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Gran Hermano: ¿Por qué nos excita tanto ver la vida ajena?
Por Pablo Nachtigall
Que Gran Hermano es un éxito mediático nadie lo pone en duda. Sus 30 puntos promedio durante casi todos los días lo atestiguan. Que hay montada toda una gran maquinaria publicitaria junto con pequeños programas de TV satélites a su alrededor para impulsarlo y generar interés en los televidentes, tampoco nadie puede negarlo. El arte del marketing consiste en generar la sensación que algo nos está faltando, que estamos incompletos y por lo tanto precisamos de algo externo para sentirnos satisfechos. Así es como surge el deseo, que es la energía que nos moviliza a querer adquirir aquello que nos complete. Y ello puede ser una persona, una imagen, servicio, producto o hasta un programa de TV como Gran Hermano.

Gran Hermano muestra una realidad innegable. Nos guste o no sus contenidos, un gran porcentaje de los televidentes argentinos sienten una fuerte disposición por contemplar la vida ajena. Mismo que el programa, que algunas veces he intentado mirar sin poder sostener mi interés más de diez segundos, sea vacío y muestre la vida diaria de unas doce personas que sólo están encerrados en una casa sin hacer nada. Con todo eso y numerosas personalidades y profesionales opinando continuamente que el programa es una basura y mal ejemplo para nuestra sociedad, algún efecto inexplicable debe estar sucediendo para que GH tenga ese rating tan alto.

¿Qué nos sucede a los argentinos que sentimos tanto interés por la vida ajena, mismo que esta no nos aporte nada valioso a nuestras vidas?
Osho, un maestro iluminado de la India, muerto hace 17 años, decía que la afición muy fuerte que tenemos por mirar películas en el cine o TV se debe en gran medida a que no nos permitimos vivir plenamente nuestra vida. Osho decía que puesto que no desplegamos nuestras potencialidades al máximo a nivel del amor, placer, creatividad y conciencia, solemos conformarnos con una vida mediocre donde preferimos asistir como espectadores a la vida de los otros. Resulta más fácil y cómodo, porque equivale a menos riesgos en la vida real. En vez de vivir el amor en forma intensa y total, preferimos ver una película romántica. O quizás al no visualizar y dirigirnos hacia nuestros sueños en forma decidida, resulta más sencillo observar una película de acción donde otros se arriesgan a concretar sus sueños. Como decía un famoso técnico alemán del Bayern Munich a sus jugadores: “Tenemos la tendencia a ser jugadores suplentes mirando desde afuera a los jugadores titulares ya que entrar a la cancha es arriesgarse a jugar, ganar o perder y llevarse críticas feroces”. Esto es una valiosa metáfora de la vida.

Si por alguna razón te consideras dentro de ese porcentaje que siente en forma inexplicable cierta predisposición por contemplar la vida ajena sería interesante formularte algunas preguntas. Si no fueses de aquellos que gozan mirando GH, quizás hasta también puedas plantearte algunas interrogantes en tu vida:

¿Vivís el amor a pleno? Vivir el amor a pleno es arriesgarse. No implica el casarse o el compromiso formal; ello puede darse pero no significa necesariamente que te estés arriesgando. A veces un casamiento se da porque fuiste programado a repetir lo mismo que viviste en tu familia. O porque te sentís solo y de alguna manera querés salvarte. Vivir el amor a pleno tiene mas que ver con permitirte sentir y manifestar el amor y deseo hacia otra persona, mismo si esta no te correspondiese. Vivir el amor es abrir tu capacidad de amar, entregarte y compartir lo que te pasa con aquella persona que puede ser tu pareja, una amistad o familiar. Y eso conlleva riesgos puesto que se activan todos nuestros miedos infantiles nuevamente. Si nos abrimos, mostrando nuestra fragilidad, vulnerabilidad y deseo hacia el otro, quizás podamos ser rechazados o abandonados. ¿Quién sabe? Hasta nuestra pareja podría preferir a otra persona. Cuando nos abrimos, somos cual una flor delicada, nos exponemos a ser heridos.. y amados en mayor intensidad. Podemos crear niveles insospechados de abundancia para nuestra vida y ello despierta un sinfín de temores. Es por esta razón que muchas personas prefieren la soledad. O relaciones tormentosas e inmaduras. O hasta un matrimonio seguro y rígido. Para no atravesar estos dolores y emociones que llevamos dentro de nosotros nos resguardamos en una fortaleza que nos deja semi muertos y así vamos perdiendo un tiempo precioso. Sólo que no somos inmortales pero vivimos como si lo fuésemos, creyendo que tenemos todo el tiempo del mundo. Como cantaba Vicentico, cuando lideraba a Los Fabulosos Cadillacs: “Se te está pasando el tiempo...y que la vida se te va...”. Por eso: ¿Te permitís vivir un amor a pleno? ¿O buscas evitarlo relacionándote con personas que no te corresponden? ¿Sentís miedo de mostrar tus sentimientos a quién te gusta? ¿Cuál es tu mayor miedo en relación al amor?¿Te permitís mostrar tu lado vulnerable y suave?

