La Voz Judía


La Voz Judía
Cómo mantener el Casher en China… y para Pesaj
Por Rebetzin Dini Freundlich

¿Qué hace que una mujer joven de nuestros días acepte ir a vivir a un lugar donde no hay una sinagoga, ni una escuela, ni una mikváh; donde la Cashrut es una lucha y la lengua que se habla y se escribe es totalmente diferente de cualquier otra lengua que ella nunca haya visto ni oido?
Sólo puede haber una respuesta: una pasión y un fuerte deseo de experimentar el mayor privilegio que un judío puede tener –el de llegar a otros judíos para inspirarlos a acercarse más a Hashem mediante la Torá y las Mitzvot.

“Yo fui criada en Sudáfrica habiendo sido hija de shlujim. Después de casarme, mi esposo Rabi Shimon Freundlich y yo vivimos en Hong Kong de shlijut por cinco años. Uno puede pensar que Hong Kong está muy lejos y es un lugar extraño, pero felizmente yo ya había estado allí siendo una joven soltera para ayudar a los shlujim que estaban allí.
Gracias a los años de entrenamiento que tuvimos viviendo en el Lejano Oriente y trabajando en forma activa y exitosa con shlujim, nos mudamos a Beijing.
Nosotros estábamos muy al tanto de los aspectos negativos: China es un pais comunista. Los norteamericanos pueden pasar un mal rato al comprobar la represión existente. El ejército está por todas partes, las visas son difíciles de obtener, incluso para los rabinos. Más aún, cuando lo son, los rabinos son cuidadosamente perseguidos y controlados.
Además, nuestros teléfonos debían estar casi con certeza intervenidos.
Existe un fuerte control fronterizo: la importación de la carne, los productos lácteos y el vino están prohibida, el correo es abierto y leido, y los artefactos sufren una alta carga impositiva. Esto para no mencionar todas las demás dificultades de vivir en una zona remota en la que existe una vida judía muy pequeña y no organizada.
Pero a pesar de todo, dos semanas antes de Rosh Hashaná, habíamos llegado. Listos para ir directo a la tarea.
¿Por dónde comenzamos?
La comida es por lo general un buen lugar. La comida es un lugar común a todas las lenguas. A mi familia tampoco le hace gracia que esté faltando. Por lo tanto, me fui directo al mercado.
Fue más fácil decirlo que hacerlo. Era erev Rosh Hashaná y necesitábamos una cabeza de pescado. La pescadería estaba al fondo de todo el mercado, y había que recorrerlo todo a lo largo para llegar. Todas las partes del cuerpo de todos los animales imaginables colgaban del techo y de las paredes y cubrían el piso. Y en un día caluroso de verano, el olor que había no es por cierto algo que me gustaría volver a experimentar. Dan muchas más ganas de llamar al negocio de venta de pescados y pedir un delivery!
Hay un chiste chino que dice que los chinos comen todo lo que tenga cuatro patas excepto una mesa, y todo lo que vuela excepto un avión! En el mercado pude observarlo en vivo y en directo.
Ahora bien, ¿cuán difícil puede ser encontrar levaduras Casher? Todas las mujeres que preparan pan, ¿no necesitan levadura? Sin embargo, después de tres días de búsqueda, ya era Erev Shabat, y aún no había encontrado nada. Dos horas antes de Shabat encontré algo en un negocito de uno de los hoteles. Esa semana, la jalá dejó mucho que desear…
Para frutas y verduras tenemos que ir al mercado de los granjeros locales. Por empezar, ellos tienen sus propias medidas de peso que se llaman “jin”. No existen ni kilos ni libras, por lo tanto al principio me las vi en figurillas para tratar de explicar cuánto quería de cada cosa. Y en un país donde la media de las personas compra un atado pequeño de hojas verdes y unos pocos hongos, alguien que quiere algo más que dos papas es visto como un bicho raro. Por lo tanto, pueden imaginar cómo me miraron cuando pedí 25 hongos, 10 cabezas de lechuga, 65 papas, 12 cebollas y 40 zanahorias. Yo me había convertido en el centro de atención del mercado con todos los dedos señalándome (ellos se referían a mi como una fang la, o sea una chiflada). Pero yo tenía algunos amigos también. Después de todo, yo puedo ser una fang la, pero también soy una buena clienta y pago lo que debo.
China es famosa por hacer copias de todo, desde carteras y relojes hasta todo lo que se pueda imaginar. Yo no sabía que esto valía también para la comida. Yo aprendí que no se puede confiar en nada. Estando en el mercado me alegré sobremanera al ver Popcorn americano con una etiqueta de supervisión casher! Para mi mayor dicha, se vendía a la mitad del precio que yo suelo pagar. Fue sólo después de llegar a mi casa que descubrí que la etiqueta era una fotocopia de color pegada al paquete. ¿Quién sabe qué era realmente lo que había adentro?!!
Poco a poco aprendí cómo conseguir la comida que precisábamos. Cuando viene gente del exterior a visitarnos, aprendí a no ser tímida y pedirles que me traigan cosas!
Antes de darme cuenta, Pesaj había llegado. Nosotros preparamos el primer modelo de Matzá que existió en Beijing y tuvo mucho éxito, Baruj Hashem. Cincuenta niños vinieron, oyeron la historia de Pesaj, cocinaron Matzá y aprendieron Mitzvot. Nosotros decidimos usar el elegante y bello hotel que está cerca nuestro para el Seder.
Alquilamos una de sus habitaciones para prepararlo, y para gran espanto de la mayoría de los administrativos del hotel, transformamos la habitación de su hotel en una gran fábrica y cocina, con lechuga en la bañadera, pelando y cortando sobre la mesa de vidrio para el café, enchufando la procesadora cerca del reloj de alarma, y poniendo cacerolas sobre la cama. Ellos miraban con horror. En contraste, los vendedores del mercado no podían creer la suerte que tuvieron al hacer en un día el dinero que habitualmente solían hacer en dos años. Muy pronto empezaron a seguirme por todo el mercado señalándome y conversando y sonriendo.
En nuestro primer Seder tuvimos 150 personas, y en el segundo, 70. Entonces reímos últimos.
Recientemente hemos empezado a importar shejitá desde Singapur, de manos del Rabino Mordejai Abergel. El y mi esposo se pasaron un día entero e hicieron shejitá de 730 pollos. La mitad la enviamos a Shangai, donde están nuestros colegas shlujim Rabino Sholom y Sra, y Rabino Greenberg. El resto está aquí al alcance de cualquiera que quiera pollos casher.
La misión de los shlujim es la de regresar a sus ieshivot demostrando que la distancia geográfica crea una mayor cercanía con las fuentes. Y nosotros tenemos el privilegio de preparar al mundo para que sea un sitio apropiado para Hashem y para que nos traiga finalmente la Gueulá.

 

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