Eli Wiesel dijo: “Como judío es mi deber contarle a mi hijo no sólo la historia, sino la historia de mi historia, que es también la historia de mi hijo”.
Me gustaría acercarles una reflexión con gran énfasis en uno de los problemas cuya solución solo es alcanzable si todos apuntamos con esmero hacia ella; solo si le damos la importancia que exige; solo si luchamos para que el pueblo judío continúe existiendo, pero no como los demás pueblos, y no como una nación, sino como aquellos que recibimos la sagrada Torá en el Monte Sinaí, con toda la vitalidad y potencial que Ds nos otorgó para que cumplamos los preceptos. Estoy hablando de cada uno de los eslabones que conforman la descendencia del pueblo judío, de la familia.
La pérdida de tradiciones, la falta de conocimiento acerca de nuestras leyes, la asimilación, la desunión y la discriminación entre nosotros, los roles familiares intercambiados, y a mi criterio el punto más importante, el desinterés de muchos en modificar todo esto, no son problemas que aparecieron de un día para el otro. Son procesos que tomaron cabida hace pocas generaciones atrás y que siguen avanzando con la nuestra, por lo que nosotros somos los que tenemos que tomar las riendas en estos tiempos. Si bien esperamos con ansias los tiempos de redención, no podemos quedarnos de brazos cruzados, y menos caer en la tentación de pensar en que “siempre hay otro que lo va a hacer”. Esto es deslindar nuestras responsabilidades.
Cada uno de los exilios en la historia del pueblo judío fue devastador. Nos enfrentamos a la adversidad con miedo al futuro y con miedo a la no aceptación de los goim(no judíos). Ello nos fue llevando a un acercamiento profundo a las diferentes sociedades, que si bien nos enriqueció en ciertos aspectos, permitimos que la confusión nos alcance pretendiendo la frustrada emancipación. ¿Acaso nos olvidamos ya de los tiempos de la Inquisición? ¿No fue suficiente la lección? ¿Por qué aún hoy en día seguimos los pasos de las tendencias ajenas? El mundo es compartido por todos los seres que Ds creó, y la misión que Él nos dio no es la de tener sus mismos hábitos.
La raíz de todo esto, en mi opinión, es la falta de transmisión en los valores judíos en las familias. No basta que los chicos estudien en una escuela judía, porque a la edad de un niño, la escuela es “una institución donde los papás lo mandan a aprender”. Tampoco debemos conformarnos con que los chicos vayan a los grupitos de la cole. El ejemplo debe ser dado en las casas. Los chicos incorporan lo que ven en el accionar de sus seres queridos, aquellos por los cuales sienten gran admiración. A veces, aprender no se logra mediante palabras.
Lea la frase inicial de nuevo y reflexione unos segundos... Me recuerda a la obligación que tenemos en Pesaj de narrar la salida de Egipto, y también, que el mes hebreo de Nisan(mes de Pesaj) al igual que el de Tishrei(Rosh Hashana), es considerado como comienzo en el calendario hebreo. Mientras pensamos en qué cosas vamos a mejorar, qué es lo que vamos a hacer en el año que se avecina y cuan sabrosas van a estar las manzanas con miel, sumaría mucho pensar en como fortalecer los lazos familiares. Acercarnos a los hijos, los hijos acercarnos a nuestros padres, reestablecer la unión con aquellos con los que nos hemos distanciado por diferentes disputas, y aunque no sea fácil, tratar de reestablecer el concepto de la cadena, formada por cada uno de sus eslabones. Si un eslabón se pierde, se corta la cadena. Y por más que se trate de formar una nueva cadena, los eslabones no serán los mismos. Nosotros todavía tenemos la posibilidad de unir todo.
Con el cambiar del tiempo, “familia” fue comenzó a ser sinónimo de tareas de sustentación económica, contención emocional, obligaciones, límites y responsabilidades. Cuando uno forma una familia, no solo está encargándose de los seres que vienen en camino, sino que debe enfocarse también en la generación que les sigue a ellos. A lo que voy, es que solo nos estamos encargando de las generaciones que procreamos sin transmitir y enseñarle como hacer lo mismo cuando el papel les toque a ellos. No estamos haciendo lo máximo para asegurarnos lo más posible de la continuidad del pueblo judío. ¿Cuántos somos conscientes de esto? ¿Es usted uno de ellos?
Sin este tipo de compromiso, nos separamos cada vez más, desarrollamos dificultad para expresar sentimientos, reducimos la comunicación, y entonces se vuelve común estos tipos de crisis. El mundo se ha vuelto caótico porque nosotros, quienes vivimos en él, dejamos que ello pasara. No permitamos que la tecnología, en vez de mejorar la calidad de vida del hombre, nos invada y termine por destruirnos. Tenemos que dedicarnos a las pequeñas cosas, trabajar con lo que nos rodea, lo que está a nuestro alcance próximo. No somos un punto insignificante. Cada uno tiene la fuerza suficiente para lograr lo que se proponga.
Contemos la historia, remontémonos sobre las raíces y cimientos del judaísmo y no dejemos que nuestra historia se pierda. Am Israel Jai.
Tamara Haichin
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