La Voz Judía


La Voz Judía
Paren el Siglo XXI
Por Shmuel Kaffe

Vivimos en un mundo que con vertiginosa velocidad se acerca cada día más al reinado de la máquina sobre el hombre. Las computadoras nos muestran en forma audiovisual los mensajes que debemos aprender, la forma en que debemos actuar y comportarnos, lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer, el rumbo a tomar, qué negocio elegir, qué paseo hacer.
¿Es acaso que todo está cambiando para bien o sencillamente nos queremos olvidar del rol que el ser humano juega en el universo?
Créanme, las máquinas hacen casi todo, pero ¿qué pasa cuando llegamos al banco para hacer alguna transacción y el cajero nos dice: “Perdone usted, pero ¿podría volver mañana? El sistema no funciona hoy”? ¿Qué pasa cuando por una falla en el semáforo de la calle principal, llegamos tarde al trabajo y luego, al llegar a la oficina recibimos el mensaje de una de las secretarias en el que nos informa que por fallas en el suministro de electricidad, las terminales no están entregando los datos correctos? ¿Y cuando el papel del fax se quedó trabado y los mensajes que el gerente tanto necesitaba no pudieron llegar a su escritorio a tiempo...?
Señoras y señores: ¡paren el tiempo! ¡Mi abuelo en Europa en la ciudad de Yaroshin vivía mucho más tranquilo! Lejos del ajetreo de la gran ciudad y sin los problemas del siglo XXI, vivía una vida sin turbulencias ni preocupaciones.
¿Somos acaso los mismos seres humanos que tienen que pensar cómo llevar a cabo las tareas diarias o somos robots que obedecemos órdenes y seguimos sin pensar por la senda del éxito, el materialismo y la vanidad? Corremos, corremos y corremos, pero ¿hacia dónde?
No me mal interpreten. Yo también estudié en la Universidad durante 6 años. Si quieren llamarlo de alguna manera soy un “Master”. ¿Un maestro? ¿En qué? A mi también me gusta el progreso, la buena comida, los buenos documentales, el vino... ¿para qué seguir? un miembro de la sociedad. Mi trabajo... las computadoras, mi fiel compañera; pero ¿qué me diferencia a mí de los demás?
Yo vengo de un mundo totalmente “secular”, o en otras palabras (para no entrar en problemas semánticos), nunca se me pasó por la mente buscar la razón de mi existencia como ser humano en el Planeta Tierra. Como si esto fuera poco, ¡mis padres son... judíos! ¿Acaso yo también lo soy? ¿Cómo se adquiere? ¿Qué se siente? ¿Se come? ¿Se puede comprar? ¿A quién se le pregunta?
¿Acaso tengo obligaciones con la sociedad, con mi familia, o conmigo mismo? ¿Para qué tengo que trabajar tan duramente? ¿Qué espera la sociedad de mi?
Estas son preguntas que nunca me hice. Dejé al mundo dando vueltas, siguiendo su curso y a mi ¿qué más me da?
¡Paren el siglo XXI, me quiero bajar! Quiero empezar a preguntar, quiero sentir que dentro de mí hay algo más que un estómago que me pide comida y bebida. Sí, porque sobre todo, creo que hay una diferencia entre los animales - que también comen - y yo. (Es extraño, los animales, incluso los más “sabios” entre ellos, tienen el cerebro a la altura de su aparato digestivo. ¿En qué pensaran...?).
Tratemos de contestar algunos puntos:
“Y formó D’os al ser humano - polvo de la tierra - insufló en su naríz un alma de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Bereshit - Génesis - 2:7).
Rashí, tal vez el más famoso comentarista de la Biblia dice:
“y fue el hombre un ser viviente: También los animales fueron llamados “ser viviente”, sin embargo, ésta (alma), la del hombre, es la más viviente de todas, puesto que se le agregó a él (al hombre), inteligencia y habla”.
¿De dónde se creó al hombre? Del polvo de la tierra. He aquí el lado material de él. Pero también le fue insuflada un alma viviente. Esta es la fuerza que le permite seguir viviendo y elevarse por sobre todas las creaciones. Sin el alma queda sólo lo material que se descompone rápidamente.
En hebreo, estudiando la raíz de cada palabra podemos aprender grandes cosas. En la lengua sagrada no existen los sinónimos (así como en el ser humano la lengua es única e interna). Cada palabra tiene un estricto sentido y quiero mostrarles un ejemplo.
En hebreo, la palabra pan se dice lejem y haljamá significa soldadura. Estas dos palabras tienen la misma raíz: L. J. M. ¿Qué relación tienen estas dos palabras? Podemos entender que la función del lejem es “soldar” el alma al cuerpo, el pan representa el alimento básico del ser humano.
Por otro lado, ¿qué palabra puede expresar el concepto de la muerte mejor que la palabra guerra? Ninguna. Bueno, guerra en hebreo se dice miljamá, nuevamente la misma raíz, que en este caso, quita la soldadura.
El hombre fue puesto en la tierra para cumplir un propósito, cada uno de nosotros tiene una función. Por supuesto, la mía no es como la tuya y la del otro, no es como la de su vecino. Cada cual tiene su propia misión, sin embargo, tenemos la necesidad de interactuar ayudándonos mutuamente a elevarnos por sobre lo material.
Al comienzo D’os creó un solo hombre y una sola mujer y los bendijo - a diferencia de todas las demás creaciones - diciéndoles: “fructifíquense, multiplíquense y llenen la tierra”. Nos fue entregada toda la tierra y como vimos, este es el elemento básico del cual venimos y al cual volveremos al ser enterrados.
Nuestros Sabios explican este ciclo mediante un hermoso ejemplo:
Si tomamos una semilla y la regamos, ésta crecerá hacia arriba con las raíces en la tierra hasta convertirse en un gran árbol. Mientras más se eleva, sus raíces se incertan más profundamente en la tierra. Lentamente este árbol comienza a dar frutos, éstos maduran y cuando llegan a su mejor punto de maduración el fruto cae sobre la tierra, se pudre y con el abono que se crea por su descomposición, la nueva semilla es nutrida y nuevamente hecha raíces en la tierra.
Así dicen Nuestros Sabios que es el hombre, después de que crece y madura llegando a su punto máximo de sabiduría, la fruta se marchita y su vida se acaba, terminando su cuerpo en la tierra y elevándose su alma hacia su Creador.
Sí. Mis padres son judíos y por supuesto yo también lo soy. No sólo por herencia, si así lo quieren llamar, sino porque me he dado cuenta del riquísimo legado que el judaísmo tiene para nosotros. Toda la Torá y el Talmud están llenos de enseñanzas de cómo convivir con nuestro prójimo. ¡Por supuesto, paro el siglo XXI! ¡Con mi familia, con mis amigos! Y obviamente conmigo mismo, porque si no estudiamos no tendremos qué enseñar.

 

La tribuna Judía 32

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