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Aires de Sefarad en Buenos Aires
Días de Selijot
Por Alberto Benchouam
¿Cómo podremos imaginar el esfuerzo que hizo el patrón del mundo en los días de la creación?. Nunca tan merecido un descanso como el del séptimo día. Sin embargo, poco se habla de los Yamím Noraím (1), del trabajo que significa durante el período que va de Rosh Hashaná a Yom Kippur hurgar en el alma de las criaturas para decidir quién seguirá viviendo el año que se avecina, de acuerdo a la intención, la actitud y quizás a las consecuencias de las acciones, en un mundo de miles de millones de personas.
No sabremos en base a qué se juzga, quién puede pensar siquiera los designios del Señor. Sin embargo, en el barrio de Villa Crespo, en los sesenta, sabíamos bien que en esos terribles días, entre las altas fiestas, debíamos caminar derechos, hablar con buen tino y sobre todo, actuar como si su mirada estuviera más fija que nunca sobre nosotros.
Antes del último toque de Shofar (2), cuando se sellaban los secretos en el cielo, estaríamos inscriptos o no en los libros de la vida y así nos saludábamos a la salida del templo de la calle Camargo: Dios te haya anotado en el libro de la vida.
Pero siempre es bueno tener abogados defensores, los viejos de nuestra comunidad nos protegían. Desde Turquía trajeron las oraciones sagradas, las fórmulas que, repetidas, nos aseguraban la salud y por qué no, el amor y la riqueza.
Shelomo Farji era una de esas almas santas. Nunca se negaba a integrar un minián (3). Siempre caía de su boca una palabra sabia y amable, un refrán, un recuerdo cariñoso, una verdad contra nuestro escepticismo cotidiano.
Habitaba una pieza, como en otra época hubiera vivido en una cueva o en una choza en un bosque. No era importante, porque él tenía una comunicación diaria con lo divino, lo que se dice de su boca al cielo.
Nunca se le escuchó una palabra fuerte, ni se lo vio comer de más y bendecía los alimentos con una oración adecuada antes de llevarlos a la boca, con la cabeza tapada. Y si Dios no hubiera prohibido lo mágico en la tierra, es posible que lo hubiéramos visto levitar, al cruzar Corrientes sobre todo, los días que el policía no estaba en la garita.
En fin, Don Shelomo Farji permitía con su santidad que viviéramos haciendo más travesuras y pecados. Sabíamos que él interfería por nosotros en los Yamím Noraím. Su alma caritativa y dadivosa cuestionaba la rigidez y el castigo a nuestras humildes faltas de barrio. ¿Qué es el hombre para que no lo perdones?. No sabe de dónde viene ni a dónde va. Y siempre la muerte en su horizonte. Apiádate de su alma, patrón del mundo. Son cortos sus días y larga su estadía en el otro mundo, luego de tu juicio.
Faltaba un día para Kippur. Esa tarde, en el barrio crecía el silencio de las grandes ocasiones. Nadie jugaba en la vereda, ya las compras estaban terminadas, las casas limpias, los vestidos no lujosos preparados. La vanidad era para otras fiestas. Los paylones con los dulces tapados arriba del ropero y las excusas de los débiles: no ando bien del estómago, haré medio taní (4) hasta el mediodía.
A las tres de la mañana en la víspera de la gran celebración, golpearon la ventana de la sala del abuelo. A Selijot (5), Abraham, a Selijot, el Dió mos empresente (6) los pecados, en pies, Abraham, en pies (7).
Miré por la ventana, unos seis viejos remontaban la calle arbolada hacia Acevedo, dos se tomaban de los brazos, otro caminaba arrastrando su bastón, pero el uno y bueno (8) ya mandaría salud para el año venidero.
A las seis, el cielo se fue poniendo más negro, poco después, el granizo comenzó a caer en el patio y los truenos y relámpagos asustaron a toda la familia.
