Sefaraires


SEFARAires
Aires de Sefarad en Buenos Aires
Arte y Cultura
CRUZANDO LA AVENIDA CORRIENTES

Por Luis León
sefaraires@fibertel.com.ar
Aunque ya en Buenos Aires está casi en desuso, corté la conversación con mi amigo, y salí del bar como movido por un resorte. Una anciana intentaba cruzar la avenida Corrientes pero no atinaba a abandonar el cordón de la vereda, el denso tráfico del viernes no daba espacio para las posibilidades de ella. La tomé de la mano diciéndole no se que palabra amable para ayudarla a cruzar, la anciana me miró con ojos muy abiertos y presentes, sonriéndome cómplice.
El semáforo cambió de color, di un impulso para cruzar con ella la avenida sin problemas, sin necesitar hacer señas, caminando despacio hasta llegar a la otra vereda. La anciana agradeció mi gesto con una nueva sonrisa y regresé al bar. Mi amigo había controlado mis acciones detrás del amplio cristal de la confitería. Al sentarme frente a él, nuestra árida conversación sobre la política del Medio Oriente se cortó, la mano de la anciana me encendió otro tema.
Recobré como un milagro, la textura de la mano de mi abuela, la tensión que ella creaba para que yo no me soltara al cruzar la calle, el color de su piel blanca con manchitas. Y con ello, las dos principales salidas anuales que hacíamos a solas. La primera a comprar matzá en la fábrica de Yanosky, donde me mostraba las máquinas que hacían rodar la masa, llevando largas planchas para ser marcadas y cortadas, que salían por el otro lado empaquetadas. Y la otra, el paseo que nos obligaba a cruzar la avenida Corrientes, hacia la casa de Zournadjian.
El paseo incluía vestirme elegante, la despedida a mi madre afirmando una transitoria independencia para salir de casa tomado de mano de mi abuela. Estas acciones eran la forma en que descubría que un acontecimiento festivo importante se acercaba. Las principales celebraciones judías: Roshaná (año nuevo) y Iom Kipur (día del perdón), tenían entre los sefardíes una gran importancia y para mi, aún muy niño, comenzaban cuando acompañaba a mi abuela a comprar alimentos que no se vendían en cualquier negocio del barrio.
Mi amigo advirtió mi necesidad de contarle, de poner sobre la mesa esos lejanos recuerdos y se acomodó en su silla con una sonrisa comprensiva en su rostro habitualmente serio. Y caminábamos casi cinco cuadras así de la mano, contaba, hasta golpear las manos frente a una puerta de madera, abierta, y esperar que una voz nos llame a entrar. Pero no ingresábamos a una sala, sino a un patio cubierto por una enredadera bajo la cual un hombre mayor, sentado trabajaba. Nos saludó con un gesto sin abandonar la tarea; era Zournadjián el irminí (armenio), que conocía las normas sefardíes de la cocina, que hacía boios y baklavás izmirishí (al uso de Esmirna), como los de la abuela de mi abuela
Allí supe que lo que veníamos a comprar era kadaif, una masa oriental rellena de nuez, muy almibarada, caracterizada por su extraña masa envolvente. No era una masa común, sino más bien, una suerte de fideos finos aglomerados para formar un bloque que le da su característica. El hombre sentado en una silla bajita, accionaba un aparato sobre el fuego, haciéndolo girar para producir finos hilos. No salimos con un paquete como esperaba; la visita era para encargarle la cantidad fijando una fecha para retirarlo.
Aunque eso es sólo un pequeño recuerdo, dije a mi amigo intentando abrir un diálogo nuevo, la mano de mi abuela con la tensión para no soltarme y el color tan blanco de su piel, están grabados a fuego. Quizá esas formas sean todo lo que queda en mí, de fiestas tan importantes para los sefardíes de quienes estoy alejado. En la textura de esa mano está la religión, las comidas tradicionales, los rostros de tíos y primos a quienes ya no veré más, y quizá la historia de toda una comunidad de 500 años de existencia que se fue diluyendo en mi con los años, como el almíbar del kadaif cuando mi madre me llevaba al baño para limpiarme las manos.
Por algún mecanismo de las relaciones humanas mi monólogo cesó, una serie de recuerdos de mi amigo se esparcieron sobre nuestra mesa, su cara ahora distendida había olvidado por un rato las guerras de Medio Oriente, y allí me enteré que faltaban sólo dos días para roshaná, el año nuevo judío.
El corto café a que invité a mi amigo, duró más de dos horas. Un mensaje en el celular me avisaba que en la oficina me esperaban, pero decidí hacer una parada previa. A cuatro cuadras de donde estábamos sentados, Rosita Zournadjian continuaba la tradición de su padre instalada en un local nuevo y elegante. Me presenté y le sinteticé mis recuerdos de unos minutos atrás, ella me contó sobre su padre, sobre su primera vivienda en el país, de la calle 25 de Mayo donde se rodeó de sefardíes, cómo la comunidad lo integró como a uno de los suyos con el respeto que se tiene por los grandes personajes, y salí de allí comprando varias bandejas de dulces y boios (1), decidido a intentar enseñarles a mis nietos que la cultura y la memoria comunitaria, a veces se conserva en la comida. Mientras iba hacia el auto, la voz de mi abuela me hablaba de Eliao naví(2), de los malajines (3), en un judeoespañol que ya no empleaba los términos turcos con que se dirigía a mi abuelo, para que yo pudiera entenderla.

