La Voz Judía


La Voz Judía
Mártir en Marruecos

En 1834 una joven judía de 16 años de edad llamada Suleika Hachuel fue forzada a tomar una terrible decisión: convertirse al Islam o morir. Esta es la historia de una heroína que se negó a renunciar a su fe.

Si uno visita el cementerio judío de Fez, en Marruecos –una ciudad que se asocia mayormente con el Rif y el Rambam- se va a encontrar con la tumba de Suleika Hachuel. Para muchos el nombre es desconocido, sin embargo muchos marroquíes y judíos sefarditas visitan anualmente ese sitio.
También los musulmanes le rinden homenaje rezando por su bendición. Esto suena raro puesto que Suleika murió al Kidush Hashem, por negarse a convertirse al Islam. Pero muchos musulmanes buscan ayuda en sus rezos de gente santa de otras religiones, aún de aquellos que consideran como infieles.
¿Quién era esa joven fallecida hace casi dos siglos atrás? ¿Por qué encontró la muerte de esa forma tan cruel? Y ¿qué hace que su historia tenga tanta vigencia como para que reciba visitas en su tumba hasta hoy?
Suleika había nacido en Tanger, ciudad que era considerada la puerta de ingreso más importante a Marruecos desde España. Desde sus montes se pueden ver dos continentes: Europa y Africa. Según la leyenda, Yefet, hijo de Noaj, fue quien fundó esa ciudad. Otros dicen que fue fundada por los Cananeos que huyeron antes que los israelitas. En antiguos documentos, Tanger fue alguna vez una colonia fenicia muy poderosa.
Las tempranas huellas de la vida judía en Tanger fueron descubiertas en una excavación del año 1910 al descubrirse tres antiguas tumbas de judíos, en una de las cuales figuraba la inscripción “Samuel al Naguid”.
Al huir los judíos de España en 1492 a causa de la expulsión, ellos fundaron un pequeño grupo de judíos que vivieron en Tanger. En esos tiempos Portugal ocupaba la ciudad. En 1538 Portugal se unió a España y la ciudad quedó bajo dominio español. Tras la secesión en 1643, Tanger volvió a manos de Portugal y más tarde pasó a manos de Inglaterra.
En 1684 los británicos se retiraron de Tanger y dejaron a la ciudad bajo dominio de los musulmanes. El líder islámico del lugar invitó a judíos y musulmanes a repoblar la ciudad y como resultado la comunidad judía de Tanger creció.
Un siglo más tarde, estando bajo dominio del Sultan Mali Yazid al cual los judíos no apoyaban políticamente, fue ejecutado un judío muy poderoso Jacob Attali que había sido protegido por el anterior sultán. La furia del sultán se lanzó contra los judíos bajo la forma de los más horrendos castigos llegando hasta el asesinato de muchos de ellos.
Pese a todas las oleadas de terror, la comunidad judía de Tanger consistía al fines del siglo 19 en doscientas familias cuyo líder espiritual era el Gran Rabino Moshé Toledano.
Suleika nació en 1817, siendo hija de un talmid jajam, Reb Jaim y de su esposa Simja. Tenía dos hermanos menores. Desde que Yazid había sido alejado del poder la vida se había hecho más llevadera para los judíos de Tanger, aunque vivían en un área poco protegida. A diferencia de otros judíos, la familia de Suleika vivía en un barrio junto con musulmanes.
La cadena de acontecimientos que culminaron con la muerte de Suleika comenzó cuando alcanzó la edad para casarse. A los 17 años era reconocida por su belleza y dos primos la pretendían. Pero Suleika no estaba interesada en ninguno de ellos, lo cual produjo una discusión con su madre. En búsqueda de apoyo se refugió en una vecina, una joven musulmana llamada Tahra de Mesoodi. Ese fue un error fatal. La joven quería que Suleika se convirtiera al Islam para huir de la presión familiar. Pero esa era una opción muy difícil para Suleika, quien era una devota judía. Por lo tanto, Suleika prefirió alejarse de su amiga y regresar a su casa.
Pero Tahra decidió no dejar así las cosas, y luego de la partida de Suleika envió un mensaje al líder musulmán diciendo falsamente que Suleika se había convertido al Islam
Al difundirse los rumores sobre su presunta conversión, Suleika lo desmintió, pero el líder musulmán no le creyó. Ella entonces fue acusada de haberse convertido al Islam y después haber regresado al Judaísmo, lo cual está considerado una conducta abominable según la ley islámica. El pashá pidió que le llevaran a Suleika, y no obstante darle su versión sobre los hechos diciendo que ella era judía y que así iba a morir, prendado por su belleza le ofreció una fortuna en oro y seda si tan solo confesaba su supuesta “culpabilidad”. También le ofreció protegerla de sus padres.
Pero Suleika se negó a admitir que se había “reconvertido” y no obstante las amenazas del pashá, expresó no temer a los maltratos y las torturas que podían infrigirle.
Fue acusada de blasfema y de profanar el nombre de Alá, y fue enviada a la cárcel. La prisión estaba completamente oscura. En torno a su cuello había un collar de hierro y sus manos y pies estaban atados con cadenas.
No obstante los esfuerzos de sus padres por salvarla fue llevada a Fez a lomo de mula, encadenada, donde el sultán ordenó al juzgado religioso musulmán que se encontraran con los rabanim para ponerla al tanto de la gravedad de su situación. Si no profesaba el Islam sería decapitada y la comunidad judía quedaría en grave riesgo. Por más que los rabanim trataron de convencerla de simular que se convertía al Islam, Suleika rechazó su consejo.
Por orden del sultán sería decapitada públicamente en Soco, el mercado más grande de Fez. Ese día Suleika ayunó y rezó mientras los árabes se congregaban masivamente en el mercado. A su paso gritaban: “¡Ahí viene la blasfema del Profeta! Muerte, muerte a la impiadosa bruja!”
A Suleika se le permitió lavarse las manos y recitar Shemá. El sultán, que quería que ella reconsiderara su decisión, ordenó que la ejecución se hiciera en forma lenta, para que el algún segundo ella pudiera cambiar de idea. Pero eso no sucedió.
Al ver brotar su propia sangre, con coraje Suleika dijo sus últimas palabras:
“Pues muriendo como muero inocente, el Dio de Abraham vengará mi muerte”.
Descorazonada, la comunidad judía pagó dinero para recobrar su cuerpo. Ella fue envuelta en un paño de lino y enterrada en el cementerio de Fez.
Sobre su tumba, en la actualidad, pueden leerse inscripciones en francés y en hebreo relatando su martirologio. La inscripción en hebreo dice: Esta es la tumba de la joven Suleika Hachuel, quien santificó en público el nombre de Hashem. Ella fue muerta santificando el nombre de Hashem en Fez en el año 5594/1834. Que sus méritos nos protejan. Amen, ‘ken iehí ratzón’.
La inscripción en francés concluye diciendo: “Todos nos condolemos por la muerte de esta niña santa”.

 

La Tribuna Judía 64

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