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Aires de Sefarad en Buenos Aires
ARTE Y LITERATURA
La depresión de Djojá(1) (CUENTO)

Por Alberto Benchouam
saludoso@yahoo.com.ar
Parece cosa de maravilla, pero el sábado a la tarde estaba tomando un café en la confitería Gazebo cuando, por la vereda de Malabia vi pasar caminando lentamente al bueno de Djojá. Más bien bajo, vestido con shube (2) gris y un shalvar (2) azul, que remataba con unas medias bordadas y una babucha color violeta. Tocado con una fez turca, su andar parecía más cansino. Sus ojos grandes, sus bigotes oscuros, contrastaban con una palidez traslúcida, que hacía notar que no estaba bien de ánimo. Me quedé “en un pedazo” como decimos nosotros, pero me apresuré a salir y lo aferré de los hombros. Antes que reaccionara ya estaba sentado frente a mí, junto a la ventana.
- Bueno, dijo luego de negarlo varias veces, - estoy cansado y reconozco que soy Djojá.
Bajó la mirada y noté las ojeras, las profundas líneas de su nariz prominente y el alboroto de su pelo canoso.
Aman!(3) - le dije- no me lo van a creer, pero que haces por aquí? - y…- respondió con vergüenza - vengo todas las semanas a consultar con un psicoanalista muy alabado, que atiende en este barrio, es rusito, ¿vio que bien hablo el castellano?- ¿cómo Djojá?, ¿qué sacas de la boca? ¿Tú necesitas psicoanalista?
El personaje sonrió con abatimiento. Después me tomó el brazo y me confesó por lo bajo - Es que sufro de depresión y de melancolía también y pueden hacerse crónicas.
- Pero Djojá - me extrañé - ¿cómo puede ser? Si tanto nos hiciste reír con tus bromas, tus chistes, tu ingenio, tus salidas de Djojá.
- Si, ¿vio?, dice el doctor que no puedo aceptar mi aburrida realidad actual, que extraño muy mucho la antigua vida de la Turquía que fue mi edad de oro, que no puedo aceptar los cambios ni el deterioro, o sea, las modas nuevas.
- Pero, ¿qué sientes?, ¿cansancio, pesadez, falta de fuerzas?
- Siento un aj (4), una estrechura, a veces me falta el aire, se me cierra la boca del alma, también se me toma el ver y el oír, primero pensé que era un oyo malo (5), pero ahora Izmir es una ciudad moderna y casi todos creen que esto es cosa de médicos.
- Bueno Djojá, le dije, ya te irás mejorando, y el doctor ese, ¿ te da medicación?
- No puede el pobre, dijo, balanceando sus piernitas que no llegaban al suelo, porque no me pasa nada por el garón (6), no soy real, llego aquí por Internet. Aprendí a bajarme solo, hago clic en alguna de mis páginas, tengo muchas, y después de la terapia, camino por el barrio con ganas de ver algún conocido, a la nochecita entro a un locutorio, siempre tienen que ser diferentes, subo a mi sitio y queda la máquina abierta.
- Me parece un sueño que estoy escuchando, dije, ¿y cómo va el tratamiento?
- Voy quitando los pensamientos negros (7), me cuesta aceptar las pérdidas y tengo miedo al futuro, primero el Dió (8), y me acuerdo como me divertía en Turquía, todos los djidiós (9), musulmanes, griegos, contaban de mí, tengo más de mil historias registradas en libros, casettes, hasta en películas y comics, y ahora me siento solo, no quiero pensar más porque se me toma el zuluk (10), suerte que todavía tengo buena la…
- Aman, Djojá!, quita bueno de la boca (11) y tómate un rakí (12)con mesé (12), le dije.
- ya dije que no puedo, lo que tomo se cae al suelo.
- ¿y qué puedo hacer por ti, que me alegraste la infancia con tus ocurrencias y consejas (13)?
El hombrecito se quedó pensando.
- Mire, por aquí viven muchos djidios, me gustaría verles las caras, las vieyas y queridas caras que quedan, quiero ver las expresiones y el asombro en sus oyos cuando refiero mis historias, ya simples y muy ingenuas para esta época.
Mire, soy famoso, Internet, antologías, tesis de postgrado, pero cuando hablan de mí, no veo alma nacida, para qué estoy viviendo cientos de años, no sabe lo doloroso que es ser un autor, un actor sin público. Ayúdeme, no me interesan las ediciones de revistas y libros, los servidores, los museos. Como verá estoy actualizado pero me muero por tener un cara a cara con los djidiós de Villa Crespo.
