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Periódico Judío Independiente
La comunidad judía frente a urticante problemática
EUTANASIA: EL DEBATE PENDIENTE

Por Roxana Umansky
Especial para Comunidades

Indudablemente, el "Derecho a la Vida" es un principio universalmente aceptado y arraigado en la cosmovisión de nuestra sociedad. Sin embargo, aunque parezca incompatible, existe también una creciente demanda social sobre cuestiones que, a priori, podrían suponer contradicciones insalvables con el sostenimiento de este principio, como sucede con la eutanasia. Y de la mano de ella aparecen preguntas tales como: ¿La vida del hombre es una realidad disponible que puede ser usada por los hombres? ¿Quién detenta el derecho de decidir sobre la muerte? ¿Hasta dónde llegan las obligaciones de quienes asisten a las personas cuya muerte es inevitable? ¿Hasta dónde es legítimo extender artificialmente la vida de una persona? Sin ir más lejos, el estado de salud y la posterior muerte de Yasser Arafat abrieron este último interrogante, en momentos en que muchos hablan que las máquinas que lo mantuvieron con vida en forma artificial sólo fueron apagadas cuando finalmente se decidió dónde descansarían sus restos, lo que no hace más que reavivar el debate ético sobre la eutanasia.

Precisamente de este tema intentaremos hablar en esta nota, de la eutanasia y sus implicancias, haciendo especial hincapié en la posición del judaísmo respecto a ella. La discusión ya está abierta..


HOLANDA: EJE DE LA DISCORDIA

Muchos recordarán cuando en el año 2002 Holanda se convertía en el primer país del mundo en reconocer la eutanasia como un acto legal. La ley permitió aplicarla a todos los enfermos mayores de 12 años, con la obligación de una autorización de los padres entre los 12 y los 16 años. Sin embargo, recientemente la justicia holandesa dio un paso más, autorizando a una clínica universitaria a practicar la eutanasia a niños de menos de 12 años que padezcan enfermedades incurables y que les provoquen sufrimientos intolerables e incluso, en bebés recién nacidos. Esta legalización no hizo más que romper una frontera psicológica importante, posibilitando la discusión en muchos países sobre un tema tan vital como es la relación entre la vida y la muerte en los enfermos terminales.

¿ La vida es una realidad de la que el hombre puede disponer? "La Torá es muy clara respecto a ello"- sostiene el Rabino Shlomo Kiesel, de Jabad Lubavitch- "Desde la objetividad del creyente, evidentemente es Dios el que está creando, el que otorga la vida y el que- llegado el momento- decide también que ésta se tiene que terminar. No es una cuestión del hombre. La persona no va a vivir ni un minuto más ni menos de lo que Dios disponga".

Desde el campo de la medicina, el Prof. Dr. Jaime Bortz - Dr. en Medicina; Prof. de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y del Postgrado de la Carrera Docente y ex - miembro de la Comisión Nacional de Ética Biomédica del Gobierno Nacional- rescata las enseñanzas de la moderna bioética, la cual sostiene que cada paciente tiene absolutos derechos sobre toda intervención a llevarse a cabo sobre su propio cuerpo. "El cuerpo del paciente le pertenece. Ni los médicos que lo atienden ni los familiares tienen prerrogativas de orden superior a las de los derechos mismos del paciente. Entre todos esos derechos está también el de solicitar la no - intervención del cuerpo médico"- sostiene.

Ahora bien, el derecho sobre el propio cuerpo abre un espacio de discusión sobre el denominado "encarnizamiento terapéutico", es decir, la discusión sobre si se justifica la aplicación de una práctica médica o quirúrgica de resultado problemático con el enfermo muy grave. A lo que uno puede responder: es plausible si ofrece alguna posibilidad de supervivencia o alivio y no, el abrumar al paciente terminal con infinidad de tratamientos que obstaculizan el natural e inevitable proceso de muerte.

No obstante, para el Dr. Bortz, no hay un punto claro que pueda marcar un límite entre" un esfuerzo médico en la prolongación de la vida del paciente y un esfuerzo médico en la prolongación de la vida del paciente que resulte lesivo para el mismo.” En la mayor parte de los casos, las medidas terapéuticas - y las repercusiones éticas de las medidas terapéuticas - son informadas y consensuadas entre los médicos, el paciente y la familia del paciente". En caso de que las medidas habituales fracasan y se dificulta la toma de decisiones en forma informada y consensuada, es sugerible- comenta Bortz- “recurrir a un comité hospitalario de ética para solicitar una opinión".

