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La parasha semana a semana
Parasha Bamidbar

Por Rab. Iehuda Appel

De acuerdo con el Shulján Aruj (Oraj Jaim cap. 428:4), en la mayoría de los años, la parashat Bamidvar es leída en el shabat anterior a la fiesta de Shavuot, y los comentaristas han explicado la razón de esta regla diciendo que al fijar la lectura de parashat Bamidvar antes de la fiesta de Shavuot, los Sabios han querido hacer como una señal de buen presagio, separando entre parashat Bejukotai - donde aparecen las maldiciones destinadas a quienes se alejan de la palabra de D'os - y la fiesta de la entrega de la Torá.
Veamos el comienzo de nuestra parashá:
"Y habló D'os a Moshé en el desierto del Sinai - en la Tienda de Reunión - en el día primero del segundo mes, en el año segundo de su salida de la tierra de Egipto, diciendo: Censa a todas las personas de la congregación de los hijos de Israel…" (1:1-2).
Lingüísticamente, el primer versículo de nuestra parashá presenta una dificultad de entendimiento. En varias oportunidades, Nuestros Sabios - de bendita memoria, nos enseñaron que cuando en la Torá un relato comienza con la letra "vav" ("y" en español), éste no está totalmente desconectado de los relatos que le preceden en el texto bíblico, sino que viene de alguna manera a complementarlos (véase entre otros, Midrash Bereshit Rabá 12).
Sin embargo, en nuestro caso no está clara la relación existente entre nuestra parashá y el final de parashat Bejukotai, ya que allí el libro de Vaikrá concluye con las palabras: "Estos son los preceptos que ordenó D'os a Moshé para los hijos de Israel en el monte Sinai" (Levítico 27:34). ¿Y qué tienen en común estos dos relatos?
Esta pregunta tal vez nos está indicando que en este caso D'os no escribió en Su Sagrada Torá la letra "vav" para relacionar estos dos relatos entre sí, sino que su inclusión persigue otra finalidad: la de enseñarnos cuál es verdaderamente la esencia de toda la Torá. Rabí Itzjak Ben Rabí Iehudá Haleví (Francia, s. XIV) en su libro "Paanéaj Razá" nos ofrece una posible interpretación, basado en las palabras del Talmud que dice:
"Y dijo Rava: Al comienzo, [la Torá] es llamada por el Nombre del Santo - bendito es Él, pero al final es llamada por el nombre de él [del hombre], como está escrito: '…su deseo es la Torá de D'os y en su Torá meditará de día y de noche' (Tehilim -Salmos- 1:2)" (Avodá Zará 19a).
El Talmud nos enseña que antes de que el hombre estudie la Torá, ésta le pertenece a D'os, como está escrito: "su deseo…, es decir el deseo del hombre,…es la Torá de D'os". Pero después de que el hombre se preocupe en estudiar la Torá y entenderla, ella pasará a ser de ese hombre y le pertenecerá, como termina diciendo el versículo: "y en su Torá…, en la Torá del hombre,…meditará de día y de noche".
Nuestro autor encontró en este pasaje talmúdico, la respuesta a la pregunta que formulamos anteriormente. Él nos dice que el jumash Bamidvar no comienza con la letra "vav" para relacionar el comienzo de nuestra parashá con el final de la anterior, sino para completar el valor numérico de las iniciales de los cinco libros de la Torá, de manera tal que en total sumen 21, ya que el libro de Bereshit comienza con la letra "bet" que equivale a 2, los libros de Shemot, Vaikrá y Bamidvar comienzan con la letra "vav" cuyo valor numérico es 6, y por último, el libro de Devarim comienza con la letra "alef" que representa al número 1.
¿Por qué específicamente el número 21? El número 21 equivale al Nombre de D'os conformado por las letras "alef", "he", "iod" y "he", que es recordado en el versículo: "Vaiomer Elohim el Moshé Ehei-é asher Ehei-é… - Le dijo D'os a Moshé: Seré Quien Seré…" (Shemot -Éxodo- 3:14).
Y ahora podremos comprender en otro plano a qué se refirió el Talmud en el pasaje que recordamos anteriormente al decir: "Al comienzo, [la Torá] es llamada por el Nombre del Santo - bendito es Él…", ya que D'os firmó y selló el comienzo de los cinco libros de la Torá insertando en ellos de alguna manera Su Sagrado Nombre.
La Torá nos enseña claramente cuál es su esencia. Todo aquel que quiera alegar que la Torá es la obra de algún imaginativo y exitoso poeta o escritor, no está haciendo otra cosa más que desproveerla de su contenido Divino, y sin esa base no hay diferencia alguna entre ella y cualquier libro de historia.
De hecho existen muchas personas que solamente se interesan en la Torá cuando tratan de localizar algún lugar donde realizar excavaciones arqueológicas. Pero a pesar de que existe mucha información científica entremezclada entre sus líneas, sin ningún lugar a dudas, para los hombres que quieren encontrar en ella la fuente de la vida, la Torá no se distingue por toda la información de interés histórico que contiene, sino por su insondable sabiduría. Ellos encuentran en cada letra de la Torá la marca del Eterno que llena de contenido sus vidas mediante sus señales.
Por otro lado, si consideramos las letras finales de los cinco libros de la Torá, veremos que los libros de Bereshit y Shemot terminan con la letra "mem", el libro de Vaikrá con la "iod", Bamidvar con la "vav" y Devarim con la "lamed". Si ordenáramos estas cinco letras no en el orden de aparición de las mismas, podremos formar las palabras "maim lo", que significan: "agua es para él".
Evidentemente, esta señal tampoco es obra de la casualidad. Esta señal nos recuerda que Nuestros Sabios han comparado a la Torá con el agua, ya que así como generalmente nadie es dueño del agua y todos pueden tomarla de cualquier lugar como si fueran dueños de ella, asimismo todos pueden allegarse a la Torá y beber la frescura de sus enseñanzas, y sus palabras serán para la persona una posesión personal si la estudia como se debe.
Y a esto también se refirió el Talmud en el pasaje que recordamos anteriormente al decir: "…pero al final [la Torá] es llamada por el nombre de él [del hombre]", ya que el estudioso de la Torá se nutre a través de sus palabras, y sus enseñanzas pasan a formar parte de su naturaleza, así como el agua es el elemento que aparece en mayor porcentaje, entre todos los componentes del cuerpo humano.
Y esta insinuación - agrega Rabí Itzjak Katz (s. XVII) - surge justamente del final de los cinco libros de la Torá, para enseñarnos que solamente al final del camino, el honor de la Torá vendrá hacia el hombre que la estudie y la adopte para su vida.

 

La tribuna Judia 26

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