La Voz Judía


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Preocupación Global
Por Rabino Avi Shafran

Yo creo haber descubierto lo que me hace sentir tan incómodo respecto a la afirmación de que el calentamiento globar es un problema real y urgente.
Una historia aparecida en la tapa del diario New York Times del 1º. de Mayo se preocupaba (gracias, Sr. Rumsfeld, por la expresiva frase) por “un conocimiento desconocido”: la capa de nubes que recubre la tierra. Específicamente, las causas y los efectos de su alcance, la altitud, y las cualidades –que sólo son comprendidas de un modo muy imperfecto.
Según explica el artículo, el profesor de meteorología Richard S. Lindzen, considera a las nubes como una suerte de mecanismo planetario auto-correctivo que puede contrarrestar los gases de efecto invernadero, los villanos del drama del calentamiento global.
Es de predecir que pese a sus incuestionables credenciales y al ostensible propósito de la comunidad científica de considerar en forma objetiva todas las hipótesis, el Dr. Lindzen ha sido excoriado por muchos de sus colegas que, mientras conceden el enorme efecto de las nubes al clima, dicen que a él le faltan pruebas para sus afirmaciones y que, al poner en primer plano la cuestión de las nubes, él está actuando –según las palabras de uno de ellos- de una forma “profundamente irresponsable y poco profesional”.
El informe de The Times enfoca esa negatividad, comenzando su texto con la afirmación de que “un pequeño grupo de disidentes científicos”, habiendo tenido “sus argumentos…resultaron derribados por evidencias acumuladas”, han “sostenido un argumento definitivo”, a saber “que las nubes nos salvarán”.
Hay también una referencia al “criticismo clarificador” del Dr. Lindzen y una afirmación de que el renegado investigador ha sido “captado” por “políticos que buscan motivos para no abordar el cambio climático”. La burla es sutil, pero está presente.
Menos sutil fue el celo medioambiental de Al Armendariz, el antiguo oficial top de la Agencia de Protección Medioambiental de Texas, quien recientemente renunció luego de que se diera a conocer un video donde aparece discutiendo como reforzar la regulación de extracciones de petróleo y de gas. El sugirió el enfoque de “los Romanos”, que “acostumbraban a conquistar poblados” tomando “a los cinco primeros muchachos que veían y …crucificándolos”, haciendo que el poblado se transforme en “verdaderamente fácil de manejar en los siguientes pocos años”.
Por supuesto, ni el rápido rechazo a las especulaciones racionales como las del Dr. Lindzen ni el exceso de entusiasmo de algunos ambientalistas como el Dr. Armendariz significan que el cambio climático no sea algo real o que no tengamos ninguna responsabilidad en tratar de hacer algo con ello. Simplemente nosotros no sabemos.
Quienes hacen sonar la alarma del clima pueden convertirse en los modernos alarmistas que dijeron que el cielo se está recalentando. Pero ellos pueden también convertirse en los que profetizaron sobre el medioambiente. Lo que es seguro es que la mayor parte de la comunidad científica cree en esta última posibilidad.
Pero en algo tan complejo y de largo alcance como el cambio climático, incluso un consenso científico – “un pensamiento grupal”, como lo llama el Dr. Lindzen –es sólo un contendiente por la verdad, no su árbitro.
No obstante, aquellos que predican con absoluta certeza que nuestro clima está en crisis traen a la mente la afirmación del fallecido escritor Michael Crichton respecto a que la gente que no cree en D”s - “aún tienen que creer en algo que de sentido” a sus vidas, y que “el medioambientalismo parece ser la religión elegida por los ateístas urbanos”.
El medioambientalismo, según su elaboración, plantea “un Eden inicial, un paraíso, un estado de gracia y unidad con la naturaleza”; luego, “una caída desde la gracia hasta un estado de polución producto de comer del árbol de la sabiduría”- por ejemplo, la tecnología y la explotación de recursos naturales –y “como resultado de nuestras acciones llegará para todos nosotros un dia de juicio”.
“Todos nosotros somo pecadores de la enregía”, él concluyó diciendo, resumiendo el nuevo enfoque mundial de la religión, “condenados a morir, a menos que busquemos la salvación”.
Lo que las afirmaciones del Dr. Lindzen y las reacciones a las mismas me ayudaron a darme cuenta es que, tanto si el Sr. Crichton está en lo correcto o no, un credo fundamental de fanáticos ambientalistas (tanto si ellos creen en D”s como si no lo hacen) es la creencia de que nosotros solos podemos crear o destruir el planeta.
Nuevamente: el clima puede de hecho estar en crisis. Lo que me incomoda es, sin embargo, la posición de aquellos que insisten en que saben con absoluta certeza- cosa que es imposible- que es así. Y al arremeter contra todo lo que osa disentir con sus afirmaciones, ellos demuestran una falta de voluntad incluso para considerar la posibilidad de que el mundo que D”s creó para nosotros, los humanos, puede no necesitar de nuestra ayuda para seguir siendo habitable – que, con Su sabiduría, El puede no sólo haber imbuído nuestra piel con la habilidad para sanar sus heridas, sino haber hecho lo mismo con la tierra.

 

La Tribuna Judía 66

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