La Voz Judía


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La parasha semana a semana
Parashat Vaierá

Por Rab. Iehuda Appel

El zar Nicolás I, en sus esfuerzos para destruir la vida judía, pidió que cada comunidad judía envíe soldados a su ejército. Estos jóvenes, llamados “cantonistas”, eran generalmente reclutados a los 12 años de edad y servían al ejército ruso por 25 años. Sin embargo, ellos no servían en el ejército regular sino en unidades separadas bajo las órdenes de los oficiales más antisemitas que existían. La esperanza rusa era que eventualmente ellos se conviertan a la religión de la iglesia rusa. Finalmente, muchos de estos jóvenes perdieron su identidad judía. Otros fueron asesinados, y muchos se quitaron la vida antes de ser bautizados. Ocurrió durante este período, que hubo una reunión de todos los rabinos de ese tiempo en San Petersburgo. La reunión tuvo lugar cerca de la época de las fiestas y hubieron algunas especulaciones sobre a qué rabino se le otorgaría el honor de dirigir los servicios de Rosh Hashaná. Justo antes de que los servicios comiencen, un grupo de cantonistas entraron a la sinagoga y anunciaron que uno de ellos presidiría el servicio.
Viendo las extrañas miradas de los rabinos, uno de los cantonistas levantó su camisa exponiendo su espalda. La carne era una masa de cicatrices, que atestiguaban los muchos golpes que él había sufrido para mantener su fe judía. Sin discusión alguna, al cantonista se le dio el honor de presidir los servicios.
El sacrificio y la voluntad para pasar penurias por una causa justa ha sido el sello de distinción de la grandeza judía. La lealtad a una causa justa es una gran fuente de significado y realización. Como dijeron nuestros Sabios: “De acuerdo a la dificultad, será la recompensa (Divina)”.
En ningún otro lado más evidente que en esta parashá encontramos la importancia del sacrificio. En esta parashá, Vaierá, D’os le ordena a Abraham sacrificar a su único hijo, Itzjak, en un altar. En este pasaje - quizás el más conmovedor de toda la Torá - Abraham debe llevar a “su hijo, su único hijo, al hijo que ama” y debe atarlo en un altar en el monte Moriá.
El Midrash describe cómo la vida de Abraham fue una serie de pruebas espirituales. A temprana edad, él arriesgó su vida para luchar contra la idolatría. Más tarde, escuchando el llamado de D’os, él dejó todo atrás y siguió las órdenes de D’os de ir a una tierra nueva y extraña. Ahora se le pide que haga el sacrificio más grande de todos los sacrificios: ofrecer a su propio hijo. Este era el hijo por quien Abraham y su mujer Sará - quien previamente fue estéril - habían pasado décadas rezando! Todos sus sueños, todas sus enseñanzas, el legado que él esperaba transmitir a toda la humanidad habían sido puestos en este hijo. Y ahora él tenía que matarlo.
Era la ironía más cruel que ahora a Abraham - que había pasado décadas luchando contra la idolatría y el sacrificio de humanos - se le pedía que haga esta práctica pagana. La Biblia cuenta, sin embargo, cómo Abraham, sin ninguna señal de duda, tomó a Itzjak y lo llevó en un viaje de tres días hasta el monte Moriá, y luego lo ató al altar. Abraham estaba a punto de matar a su hijo… cuando un ángel intervino - deteniendo el sacrificio.
La pregunta obvia es: ¿por qué es que D’os le puso esta prueba? Por supuesto, el Todopoderoso ya sabía cómo Abraham iba a enfrentar la prueba!
Según muchos comentaristas, el propósito de esta prueba fue ayudar a Abraham a alcanzar un nivel más alto de lealtad a D’os. A pesar de que es verdad que Abraham tenía este potencial todo el tiempo, no es lo mismo tener el potencial para hacer algo que haberlo hecho.
A través de esta prueba, Abraham llevó al campo de los hechos su potencial y creció increíblemente.
El comentarista Abarbanel (España, siglo XV) tiene una diferente interpretación. Él ve al propósito de la “atadura” no tanto como una lección para Abraham sino como un mensaje para el mundo. Abarbanel señala que la palabra hebrea “nisá” - puso a prueba - tiene en su raíz la palabra “nes” que significa “estandarte”. El principal propósito que perseguía la prueba de Abraham eran mostrar a las siguientes generaciones el nivel posible de sacrificio.
Hayan sido los cantonistas u otros, esta lección ha sido bien aprendida por los descendientes espirituales de Abraham quien hizo grandes sacrificios para cumplir con la voluntad de D’os.

 

La Tribuna Judía 71

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