Contradiciendo las situaciones que para los médicos se plantean como clínicamente irreversibles, el Rabino Kiesel afirma que "la Torá nos pone un límite muy claro al respecto, totalmente distinto al parámetro de los médicos. En tanto y en cuanto haya una chispa de vida - aún cuando sea artificialmente mantenido ese cuerpo - la persona está viva. Y en tanto y en cuanto alguien haga algo que corte esa vida, eso se considera: ´shfijut damim´, verter sangre, matar, asesinar". Por ello, para Kiesel, más allá de lo que la medicina dice, "uno puede debatir cuando tiene la opción; nosotros no entramos en ese debate. ¿Quién es el ser humano para tomar este tipo de decisiones?- se plantea-. “ Es una obligación el tratar de utilizar todos los medios posibles que existan de acuerdo a lo que el hombre y su conocimiento tienen para extender la vida”- alega el Rabino.

Desde el lado opuesto del arco ideológico, el Rabino Dr. Adrian Herbst, Decano del Seminario Rabínico Latinoamerico, sostiene que como es habitual en el judaísmo, no hay una respuesta tajante en esta problemática. “A priori, el judaísmo se opone a la eutanasia, pero - a posteriori- el caso es estudiado por un Tribunal Rabínico, quien luego de evaluar cómo tal situación está dañando la calidad de vida de la familia del paciente– tanto económica como psicológicamente- en algunos casos puede llegar a sugerir que se interrumpa la conexión a aparatos mecánicos que mantienen la vida de un enfermo de modo artificial”. De todos modos - apunta Herbst - la discrepancia de opiniones puede radicar en cómo cada uno de los rabinos entienda estas subjetividades: ”El ortodoxo va a ser más estricto y le va a dar más fuerza a la ley, mientras que el liberal le va a dar más fuerza a la condición humana”- afirma el Rabino.

Ahora bien, llevando la problemática al plano de la ley, también se observan fuertes discrepancias de criterios.

Así, el Dr. Bortz se manifiesta contrario a la legalización de la eutanasia, ya que para el especialista, ello podría llevar a colocar en poder de terceros - ya sea médicos, la institución médica, las compañías de seguros, el Estado, los familiares - un "arma poderosa de difícil control, de difícil regulación y de poderosas implicancias para las personas", lo que - según el especialista- “es aún más crítico en países con procedimientos judiciales lentos y no siempre claros".

Tal tesitura también es sostenida por el Rabino Herbst. Sin embargo, éste considera que el papel regulador que se le confiere al Estado puede conducirlo al otro extremo, que es el de inmiscuirse en decisiones índole privada: "El Estado no tiene derecho a decidir sobre el dolor y el daño que una situación de este tipo ocasiona en la familia. El Estado debe comprender que hay casos especiales que no pueden ser contemplados bajo la frialdad de la ley. Esta debe permitir una instancia tribunalicia que estudie y evalúe cada caso en particular”

Como médico graduado de la Facultad de Medicina de la UBA, Fabián Lati considera que la eutanasia debe quedar reducida en un trinomio compuesto por el paciente, los familiares y el médico, excluido en este caso el Estado que - según Lati- no tiene que tener ninguna injerencia en las decisiones. " No todo tiene que estar regido por las leyes. En este caso, la decisión respecto a la eutanasia debe corresponder al paciente, porque la salud, el derecho a un buen morir es un derecho personal, un patrimonio del paciente y, en caso de que el enfermo presente una autonomía reducida- la decisión debe quedar delegada - en su defecto- en sus familiares, mientras que el médico debe actuar como mediador".

¿La sociedad está capacitada para aceptar que, conjuntamente con el derecho a la vida, coexista el derecho a solicitar y a otorgar una muerte digna, que permita evitar el dolor de una vida considerada como insalvable? El propio principio ético de autonomía del paciente es el que está en juego. La polémica parece no querer dar tregua.


De qué hablamos cuando hablamos de eutanasia

*Etimológicamente la palabra eutanasia significa: buena muerte, dulce, libre de sufrimientos. La empleó por primera vez Francisco Bacon en el siglo XVII. En general, eutanasia significa el hecho de provocar una muerte fácil y sin dolores a un paciente que está próximo a morir por causa de una enfermedad terminal.

*Se habla de Eutanasia positiva, activa o indirecta, cuando se proporciona algo para producir la muerte, ya sea una sobredosis de sedantes y/o anestésicos, causando de inmediato la muerte del paciente. En cambio se denomina eutanasia negativa, pasiva o indirecta a la omisión de un tratamiento que prolongue la vida del paciente, de manera que muera de forma natural. Según el Rabino Adrián Herbst, mientras la eutanasia activa está prohibida por el judaísmo y - por el contrario- la pasiva está permitida, el dilema -plantea- se presenta cuando el paciente es mantenido con vida sólo de un modo artificial si se la puede desconecar

*En cuanto al aspecto jurídico, en Argentina, en cualquier caso, es un homicidio en tanto que si el médico proporcionara los medios adecuados al enfermo, podría calificarse según las circunstancias, como ayuda o cooperación al suicidio (Art. 83 del Código Penal).


Noviembre de 2004
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