La Voz Judía


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La Victoria de Janucá: romper con los dioses de Grecia
Por Rabino Hillel Belsky

El mundo le acredita a Abraham Avinu haber sido la primera persona en reconocer a Ribonó shel Olam. Pero hubo otras personas antes de Abraham Avinu que fueron leales a Hashem, como Mesushelaj, Janoj y Lemej. ¿Por qué entonces se lo considera el primero?
El Raaved (Hiljot Avodá Zará) dice que Abraham Avinu no sólo reconoció al Creador, sino que él destrozó con sus propias manos todos los ídolos rebelándose contra el señuelo de la avodá zará. Por esta razón su reconocimiento del Creador fue completa. Al romper los ídolos él creó para sí mismo y para el mundo un flamante paradigma que pone a Hashem en el centro absoluto de nuestra existencia. De este modo, está escrito sobre Abraham Avinu “Ki Ejad Karati”, “Yo Lo he llamado el Uno(único)”.
Cuando proclamamos nuestra alianza con Hashem y Su Torá, debemos asegurarnos que no lo hacemos mientras estrechamos contra nuestro corazón ídolos (de distintas clases). Hay un dios de la filosofía y la cultura que atrajo a los jóvenes en los primeros días del último siglo; hay un dios del arte y la música; y hay un dios del dinero, sólo por nombrar algunos. Hoy más que nunca quizás, hay una tendencia hacia la noción de “nosotros podemos hacer de todo y ser de todo”. Esto aleja a nuestros hijos de la disciplina, las reglas y el trabajo pesado. Lo “gradual y estable”, tan necesarios para la Torá y la avodá, sufre bajo la presión de los premios rápidos y de “tenerlo todo”.
Debemos preservar nuestros valores cuidadosamente. Y necesitamos ayudar a nuestros hijos a que se esclarezcan. ¿Podemos, en el espíritu de Abraham Avinu, considerarnos ejad (únicos)? ¿Nuestros valores de Torá y nuestros hábitos y preferencias van de la mano o todavía conservamos imágenes grabadas?
Este tema es particularmente relevante en Janucá. Nosotros salimos victoriosos sobre los griegos y su cultura, una victoria que necesita ser mantenida hasta el fin de los tiempos. Sabemos que Iefet-Grecia representa una conexión con la belleza en todas sus formas. Sin embargo, si Klal Israel avala su propia belleza como un valor, hay una delgada línea que hay que definir. Si se piensa como jidur mitzva, o como embellecimiento de nuestros batei knesiot y nuestros hogares, la belleza engrandece el espíritu del hombre y nosotros utilizamos claramente la belleza l’shem Shamayim. Pero si nuestro interés por la belleza es tan sólo por ella misma, esto constituye un retorno a los ídolos de Grecia.
El objetivo y la consecuencia de toda belleza debe ser aumentar kvod Shamayim.
Los griegos removieron la espiritualidad del mundo y su mundo comenzó a basarse en lo físico. Por lo tanto aunque tomemos parcialmente la belleza no debemos tomar parte en su filosofía ya que es directamente opuesta a la Torá. Incluso las áreas que son compatibles con la Torá y son una revelación de la voluntad de Hashem como el caso de las matemáticas, la ciencia y el estudio de la naturaleza, no son más que secundarias respecto a la sabiduría de la Torá. Ellas son descripciones físicas del estadio sobre el cual la Torá se vuelve real en un mundo físico. Pero la verdadera escencia de la voluntad de Hashem El la reveló en la Torá.
La Torá, entonces, exige supremacía, pero esto mismo es lo que quería Grecia. Grecia quería que escribiéramos en el cuerno de un buey que no compartíamos nada con el D”s de Israel. Nosotros todavía seguimos atados a la batalla por lo que está en primer lugar, por lo que constituye el centro y la escencia de nuestras vidas. Janucá fue claramente la batalla por la supremacía de la Torá.
Junto con la supremacía de la Torá está la supremacía de la alegría de estudiarla. El Pajad Itzjak desarrolla esta idea en su sefer de Janucá. El explica que nosotros experimentamos todo por medio de nuestra conexión. Los ojos ven porque están conectados con el objeto que están viendo a través de ondas luminosas. El oido escucha a través de las ondas de sonido. De igual modo, él dice, el modo en que la mente se conecta con un tema específico es el disfrute. Hay una brajá especial de V’haarev Na, que se dice por la mañana y en la cual le pedimos a Hashem que haga disfrutable el estudio de la Torá.
Aquí reside una batalla para nuestros niños y estudiantes: ¿es la Torá su centro de satisfacción? ¿o esta proviene de otro lado?
Su noción sobre lo que es bello en la moda, en la música y en sus costumbres puede no provenir para nada de la Torá. Ellos pueden creer que la Torá es lo más importante para ellos pero ¿acaso sus elecciones reflejan esta supremacía?
Los estudiantes pueden preferir que no les impongamos reglas. Ellos malinterpretan lo que son las reglas. Temen que las reglas signifiquen que no tenemos confianza en ellos. No entienden que las reglas crean un orden y una estructura sobre la cual pueden construir con seguridad el resto de sus vidas.
Rav Simja Zissel de Kelm, zt”l, vio que un talmid saltaba por encima de una pequeña valla. A él le molestó ya que si uno puede saltar una valla que se puso para que uno se quede del otro lado, uno puede trasgredir también la Halajá.
Los estudiantes necesitan reglas y estructura, sin embargo yo no creo que nosotros los ganaremos a través de reglas. Debemos asegurarnos que tengan también satisfacción en su estudio, que él o ella sientan que son lo importante.
Una estudiante me contaba lo que sentía sobre la escuela; ella era una excelente alumna proveniente de un hogar fuerte y tenía la posibilidad de acceder a diferentes opciones.
Sabe, me dijo, en nuestra comunidad de Torá todos están construyendo puentes muy angostos para cruzar el oceano. El problema con los puentes angostos, prosiguió diciendo, es que mucha gente se va a caer. En la escuela de la que vengo a muchas chicas les pasó eso. Pero en esta escuela usted está construyendo un puente amplio, y aquí hay lugar para todos y todos pueden cruzar incluso más rapidamente.
El puente que yo creo que la alumna está describiendo es un puente suficientemente ancho como para comprender los intereses individuales, los valores individuales, la satisfacción individual en el descubrimiento de la Torá y la verdadera identidad de cada uno en la Torá.
El Rambam denomina a Janucá como una mitzvá javivá ad me’od, muy amada. Y es amada porque conecta al judío con lo amado en su estudio de la Torá. Para un judío que estudia con alegría según el camino que le es apto, el pasuk dice: “Aún cuando crezca no se apartará de él”.
¡Que todos proclamemos en esta Janucá al Ribonó Shel Olam: Kol maanyanei Baj, todo mi interés está en Ti!.

 

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