”

Después, el anexo. Un espacio para que la vida sea posible. Ana necesitó imaginar que era una casa de huéspedes, una casa de verano. Gritó la sorpresa de reencontrarse con las fotos de artistas, apretó el diario que el padre le regalaba y corrió a buscar un lápiz en la oficina.

_ “¡Ana! ¡No! No quiero que traspases esa puerta jamás” – la frenó el padre.

Nunca más salir, nunca más aire puro, nunca más correr ni saltar, escribe Ana.

_ “Será duro, lo sé” – dijo el padre, con las mismas palabras que varias veces me dijo mi padre - pero recuerda siempre esto. Nadie puede poner cadenas ni cerrojos a nuestra mente, a nuestra imaginación, a nuestra inteligencia...”

Las palabras del Sr Frank, tan criticado por los que le censuraron no haber enviado a sus hijas a la resistencia contra el nazismo y, de ese modo, poder salvarlas del horror, dan cuenta de que un padre es el que cumple con el precepto “elegirás la vida”, según sus posibilidades.



Elegirás la vida

Para el psicoanálisis, "Elegir la vida" es la puesta en función de la ley del padre. El pensamiento judío da cuenta de la dimensión transbiológica de la paternidad siendo un padre aquél que cumple la función, la que hace poner en juego hasta su propio nombre. ¿Por qué me refiero al nombre? Esencialmente por que hay un reconocimiento explícito del padre al invocar la procedencia: "...de Abraham, de Isaac, de Jacob...", tos tres patriarcas.

El judaísmo no es un matriarcado y la cuestión matricista se fundamenta en situaciones históricas precisas. Las reiteradas invasiones y sometimiento al cual el pueblo judío fue objeto, más las violaciones de las mujeres, condujeron a la idea de que judío es el hijo de vientre judío (madre “cierta”) porque, además de tener el primer contacto con su hijo, es la transmisora de una pertenencia por encima de cualquier contingencia geográfica.

También, las violaciones fueron casi cotidianas en las épocas de los pogroms y, en los casos en que una mujer judía hubiese quedado embarazada, un hombre de la comunidad se autoadjudicaba de inmediato la pater­nidad, esto es: se fundaba como padre. Lo mismo durante tiempos del nazismo.

Lo importante, lo valedero, era que un miembro de la comuni­dad diera su nombre a un hijo puesto que, a partir de ese instante, tendría un padre. Para el judaísmo, un niño no sólo no debe quedar desampa­rado sino que debe ser avalado desde el nombre que le es otorgado, es decir, lo identifica como hijo de un padre.

Tradición y transmisión tienen la misma etimología y ambas remiten a trasladar, transportar, transferir ideas, principios, sentimientos a través de las generaciones. En Deuteronomio, 30, es decir en Palabras, en el versículo 19, esta escrito; "...La vida y la muerte puse ante vosotros, la bendición y la maldición. Tú escogerás la vida, para que vivas tú y tú simiente...".



La lucha desesperada del Sr. Frank

En contraposición a lo que muchos criticaron, el padre de Ana, el Sr Frank, hizo todo lo posible para rescatar a su familia del horror nazi: solicitó asilo a EE.UU. y a Cuba para salvarlos además de dar refugio a amigos y conocidos, hizo lo imposible para conseguir las visas, pero sus esfuerzos se vieron frustrados cuando los países aliados y del Eje endurecieron sus políticas inmigratorias, según los documentos difundidos recientemente. Las espeluznantes cartas escritas por el padre de Ana Frank, fueron publicadas a mediados de febrero de 2007 en Nueva York.

También envió, desesperadamente, cartas a amigos y familiares que vivían en EEUU en las que pedía lo ayudaran a hacer frente a los costos de inmigración en momentos en que intentaban escapar de Holanda.

