En pocas horas más se cumplirá el 10º aniversario del terrible atentado contra la AMIA-DAIA que dejara el luctuoso saldo de 85 muertos.
Mientras que en otras latitudes del mundo graves atentados del terrorísmo islámico han sido aclarados, en nuestro país una vez más la verdad y la justicia parecen quedar sepultadas bajo los escombros. Lo que debió ser una investigación prolija que culminara determinando sin dudas responsabilidades primarias y secundarias ,terminará en un fallo judicial que conformará más a los acusados que a los querellantes dejando como herencia una fractura en la dirigencia institucional judía que no reconoce antecedentes y que que se catapulta ,por irresponsabilidad absoluta de estos ,en medios masivos de comunicación en un claro beneficio para el antijudaísmo criollo e importado.
A tres años del comienzo de un juicio demorado y esperanzador que echara luz a una desprolija investigación del juez Galeano y a un año de la llegada al poder del presidente Kirchner, se habla más del manto de encubrimiento del menemismo que de la causa en si. La llamada "teoría oficial" o conexión internacional, muy sostenida inicialmente por la querella de AMIA-DAIA y Familiares, ha venido deshojandose desde la apertura parcial de los archivos de la SIDE y el reacio testimonio de los espías argentinos. A pesar que ya se ha acreditado la responsabilidad iraní en el hecho, la propia existencia del autobomba y los "servicios" de Telleldín suministrando la camioneta-bomba, no es mucho más lo que se sabe y la responsabilidad, por momentos evidente, de los policías bonaerenses detenidos con Ribelli a la cabeza, no pudo ser fehacientemente acreditada. Es más, en el último año varios de los cultores de esta hipotesis,el juez Galeano, los fiscales Mullen y Barbaccia y el comisario Palacios han sido por un motivo u otro cuestionados y apartados agudizando el quiebre entre la DAIA por un lado y la AMIA y Familiares y Memoria Activa por el otro.Junto al cambio de presidente en el país se produjo una renovación parcial en DAIA y junto a la enfermedad del nuevo presidente, se agudizaron las internas a niveles nunca vistos..Las acusaciones cruzadas llevaron a tildar de "berajistas"(sinónimo de encubridores) a los directivos históricos de DAIA mientras que del otro lado se acusa a Abraham Kaul y su partido Avodá de anhelo desenfrenado de poder a cualquier precio. En este tormentoso frente, luego de años de un pesado, absurdo y lastimoso silencio, el ex presidente de DAIA, Rubén Beraja, salió en varios medios nacionales a contar su verdad en formato de nota o libro, algo muy tardío, sin autocrítica y con una indisimulada condición de víctima.Hubiese sido más útil que hablara en 1998 cuando su banco se derrumbó por una mezcla nunca consolidada de ilicitos, situación financiera y venganzas del poder menemista.
A diez años del atentado, los Familiares de las Víctimas no encuentran paz y el tejido institucional se fisura en lo que parece ser no sólo un pase de facturas por la falta de autocrítica de DAIA o la ambición de poder de la dirigencia de Avodá para recuperar el control de DAIA sino que en el fondo subyace quien se hará cargo del costo político y económico ante un fallo que los expertos vaticinan como negativos para los querellantes.
A 10 años de la tragedia y ante la inocultable sensación que estamos inermes ante algún otro golpe, Di-s no lo quiera,,la verdad vuelve a escabullirse y la Argentina muestra una vez más el feo rostro de la impunidad y la comunidad su fragilidad, su impotencia, sus divisiones y las mezquindades dirigenciales de un lado y del otro. Son los coletazos de la bomba, esos que nunca dejan de estallar.
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