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Periódico Judío Independiente
FELICES 80
Por LIC ADRIANA SEREBRENIK
Mis hermanos y yo los mirábamos de reojo. Sentados en la cabecera de la mesa, mamá y papá se reían incómodos. En todos estos largos años, nunca le habíamos festejado nada especialmente a papá. Su cumpleaños también era el de mi hermana mayor, entonces desde que yo nací siempre fueron celebrados en conjunto y el día del padre, coincidía todos los años con el cumple de mamá, así que inevitablemente el festejo, otra vez era de a dos.

Era la primera vez en mi vida de 44 años que lo celebrábamos exclusivamente a él. Festejábamos la alegría genuina de su compañía en esta vida física. De tenerlo vivo, sano, entero... frente a nosotros. Como un roble erguido y sostenedor en las dificultades, como un junco sabio doblándose al paso del tiempo, como una bandada de mariposas coloridas celebrando el arco iris de la existencia. Celebrábamos sus 80 años de vida.

Sin discursos, sin parsimonia. Con miradas amorosas, con sonrisas que abrazan, con música de violines de un cariño que envuelve armoniosamente.
Mis hermanos y yo lo mirábamos de reojo. No fue fácil convencerlo de agasajarlo especialmente. Hasta último momento se negó. No está acostumbrado a ser el centro... a recibir. Hasta no quería decirle a sus amigos que era su cumpleaños para no ponerlos en compromiso de comprarle un regalo. Pero la verdad es un privilegio digno de festejo llegar a los 80 años y estar sano, lúcido, vital y satisfecho con lo que se hizo, con lo que se pudo, con lo que se tiene...
4 generaciones estábamos sentados en la larga mesa familiar, hijos, nietos y bisnieto. Primos de mamá, viejos amigos...
De la familia de papá nadie queda vivo y los sobrinos de sus hermanos fallecidos, viven en el exterior. Difícil tenerlos físicamente presentes en una celebración tan intimista. Éramos todos los que estábamos y éramos muchos.

Es un regalo de la vida llegara a los 80 rodeado de afectos, de logros personales y familiares realizados y seguir siendo deportista y elegante.! Qué legado a las otras generaciones que en pareja se hizo posible que aparecieran en este mundo físico.!
Es todo un modelo a seguir para nosotros y también para nuestros hijos.
En este acontecimiento lo celebramos a él, celebramos a mamá, su compañera de toda la vida, celebramos pertenecer a nuestra familia con todos sus claroscuros, como todas las familias lo tienen. Ni mas perfecta , ni mas sana. Humana, con discusiones, cotidiana en su sencillez y a la vez maravillosa. Pertenecer a una familia integra. Integra en sus ambigüedades , con sus contradicciones y carencias. Integra. Con sus dobleces y quiebres. Con sus pliegues y costuras. Integra. Con cada uno de sus miembros arañando su propia felicidad sin descuidar la del clan. Unidos. A pesar de las distancias, de los malos entendidos, de las peleas, de los desencuentros. Unidos . Con amor, con pesar, con vacíos, con sobrecargas.

Mis hermanos y yo los mirábamos de reojo, estudiando cada uno de los gestos de papá y mamá. Temíamos que algo no les gustara. Habíamos planeado todo, pero claro, algunos inconvenientes e incomodidades siempre hay en alguna fiesta , pero mis hermanos y yo queríamos que todo estuviera impecable. Darles lo mejor. Como siempre intentaron ellos con nosotros. Y claro lo mejor a veces sale mas o menos. A veces casi perfecto. Hacíamos malabares, respirando bajito para que no se caiga el castillo de naipes que habíamos armado para ellos .

Conmemorábamos a papá en sus 80, pero no queríamos descuidar a mamá. Ella es el gran festejo de papá. Mamá es su sol. Vive para hacerla feliz. Si ella esta contenta, papá vibra de felicidad. Papá es como un caballero andante , queriendo hacer feliz a su amada. La sonrisa y aprobación de mamá ,son medallas de incalculable valor para papá. Sus enojos lo deprimen y desesperan. De sus 80 años solo 19 pasó sin ella. Cuando aún no la había conocido. Ella es su damisela y él su Varón . No pueden vivir separados. Aunque como todos los matrimonios normales se peleen y se amiguen todos los días. Se aman profundamente. Tantos años juntos. Ya uno es parte del otro...

