La Voz Judía


La Voz Judía
Tiempo de los Ortodoxos…y de la Torá
Por Rabino Avi Shafran

Uno aspira a que nuestros lectores no formen parte de la población que consume tabloides como el New York Post.
Pero si asi fuera, ellos deben haber visto una reciente columna de opinión que decía que los judíos son “una pequeña parte de la población…que goza de privilegios especiales”, y que “esgrimen un poder desproporcionado en relación a su número”, y cuya “conducta viola la ley y trasgrede los derechos de los otros”.
Al ejercer “una considerable influencia política” y al “poner en ejercicio su vena política”, ellos representan una “peligrosa tendencia a la que le ha sido permitido crecer hasta el hartazgo durante décadas”.
Los judíos también reciben un “trato especial” de parte de aquellos que están en el poder y niegan “los derechos civiles de las víctimas (de crímenes)”. Cuando son criticados, prosigue explicando el autor del artículo, los judíos simplemente rechazan a sus críticos considerándolos antisemitas.
Más aún, informa la nota: los judíos representan una “ola demográfica perturbadora” y amenazan con convertirse en un poder “dominante” en los EE.UU.
Tras advertir que es tiempo de enfrentar los infortunios venideros, el autor concluye diciendo que “nuestro silencio es consentimiento”.
¡Oh, me equivoqué! No era a los “Judíos” a quienes el autor de la nota, un “activista” llamado Ben Hirsch se estaba refiriendo, sino a los “Judíos estrictamente Ortodoxos”. Pido disculpas.
Uno se pregunta, sin embargo, cómo se las arregla el Sr. Hirsch para convencerse a si mismo de que existe alguna diferencia cualitativa entre un intolerante genérico que le ofrece al público una mescolanza de siniestras insinuaciones, verdades a medias y mentiras absolutas acerca de los Judíos en su totalidad y un ser lleno de odio como él, que hace precisamente lo mismo respecto a una parte identificada de los judíos. ¿Se le habrá ocurrido alguna vez plantearse ese dilema?
Lo que le ofreció al Sr. Hirsch su reciente oportunidad de enlodar a los jaredim y prejuiciar al público en contra de ellos fueron las denuncias formuladas semanas atrás sobre los repugnantes actos de Beit Shemesh. En un estilo clásicamente intolerante él extiende los malos comportamientos de unos pocos al grupo en su totalidad, enlodándolo. El conoce su negocio.
Lo mismo sucedió con otro autor de un editorial recientemente publicado, esta vez en el New York Times. El negocio de Rabbi Dov Linzer, sin embargo, no es el fanatismo sino la difusión de una nueva visión del Judaísmo. Una visión que a muchos les hace recordar los primeros tiempos del movimiento Conservador. El decano de la Ieshivá Jovevei Torá en Riverdale, en el Bronx -una institución que propone “valores Ortodoxos modernos y abiertos-“ , Rabbi Linzer, fue mencionado una vez en el New York Jewish Week como habiendo afirmado que a los Sabios del Talmud no les preocupaban las creencias religiosas de una persona, y que –en palabras del propio artículo- “fue Maimónides quien introdujo el concepto de que los Judíos deben adherir a dogmas básicos, y ni siquiera él era rotundo en exigir tales adhesiones”.
Semejante novela teológica, sin embargo, no fue el tema de la reciente presentación del rabino. El también al igual que el Sr. Hirsch estuvo inspirado por lo informado acerca de lo sucedido en Beit Shemesh. (Además del pecado de su propia conducta, los referidos perturbadores de Beit Shemesh cargan con la ominosa culpa de haberles proporcionado a los Sres. Hirsch y a los Rabbi Linzer del mundo una munición efectiva para promover sus agendas).
Pero lo que vió Rabbi Linzer fue la oportunidad de manchar, no tanto a un grupo de Judíos (si bien el tiene parte en ello también), sino más bien a un concepto, el concepto de tzniut, la modestia Judía.
El comienza su artículo que lleva por precioso título: “Lascivia, Inmodestia y Talmud”, con el siguiente párrafo:
“¿Es posible que una demanda religiosa de modestia sea otra cosa más que el hecho que los hombres controlen los cuerpos de las mujeres? Si consideramos los recientes eventos de Israel, con toda seguridad parecería que no”.
El continúa afirmando que “la responsabilidad de controlar los pensamientos licenciosos de los hombres” yace “directamente en los hombres”. La noción de que las mujeres puedan tener una responsabilidad respecto a su modestia, refiriéndose a su manera de vestir, escribe el rabino, refleja sólo “una mentalidad tendiente a acusar a la víctima”.
De hecho, según él nos informa, esto representa una “completa perversión” del Talmud. ¿Alguien lo sabía?
La aparición de escritos tan…interesantes planteados por judíos en los medios seculares es, por supuesto, inquietante. (Hay otros adjetivos que se le pueden dar también).
Esto nos lleva a pensar en lo que Rashi nos recordaba cuando repasábamos parashat Shemot, y es que Moshé Rabeinu se rompió la cabeza trantando de entender por qué el Pueblo Judío había languidecido tanto tiempo en Egipto, hasta que descubrió el fenómeno de que había judíos que actuaban vilmente en contra de otros judíos. En ese momento él entendió.
Si cualquiera de nosotros se rompe la cabeza tratando de entender por qué nuestro exilio actual se extiende tanto, pues bien, una mirada sobre algunas páginas editoriales pueden proporcionarnos la trágica respuesta.

 

La Tribuna Judía 63

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