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EL PANTANO IRAKI
Por Natalio Steiner

Si alguién pensó que la situación de Irak iba a mejorar porque Saddam Hussein salió de escena, se equivocó feo. Los días pasan y las tropas norteamericanas tienen cada vez más problemas para poner fin a la guerra civil entre chiitas y sunnitas y reprimir con éxito al terrorismo de Al Queida que se filtró en el país.En el plano interno a Bush no le va mejor.

Me cuesta decirlo, porque lo detestaba, pero Saddam fue al encuentro de su muerte con la cabeza levantada. No pidió clemencia a sus verdugos chiitas y no se quebró. Su ejecución fue un acto político más que de justicia. Hay en Irak un gobierno de raíz chiita que no logra controlar lo que sucede en el país.

Con todo respeto por los organismos de derechos humanos el ajusticiamiento de Saddam fue un acto de justicia, inoportuno pero justo. Saddam Hussein perteneció a un grupo particular de criminales de guerra que construyeron su destino con las manos ensangrentadas. El número de personas que asesinó,entre ellos cerca de 100.000 miembros de su pueblo;su forma de asesinar;su involucramiento personal en las barbaries cometidas, todo ello lo pone a la altura de los ejecutados en Nuremberg en 1946. Sin embargo su juicio y posterior condena no le sumó créditos al regimen irakí que lo sucedió.

Israel tiene una cuenta muy larga con Saddam Hussein;una cuenta mucho más amplia de lo que comentaron los medios de comunicación. El intentó avanzar en la construcción de un proyecto nuclear destinado a atacar Israel (aunque antes a sus vecinos). El arrojó 40 misiles Scud sobre Israel en la primera guerra del Golfo poniendo en tela de juicio la capacidad defensiva de Israel. También, hasta 2003, ayudó a financiar el terrorismo palestino.

Cuando Israel atacó el reactor nuclear irakí en 1981 recibió un golpe pero no reaccionó. El tampoco reaccionó cuando Israel ayudó al regimen de los ayatollahs en Irán en la guerra de 8 años que libró con Irak.En aquella época el lógico interés israelí era que esos dos terribles enemigos se deshagan entre si. La salida de Saddam del poder le permitió a Irán expandir su influencia zonal y desarrollar sus amenazas contra Israel hasta límites inconmensurables.

La percepción general es que la ejecución de Saddam no cambiará de forma radical la situación en Irak.La guerra civil y caos que allí existe tiene vida propia y que en nada modifica el derrotero irakí.

Los norteamericanos se equivocaron cuando caído Saddam establecieron en principio un regimen militar, una larga transición hacia la democracia, la forma en que se luchó la posguerra y en la transferencia desigual de poder.Bush aún cree que puede ganar esta guerra que de perderse amenaza con incendiar la región pero muy pocos americanos así lo creen. La cuestión ahora es como salir de allí sin que el fuego se extienda. Esto puede pasar de varias formas o por una de ellas:terrorismo sunnita, un estado manejado por Al Queida en el centro del país y el norte kurdo-con un pueblo de independencia insatisfecha, que puede generar un conflicto con Turquía que ve un peligro de desmembramiento en el independentismo kurdo.

Cuando un líder dictatorial sale del poder en general el mundo respira con satisfacción.Así fue cuando se supo del suicidio de Hitler o cuando se conocieron las masacres stalinistas o inclusive cuando en Rumania fue ejecutado Nicolai Ceasescu.

En el caso de Saddam quizas hubiera alcanzado con sus estatuas derribadas o con su larga prisión. Su ejecución no redime a Irak de su sufrimiento. Saddam dañó en vida a Irak y a sus vecinos y su muerte no ha mejorado la situación.

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