La Voz Judía


La Voz Judía
La parasha semana a semana
Bejukotai - ¿Por Qué Suceden las Cosas?

En el comienzo de la parashá de esta semana se describe el fenómeno de “causa y efecto” en las acciones humanas.”Si sigues las leyes, entonces tendrás abundancia... pero si rompes el pacto, tendrás intranquilidad...”
La idea de que “las elecciones son significativas” es tan fundamental para el judaísmo, que se expresa en el primer versículo de la Biblia: “En el principio, Dios creó el cielo y la tierra”.
Ahora bien, hay dos formas de entender el origen de la vida: O es al azar, o fue diseñada.
¿Cuáles son las implicancias de este argumento?
Si el mundo es un accidente, entonces yo también lo soy. No hay ningún propósito en mi vida, no hay “conciencia” detrás de mi existencia. En un principio, cuando sólo había gases girando, ¿existía tal cosa como el bien y el mal? Evidentemente, no. ¿Existía el bien y el mal cuando se formó la primera ameba? Evidentemente, no.
En un mundo al azar, no hay jerarquía de valores. La vida humana no es más valiosa que la de un perro. ¿Debo salvar la vida de mi perro antes que la vida de un extraño? ¿Sería moralmente aceptable categorizar a un grupo de personas como “sub-humanos” y matarlos a todos?
Afortunadamente existe otro enfoque. Casi 4000 años atrás, un hombre llamado Abraham, hijo de un escultor de ídolos, meditó sobre las maravillas de la naturaleza. Observó como el sol marcaba el tiempo, producía calor, y evaporaba las aguas generando la lluvia. Él observo la simetría de una flor, la pureza del agua, el atractivo olor y color de una naranja con su capa protectora por fuera y su separación interna en gajos listos para ser separados. Él razonó: El mundo es perfecto en el diseño. La lógica dicta que debe haber un Diseñador.
Así Abraham se convirtió en el primer judío.

La Perfección del Alma
La perspectiva judía es que el mundo fue diseñado. Lo cual nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Por qué estamos aquí?
¡Estamos aquí por un motivo!
Antes de que una persona nazca, su alma - espiritual y eterna - vive en un “mundo de almas.” El alma está muy contenta allí, pasa sus días haciendo... bueno... típicas cosas de “almas” - como deleitarse bajo el resplandor de la luz espiritual de Dios, por ejemplo.
Pero entonces un día el alma siente que tocan su hombro y escucha una voz que dice: “Es el momento para que bajes al mundo físico, para que seas colocada en el cuerpo de un humano”. ¿Por qué ocurre esto? Debido a que el alma, hasta ahora imperfecta, necesita perfeccionarse a sí misma enfrentando retos y superándolos.
Estos retos se presentan en forma de eventos específicos que modifican nuestro comportamiento justamente en el área en que nuestra alma necesita un “tikun”, una rectificación. Estos eventos no son aleatorios, sino que son instructivos. Lo que significa que existe una profunda conexión entre el evento y el mensaje que contiene.
¿Cuál es la tarea de la vida? Descubrir tal conexión, y crecer a partir de ella.
Me gustaría compartir un ejemplo personal.
Asistí a una destacada universidad, y una de mis preciadas posesiones era una taza de café que llevaba la insignia de la institución. Años más tarde, trabajaba en una oficina y llevaba con orgullo mi taza cada día para tomar un café. Un día, una gran ráfaga de viento sopló a través de la ventana que estaba cerca de mi mesa. Mi taza cayó al suelo y se rompió en un centenar de piezas. Mi primer pensamiento fue: “Voy a llamar a mi antiguo compañero de cuarto para que me envíe una taza nueva”.
Pero entonces me esforcé en pensar algo mucho más profundo: ¿Por qué sucedió esto? ¿Acaso hay un mensaje para mi crecimiento espiritual?
A través de la introspección, me di cuenta de que todos los días, mientras paseaba con mi taza a través de la oficina, yo la sostenía con orgullo, con arrogancia, consciente de que yo era un poco mejor que todos los demás por haber asistido a aquella universidad. Ahora sabía por qué se rompió la taza. Necesitaba librarme de esta tonta arrogancia. Y tuvo que ocurrir esto para que yo tomara conciencia.
Sin embargo, a veces la relación no es tan evidente, y tenemos que trabajar duro para descubrirla. Incluso, es posible que no siempre la descubramos. Pero sea cual sea el resultado, una cosa es segura: ¡No hay nada que perder! El proceso de introspección necesariamente nos ayuda a entender y a crecer.
Lo cual me recuerda una historia:
Un hombre iba corriendo para alcanzar el autobús, pero llegó un segundo tarde, y vio como el autobús se alejaba. Abatido, se dirigió a un hombre que parecía sabio y le preguntó, “¡¿Por qué me ha sucedido esto a mí?!” “No lo sé”, respondió el hombre, “pero ahora tienes 15 minutos para pensarlo”.
Intensificando el Mensaje
Sólo podemos entender el mensaje en la medida en que nuestros ojos están abiertos para verlo.
También podemos optar por ignorar el mensaje .
Una vez estuve almorzando con un hombre que pesaba 200 kilos. Estábamos comiendo pizza tranquilamente, cuando de pronto, el hombre comenzó a atragantarse. Antes de que yo pudiera reaccionar, un tercer individuo saltó encima y le proporcionó una Maniobra de Heimlich. De su boca saltó un pedazo de masa del tamaño de una pelota de béisbol. ¿Y saben qué hizo este hombre robusto? Recogió con calma el trozo de masa, lo colocó en la basura, y siguió comiendo como si nada hubiera ocurrido.
Entonces, ¿qué ocurre si ignoramos un mensaje?Ignorar el mensaje no ayuda a que el problema desaparezca. Por el contrario, la llamada de alerta se hace cada vez más intensa. El Talmud explica que, inicialmente, las señales de alerta aparecerán en la casa de una persona. Si no presta atención, entonces las manchas se extenderán a su ropa. Si el mensaje no es recibido una vez más, las manchas aparecerán en su propio cuerpo.
Es un error tratar de cubrir las manchas. Ellas están allí por una razón y hay que enfrentarlas.
Un médico diría lo mismo: Si sientes un dolor, no lo ignores. ¡Busca un tratamiento!
¿Cómo termina la historia de mi amigo con sobrepeso? Unos meses más tarde, se resbaló sobre el hielo y se rompió la cadera. ¡Otro mensaje!, esta vez un poco más intenso. Cuando fui a visitarlo al hospital, dijo inocentemente, “Estoy pensando en hacer una dieta”.

 

La tribuna Judía 46

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