Nuestros padres...
!Qué bendición tenerlos vivos, tenerlos sanos. Tenerlos.!
Mas allá de sus demandas. De sus imperfecciones, de lo que no acordamos. ¡que privilegio tocarlos, aclarar malos entendidos, pelearnos, discutir, fundirnos en un abrazo, acariciarlos, escucharlos. ¡Qué bendición que nos amen y acepten!. Con sus reproches, sus reclamos, sus juzgamientos, con nuestras limitaciones de hijos que ansiamos padres perfectos- que al ser también progenitores sabemos imposible.-
Privilegio es tenerlos en frente, sentados , mirándonos. Los dos juntos. Los dos saludables. Mamá y papá. A pesar de los achaques, de la sordera, de los dolores en las articulaciones, de la falta de memoria. Los años no vienen solos. Vienen con limitaciones, con dolores y sinsabores pero también con grandes alegrías y satisfacciones que uno cosecha si es que ha sabido cultivar, arar, rastrillar la tierra de su vida.
Con altibajos, dichas, desdichas, risas, llantos, impotencia, claroscuros, neblinas, luminosidad. Con el abanico de todo lo posible y a la vez el privilegio de lo dosificado hemos llegado hasta aquí.
Bendigo esta oportunidad que nos da la existencia de agasajar a quienes nos dieron la vida, nos educaron con lo mejor de sí, intentaron pulir sus aristas personales como pudieron para no lastimarnos, y aunque nos hayan lastimado fue porque no supieron cómo dejar de hacerlo. Hicieron lo mejor que pudieron para hacerlos felices. Tal vez con lo que a ellos les hacia feliz , sufrieron con nuestros quebrantos además de los suyos propios, se alegraron y alegran visceralmente con nuestros goces.


Mis hermanos y yo los mirábamos de reojo. Todos lo aclamaban frente a la torta, las velitas fosforescentes de los 80 y él turbado, humilde, sonreía tímido entre los aplausos y las silbatinas. Parecía una cancha de fútbol vitoreando su nombre. Y él allí frente las velitas turbado y vergonzoso.
¿Qué habrá sentido en ese momento bullanguero y amoroso?. Se habrá preguntado ¿qué hice yo para merecer tanto aplauso y griterío alegre? .
La respuesta estaba en la sonrisa de los presentes , en los abrazos tiernos de los que los rodeaban. En los ojos vivaces que acariciaban y festejan su humildad, su capacidad de sostén, su liderazgo, la pureza de sus valores éticos, su lucha personal, su habilidad para cohesionar a la familia, para lograr sus objetivos, su perseverancia , su compromiso con la palabra empeñada. Su fidelidad a los buenos principios que celebran la plenitud de la vida, su respaldo incondicional a su esposa, a cada uno de sus hijos, de sus nietos .
¡ que regalo de la vida llegar a los 80 enteros , a pesar de los quiebres y grietas de la vida.! Con sus abismos y cornisas , con sus cimas escabrosas , con sus cavernas subterráneas alturas y bajones. La vida. Las maravillas y malabares de vivir en plenitud .

Los 80. Integridad a pesar de los cimbronazos, bien acompañado con todas las soledades existentes, saludables con todos los malestares que acechan. Felices de haber viajado, explorado nuevos universos, corrido riesgos, haberse animado cuando fue necesario. Mirar tres generaciones construidas por ellos, haber enseñado a otros a ser mejores personas, aceptar las inevitables pérdidas que la vida va succionando. Tenerla capacidad de transitar lo agrio, de no acobardarse ante desgracias imprevistas, poseer la sabiduría de timonear el barco de la vida con coraje frente a las tempestades que a veces la existencia trae consigo .

Todo un ejemplo papá a los 80. Un legado. Un tesoro de carne y hueso para apreciar, enarbolar, saborear y festejar.
Mis hermanos y yo nos miramos satisfechos. Sonreíamos diciéndonos : ¡Lo logramos! Pudimos festejarlos, celebrarlos, agasajarlos, coronarlos a papá y mamá. Aunque sabemos que para papá, la única reina es mamá y que sólo su alegría es lo que lo hace sentirse en el trono.
Y nuestra dicha es darles felicidad, devolverles con celebración todo lo que nos han brindado. Porque todo indefectiblemente vuelve. Ahí estaban sus hijos, sus nietos, su bisnieto , viendo, testimoniando, incorporando, rememorando...la vida vivida. Celebrando pertenecer a la familia, que ambos estén vivos y sanos, agradeciendo a D´s su presencia y compañía en este mundo físico .
Y el final dela fiesta llegó. Mis hermanos y yo nos miramos satisfechos pudiendo integrar lo agrio y dulce de la familia. Como todas las familias . Amando profundamente a nuestra madre y padre con sus limitaciones , que todos tenemos, aceptando, comprendiendo, dándole sentido a lo que sucede , que es lo que nos hace humanos y nos permite convivir con las maravillas de los que amamos y con sus imperfecciones , tan humanas como nosotros mismos...

Mayo de 2006
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