¿Sos conciente de tus sueños y te moves en pos de su realización?
Los sueños son el motor de nuestra existencia. Son los estímulos que nos llevan a querer vivir una existencia plena de sentido, placer e intensidad. Los sueños son aquellas metas o situaciones que deseamos fervientemente vivir y crear para nuestra vida. Pueden abarcar diversas áreas tales como el trabajo, amor, amistad, etc. Aquellas personas que ven sus sueños y se encaminan gradualmente hacia ellos, tienen otra energía y actitud ante la vida. Muchas personas tienen evidentes dificultades para contactarse con sus sueños. Parecen tener una prohibición interna que les impide ver aquello que los apasiona. Otras personas consiguen visualizar sus sueños pero no se permiten actuar para concretarlos, permaneciendo en ese eterno estado de ensoñación. Por esa razón hay tantas personas viendo GH ya que es más fácil vivir sueños ajenos que el propio... ¿Cierto? Cuando tenemos problemas en concretar nuestros sueños es bueno mirar los modelos familiares que hemos mamado de pequeños y su impacto en nuestra vida adulta. Es sano admitir cuando precisamos de una ayuda profesional para liberarnos de aquel yugo interno que nos impide vivir una vida excitante, potente y profunda. Si tenés dificultades para entender esto es bueno que reflexiones: ¿Cuáles son tus sueños? ¿Te permitís vivirlos y encaminarte hacia ellos? ¿Que crees que opinarían o sentirían verdaderamente tus padres si llevases a cabo tus sueños? ¿Sentís que pasas más tiempo de tu vida contemplando a otros concretar sus sueños?


¿Te permitís vivir experiencias que te lleven a estados elevados de energía, placer y conciencia? Todos en alguna medida deseamos experimentar mayores niveles de armonía, amor y alegría en nuestras vidas. Es sumamente difícil que nos movamos concientemente hacia una situación o persona que nos lleve al dolor y miseria. Lamentablemente hoy en día, los elevados estados de energía y placer son malinterpretados y todos buscan acceder a ellos a través de “atajos químicos” como las drogas leves o pesadas, el alcohol y otras sustancias psicotrópicas. Los maestros espirituales de diversas religiones a lo largo de los siglos han desarrollado métodos y técnicas para lograr elevados estados de poder y bienestar. Sus enseñanzas están a nuestro alcance hoy en día. El problema es que solemos distraernos muy fácilmente contemplando la vida ajena por TV. Practicar algún método de estos guías espirituales puede significar un compromiso contigo que puede sacudir tus creencias y estructuras. Y eso da mucho miedo. Por lo que puede resultar ilusoriamente más “fácil y menos peligroso” drogarse, fumar marihuana, alcoholizarse o quedarse viendo varias horas GH. Siendo así es importante que te preguntes lo siguiente: ¿Te permitís vivir la alegría y el placer intensamente? ¿O precisas una ayuda externa química para hacerlo? ¿Te haces espacios en tu vida para experimentar tu cuerpo sin interferencias de tu mente? ¿Sentís miedo de perder el control si experimentases tu energía libremente?

Los argentinos somos muy cerebrales. Nos guiamos mucho por los pensamientos y lo que creemos que los otros dirán al respecto. Tenemos escasa cultura para conectarnos con las sensaciones y las potencialidades energéticas de nuestro cuerpo. De esa manera nos perdemos de vivir una vida intensa y plena. Así es como buscamos desesperadamente estímulos externos que nos saquen de una existencia aburrida y falta de sentido, de la cual somos los responsables. Y esta es una de las razones por las cuales nos gusta y excita tanto mirar la vida ajena de los demás. El alto rating de Gran Hermano es una prueba fehaciente de ello.

Lic. Pablo Nachtigall

Psicólogo- Terapeuta en Bioenergética Transpersonal

Número 416
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