"No lo pediría si las condiciones aquí no me obligaran a hacer todo lo que puedo antes que sea tarde, de modo de evitar cosas peores" escribió Otto Frank a su amigo Nathan Straus, en abril de 1941. "Es por el bien de los chicos (…). Nuestro destino es menos importante". Straus, hijo del propietario de los almacenes "Macy's", intentó ayudar a los Frank. Él, junto con Helen, su mujer, acudieron al Departamento de Inmigración del servicio nacional de refugiados y contactaron al Departamento de Estado norteamericano.

Estas cartas, junto con documentos y registros de varios organismos que ayudaron a la gente a emigrar de Europa, fueron dados a conocer por el Instituto YIVO de Investigaciones Judías, institución con sede en Nueva York.

Los documentos ponen al descubierto la forma como Frank intentó lograr que su familia —integrada por su esposa Edith, sus hijas Margot y Ana y su suegra Rosa Hollander— pudiera viajar a Estados Unidos o Cuba. Para ello escribió cartas a familiares, amigos y funcionarios entre el 30 de abril de 1941 y el 11 de diciembre de 1941, cuando Alemania le declara la guerra a Estados Unidos. Frank consigue una visa para Cuba, pero se la anularon en diciembre de 1941, cuando EEUU entró en la guerra.

La familia con algunos amigos, se ocultaron en julio de 1942, logrando mantenerse ocultos durante más de dos años antes de ser arrestados.

En su diario escrito en el Anexo, Ana Frank fue narrando la vida de los suyos, de los amigos de su familia, del amor por Peter, de sus reflexiones, de sus ansias de vivir.



Ana Frank, otra vez víctima del odio.

Los clubes neonazis, siguen proliferando en ciudades pequeñas y económicamente desfavorecidas de la antigua RDA pese a que negar el Holocausto es un delito penado en Alemania.

El 27 de febrero de 2007, el diario Clarín, publicó una nota con el título: “Un caso que conmueve a Alemania. Ana Frank, otra vez víctima del odio”.

Se lee en Clarín que siete jóvenes neonazis fueron juzgados en Alemania, acusados de haber quemado un ejemplar del Diario de Ana Frank, en una hoguera en una plaza pública de la cercana ciudad de Pretzien. El caso despertó indignación en toda Alemania, sobre todo cuando se supo que estaban presentes tanto el alcalde de Pretzien como la Policía, y que nadie hizo nada por evitar la quema del libro. Los imputados, de 25 a 29 años, fueron acusados de incitar al odio racial por: planear la quema del libro al estilo de las hogueras de la era nazi, por apología del nazismo y por negar el Holocausto.

De la destrucción de los libros al exterminio de aquéllos que piensan distinto hay un paso. Hitler, inauguró su arribo al poder con una gigantesca quema de libros. Destruir toda otra cultura conduce a la aniquilación de los sostenedores de la misma.



El diario de Ana y el empeño de un padre.

Otto Frank decidió esconder a su familia en el anexo de su empresa de Amsterdam, dónde se quedaron cerca de dos años. Allí, Ana redactó su famoso diario, hasta que la familia fuera traicionada y deportada.

El único que sobrevivió fue Otto, liberado en Auschwitz en enero de 1945. Al regresar a Amsterdam, encontró el diario de su hija, logrando que se publicara en 1947. El padre de Ana hubiera podido guardarlo para sí como un recuerdo. Sin embargo, puso todo su empeño como padre y como hombre de una generación devastada por las atrocidades del nazismo, para que la obra de su hija, una maravillosa escritora y buceadora en las profundidades del sujeto humano, se convirtiera en uno de los libros más leídos en el mundo, independientemente de la religión y de las ideas políticas de sus lectores.

El Sr. Frank, también posibilitó a toda una generación de jóvenes identificarse con las ansias de libertad, los anhelos de justicia y el deseo de vivir de Ana, más allá de la oscuridad de su tiempo.

Quiero concluir con una de las frases más conmovedoras que Ana nos legó:

“Asombra que no haya abandonado aún todas mis esperanzas, puesto que parecen absurdas e irrealizables. Sin embargo, me aferro a ellas, a pesar de todo, porque sigo creyendo en la bondad innata de los hombres”.



Susana Grimberg. Escritora y psicoanalista



Número 423
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