La Voz Judía


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Iamim Noraim
Una guía judía para viajar por el tiempoPensamientos sobre el Iom Hadin

Por Rabino Avi Shafran

Se lo podría considerar la cobertura de Rosh Hashaná. El elemento más escencial del sagrado comienzo del año judío –me estoy refiriendo a Iom Hadin, el Día del Juicio- es completamente oscuro en el texto de la Torá. Solo la mesorá nos informa acerca de ese aspecto elemental en el cual año a año nosotros focalizamos nuestras acciones, nuestra mente, nuestros corazones y nuestras tefilot.
La trama se vuelve más fina cuando nos damos cuenta de que esa cobertura se extiende más lejos aún –dado que la caracterización de Iom Tov en el pasuk de tiku bajodesh…(Tehilim, 81,4) identifica el tiempo en que nosotros “hacemos sonar el shofar (al comienzo) del mes como bakesseh- literalmente: “en la cobertura”.
Por cierto, la palabra puede significar “el tiempo prefijado”, que es su verdadero sentido en el pasuk. Pero raramente se utiliza de ese modo y Jazal subrayan especialmente que bakesseh se refiere a una “cobertura” más literal de Rosh Hashaná.
La luna –en marcado contraste con la situación, en otros Iamim Tovim –no está visible en la entrada del nuevo año judío, que por fuerza cae en el primer día del mes judío.
Las cosas se vuelven más extrañas aún a la luz de la tradición mística, atribuida al Zohar, que concibe a la aparente ausencia de la luna en Rosh Hashaná como la representación de la inhabilidad de satan para encontrar en los cielos a los “dos testigos” necesarios para testificar acerca de los pecados de Klal Israel.
El sol está allí , pero ¿y la luna?
No se puede encontrar en ningún lado.

24/7/….52

Un modo de comprender el significado de la ausencia de la luna en Rosh Hashaná podría ser la ponderación de que la luna es el reloj de Klal Israel.
Es bien sabido que Klal Israel se compara con la luna; al igual que la superficie lunar, recibe su luz del sol, y así es como nosotros recibimos nuestra iluminación espiritual de HaKadosh Baruj Hu; así como la luna se desvanece para volver a brillar, así también Klal Israel parece desaparecer para volver a brillar de nuevo; al igual que la luna es una pequeña luminaria (ma’or katan –Bereshit) los más ilustres personajes de nuestro pueblo se presentaron a sí mismos como pequeños y humildes. Así tambien, como una entidad nacional, Klal Israel brilla con más fuerza cuando “piensa en pequeño”.
Pero aún dejando de lado estas observaciones conceptuales, nuestra conexión con la luna es tan directa y real como nuestros calendarios. El ma’or hakatan es nuestro reloj.
Es la luna a quien miramos cuando tenemos que identificar nuestros meses del calendario judío, y si bien hoy en día funcionamos por el calendario perpetuo creado por Hillel (Hakatan, irónicamente), el mismo está basado en el ciclo lunar (ajustado en algunas ocasiones, como es el caso de las estaciones solares).

El TicTac…

El tiempo es algo verdaderamente atemorizante. Rashi señala que la palabra me’orot, en Bereshit, donde las luminarias celestiales son introducidas, se deletrea de una forma que hace que se pueda leer como me’eirot, aflicciones. El Kli Yakar comenta: “Porque todo lo que deviene de la influencia del tiempo está teñido de dolor”. Rabi Itzjak Hutner ztz”l, observa que existe un significado similar en el término memshelet empleado para referirse al sol y a la luna. Significa “someter”. En otras palabras, nosotros estamos esclavizados por el tiempo. El Rosh HaIeshivá también cita al Gaon de Vilna quien dice: en el Brit Bein Habesarim, la gueulá (redención) está caracterizada con términos de humanidad (“la cuarta generación”), en tanto que el shibud (la esclavitud) en Mitzraim (Egipto) se describe en términos de tiempo (“cuatrocientos años”).
Lo que resulta subyugante y atemorizador respecto del tiempo no es sólo que conduce a la entropía y la disolución, y que cada día que pasa nos deja “menos aire que respirar y nos acerca un día más a la muerte”, sino que está completamente fuera de nuestro control.
Nosotros podemos cambiar nuestra posición en el espacio – pasar de un lugar a otro y regresar al lugar de donde vinimos. Pero el tiempo para nosotros, los mortales, es para nuestra decepción, unidireccional; sus efectos son completamente, irremediablemente imposibles de cambiar y definitivos.
Sin embargo, nuestra mesorá nos enseña algo diferente. Existe un elemento en el cosmos, tal como nos enseñan Jazal, que nos permite viajar de regreso en el tiempo y cambiar realmente lo que ya ha sucedido. Ese elemento es la teshuvá, el arrepentimiento.

Tiempo para sanar…

Esa teshuvá nos permite viajar en el tiempo, y no se trata de una metáfora. Verdaderamente la teshuvá nos permite volver al pasado y cambiarlo.
¿De qué otra manera podría entenderse la declaración de Jazal que dice que los pecados cometidos conciente y premeditadamente son vencidos por una teshuvá meyirá (basada en el temor) y convertidos en pecados inintencionales?
Más sorprendente aún es que cuando la teshuvá es me’ahavá, producto del puro amor por Hashem, realmente convierte los pecados en “buenas intenciones”.
Consideren esta impresionante idea por un momento. En verdad, teshuvá me’ahavá es algo raro y formidable de conseguir. Pero sin embargo es una realidad posible, y si estuviera lejos de conseguirla, Jazal no se hubieran referido a ella. No se trata de “contrabalancear” el pecado; verdaderamente es una vuelta atrás en el tiempo y lo “reemplaza”. Cambia el pasado.
Y por eso, si alguien ha alcanzado un verdadero éxito como baal teshuvá en Rosh Hashaná, es posible que no haya ningún “testigo” de su pecados pasados; ellos ya no están ahí para ser vistos por ningún testigo.

Libres al fin!

Esta liberación de las cadenas del tiempo puede ser lo que subyace al tema de la libertad que es tan predominante en Rosh Hashaná. El nombre del mes con cuyos primeros días coincide es Tishrei, cuya raíz es shara, que en arameo significa “libertad”. El sonido del shofar, la mitzvá central de esos días, está asociado con la liberación de los esclavos en el Yovel (el año del Jubileo); en Rosh Hashaná nosotros leemos la historia de la liberación de Itzjak Avinu de la akeidá; y es el aniversario de la liberación de Iosef Hatazadik de la prisión egipcia.
También nosotros, si nos confrontamos y nos concentramos en nuestras vidas –si nos preparamos adecuadamente y entramos a un Rosh Hashaná en un estado de elevada sensitividad hacia nuestra necesidad de teshuvá, podremos liberarnos también a nosotros mismos de los aparentemente irrevocables límites del tiempo.
Y el propio cielo nos lo recuerda en Rosh Hashaná, por el hecho de que el “reloj” judío es invisible durante el día anual del din. Qué poderoso sería poder plasmar en la naturaleza misma del tiempo, que pese a su aparentemente inalterable dominación sobre nosotros, sutil y simbólicamente estuviera bajo nuestro control con sólo poner en juego la formidable fuerza de nuestra voluntad.

 

La tribuna Judía 54

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