Pasaron unas horas y gracias a lo insólito de la noticia, logré reunir unas cien personas que renunciaron a las películas alquiladas, a los restaurantes de Las Cañitas, y hasta al asado en el country.
Se despejó el fondo del Café San Bernardo y armamos un semicírculo de sillas y mesas, con una tarima a modo de escenario, compramos anís, rosquitas, pasas de uvas y nueces, para endulzar el inesperado encuentro.
Y llegó Djojá, con la espalda casi doblada, escoltado por dos personas muy conocidas de la colectividad, una de ellas se subió a la tarima e hizo una apología del personaje de leyenda.
- y ustedes , dijo solemnemente - tendrán esa oportunidad única, tomar la leche al pie de la vaca, como se dice en criollo. Ver a Djojá, el vivo y el tonto, el ingenioso y el ignorante, el que nos sorprendió con su inteligencia y con sus bovedades que ponían al mundo en pies, un clásico dentro de los cuentos sefardíes. Aquí está el de los hechos buenos! Aplausos, gritos de bienvenida.
Arriba Djojá! Viva Djojá! Aide Djojá!. El personaje se paró, encorvado, parecía medir no más que un metro y primero hubo que sostenerlo. Se veía transparente, como gelatina de limón.
- Cuenta la del asno del vecino! la del gato y la carne! La del burro que se enseña a no comer! (14)
Se paró lo más decidido que pudo, abrió la boca y extendió los bracitos, en un gesto de querer abarcar todo el auditorio.
- La de la pishada, Djojá. La del shamar (15) que le diste a tu mujer!
Pero a él no le salía palabra, giraba la cabeza, abría más las manos, quería gritar, pero gesticulaba como un monigote de goma.
- No me sale la voz, me estoy quedando sin fuerzas, no puedo, no puedo, sólo quería verlos, mirarles las caras, escucharlos, quisiera entretenerlos toda la noche, en vivo, pero …yo sólo estoy en tesis de universidades, en antologías, en conferencias.
- Aide (16) Djohá! gritaban, ¿para qué vinimos? hoy daban River- Velez. Mándenle energía, repetía una astróloga, por vos nos estamos perdiendo el programa de la Amia, dijo una mujer mayor, que es muy instructivo. Un solo cuento, que tengo una amiga sefaradí!
Entonces Djojá se arrodilló en el tablado y levantó los brazos
- Perdonen. Me dejan venir pero no a contarles, sólo los quería ver. No sólo porque mis derechos están reservados sino porque soy virtual. Queden con salud, quizás otra vez.
Y se fue poniéndose más difuso, hasta que se esfumó, dejando un resplandor que se fue apagando.
Silencio. No hubo reproches, sólo desesperanza y extrañeza. Después algunos hablaron de trucos y engaños para llevar gente al local casi siempre vacío.
Unos pocos caminaron por Corrientes ¿Adónde ir? Si Djojá existía no sería imposible que regresara algún día y sin limitaciones temporales y electrónicas y curado de su depresión y si hacemos otra lectura ¿por qué ponernos tristes? ¿No podrá tomarse lo sucedido esa noche como otra de sus famosas hechas (17)?

(1) Djojá: personaje mítico de la cultura sefardí de Turquía, sobre el cual existen cientos de historias que lo retratan como a un tonto con salidas inteligentes, a veces es un niño, otras un hombre al borde de casarse / (2) Shube, shalvar: vestidos masculinos típicos de Turquía / (3) Aman: Interjección turca de atención o dolor / ( 4) Aj: pena ( turco) / (5) oyo malo : mal de ojo / (6) garon: garganta / (7) trágicos / (8) expresión típica sefardí / (9) Djidiós: judíos / (10) Zuluk: aliento / (11) expresión para frenar a alguien que está diciendo cosas desagradables / (12) Rakí: anís seco típico / (13) / Mesé: entremes / (13) Consejas: cuentos / (14) célebres cuentos de este personaje Djojá / (16) Aide!: expresión para dar ánimo / (15) Shamar: cachetada / (17) Hechas: acciones, ocurrencias.

 

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