(1) Especie de empanada de origen sefardí, rellena con queso y huevo, verdura,etc. / (2) El profeta Elías, invocado con frecuencia como protector / (3) los ángeles, término hebreo cuyo plural está españolizado.



 

Creación y Dirección:
Arq. Luis León

Asesores de dirección y colaboradores permanentes
Sr. José Mantel
Dr.Santó Efendi (EEUU)

Declarado de "Interés Cultural" por Departamento de Cultura de AMIA ( Asociación Mutual Israelita Argentina) y
CIDICSEF ( Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefaradí)

Todos los artículos, son colaboraciones ad-honorem de los respectivos autores, y reflejan sus opiniones personales. La dirección y redacción de SEFARaires, puede no coincidir con el contenido de algún artículo, siendo el mismo de total responsabilidad del autor. Se autoriza la reproducción total o parcial del contenido de los Sefaraires, mencionando la publicación y el autor.

SEFARaires es un magazín menzual independente, i el scopo es la difuzión de la kultura sefaradí i su lingua el djudesmo. Keremos ansí tanbién ke los lektores de todo el mundo, se ambezen la ystoria de los djidiós yegados de Turkya a la Argentina. Se invía por e-mail, sen koste para akeos ke mos lo demanden a muestro adereso.

SEFARaires es una  publicación mensual independiente, y su objetivo es la difusión de la cultura sefaradí y su lengua el judeo-español.  Se propone además, hacer conocer a sus lectores de diversas partes del mundo, la historia de los judíos de Turquía llegados a la Argentina. Se envía por e-mail, gratuitamente a quienes lo solicitan a nuestra dirección.

SEFARaires e una pubblicazione  mensile, indipendente, il  cui   obbiettivo   é la  diffusione  della  cultura sefardita  e della sua  lingua,il giudeo spagnolo. Si propone  inoltre di  fare conoscere ai suoi lettori, delle diverse parti del  mondo, la storia  dei giudei di  Turchia, arrivati a la Argentina. Si invia per email, gratuitamente  a coloro che  lo richiedano.

SEFARaires is an independent monthly  publication whose objective is the difusion of Sephardic culture and the Judeo-Spanish language.  Its objective is to make known to its readers all over the world the history of Jews of Turkey who immigrated to Argentina. SEFARaires is sent, without charge, by e-mail to all who request it.

SEFARaires est une publication mensuelle et indépendante qui a l'objectif de diffuser la culture séfarade et la langue judéo-espagnol . SEFARaires veut faire connaître aux lecteurs de plusieurs pays, l'histoire des juifs turcs, émigrés en Argentine. Vous pouvez demander l'envoi  gratuit  par E-mail à l'adresse