Tenemos que ir a buscar al abuelo, dijo mi padre, con la seguridad que uno puede escuchar sólo a esa edad.
Caminamos rápido por Vera, llevando paraguas y pilotos. Al llegar a la puerta del improvisado templo, en el club, porque al verdadero de Camargo lo estaban construyendo, escuchamos fuertes voces.
Entramos, estaba todo oscuro, sólo una vela en el fondo señalaría nuestro camino. Un grupo nos miraba extrañados, secamente habían tenido que interrumpir sus oraciones ante el repentino corte de luz.
Sin embargo, se estaban preparando para continuar. Prendían más velas, ya se permitían sonreír. Una mujer ponía una pava al fuego para hervir el te con canela que se bebería al terminar el servicio.
Volvían las oraciones para pedir gracias, perdona nuestros pecados, los yerros (9), ten piedad, permítenos disfrutar de tus maravillas el año que viene, Dios piadoso, Dios de amor, baja tus ojos, rey del mundo, del Olam (10).
Sólo Don Shelomo tenía cara triste, compungida, algo ajeno a él le había hecho interrumpir su relación con Dios. Había cortado su rezo, su espíritu debió regresar abruptamente de las alturas. ¿Cómo no lo lamentaba la gente que lo rodeaba?
Al volver, mi padre me explicó que en Turquía había gente que rezaba toda la noche. Teníamos dichos para cuando alguien se desvelaba, me decía. Amán, amán, noche de Selijot que pasé. Si un niño se despertaba y lloraba: me estás haciendo pasar noche de Selijot.
Eso fue en septiembre. En marzo, Don Shelomo Faji falleció de un ataque al corazón. Tenía casi ochenta años. Su viuda siguió viviendo dos años más, con la mesada que le pasaba la Comunidad.
Pero en junio, una noticia, un chisme, un aviso, recorrió el barrio. Alguien había hablado con la empresa de electricidad, no privatizada todavía.
Nos enteramos que los cortes de luz del año anterior estuvieron todos programados, fechas y horas, salvo el de la mañana de Selijot.
Entonces comprendimos.
Don Shelomo era una santo varón, rezaba, cumplía las Mitzvot (11), sus oraciones de Selijot eran ejemplares, duraban horas y horas, levantaba su cabeza, apretaba sus manos, siempre vuelto hacia Jerusalén. Hasta es posible que esa mañana oscura nos haya ayudado con su luz de santidad, pero se distrajo. ¿Una orden del santo tribunal? ¿Una broma de los ángeles que vienen a la tierra a investigar y así informar quién merece seguir viviendo?¿Unas estrategia del Altísimo?
Pero si no lo distraían con el corte ¿cómo podrían impedir que terminara sus inigualables Selijot, sus cantos sentidos, su éxtasis sincero? Los ángeles también hacen de las suyas. Era necesario un descuido, un movimiento en falso, un error, para poder por fin, durante ese año que se iniciaba, arrancar su alma de la tierra y llevarla, con todo derecho, pero con mucho cuidado, al más allá, para presentarla ante tribunal sagrado.

Alberto Benchouam: es licenciado en psicología y además es investigador y escritor, con numerosas publicaciones en el país y en el extranjero, referidas a la temática de los sefaradíes.

(1) ) días de expiación entre Rosh Ashaná y Yom Kippur / (2) cuerno de carnero que toca el oficiante en las altas fiestas (se cree que su objetivo original era reunir a la congregación) / (3) mínimo de diez hombres, necesario para ceremonia religiosa (hebreo) / (4) Ayuno (hebreo) / (5) oraciones de perdón (hebreo) / (6) tener en cuenta, ser garante de... (judeo-español) / (7) estar levantado (judeo-español) / (8) forma metafórica de nombrar a Dios / (9) error (judeo-español) / (10) universo (hebreo) / (11) prescripciones religiosas (son 613).



 

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