La Voz Judía


La Voz Judía
Parábolas de Pesaj - Deseos y Necesidades
Por Rabino Mordejai Kamenetzky

La palabra Seder significa orden. Salta a la vista que la noche del Seder, Leil Ha Seder, presenta claramente oportunidades para ubicar en orden nuestras prioridades.
Nosotros nos sentamos en torno a una mesa bellamente preparada, adornada con todos los símbolos de nuestra herencia que brillan ante aquello que representa nuestro legado personal: nuestra familia.
Los mensajes del Seder que son de gratitud, de buenos propósitos, de premios y castigos, de emuná, de fe a través de los tiempos más difíciles, son temas que debemos transmitir a nuestros familiares en esta, la más preciada de todas las noches.
Pero hay muchos otros valores y conceptos incorporados a todo lo largo de la Hagadá. Nuestra tarea consiste en extraerlos, embellecerlos y transmitirlos también, posibilitando de ese modo que esas lecciones se vuelvan instrucciones imperecederas para el futuro de nuestros hijos.
Uno de los primeros párrafos de la Hagadá está escrito en arameo. El mismo se conoce como Ha Lajmá Aniyá, que significa Este es el Pan de la Aflicción. Está escrito en arameo, la lengua de la antigua Babilonia, y la lengua contemporánea de algunas sectas del norte de Irak. Dicho párrafo era dicho en la lengua del pueblo y contiene la siguiente invitación para aquellos que se incorporarán a los festejos: Aquel que esté hambriento, que venga y que coma. Aquel que tenga necesidades, que venga y participe del Pesaj.
¿Cuál es la diferencia entre alguien que “tiene hambre” y alguien que “tiene necesidades”? ¿Acaso aquel que tiene hambre no está también pasando necesidades?
Hace algunos años, en una tarde calurosa de Agosto, yo estaba parado en una fila frente a un kiosco de Nueva York, cuando un hombre que parecía estar desesperado intentó ponerse delante de mí en la fila. El estaba apurado, y en su cara se notaba que estaba furioso por algún motivo; como si estuviera evaluando sus prioridades entre efectuar la compra que estaba desesperado por hacer, y algún hecho catastrófico que podía llegar a ocurrir frente al local (aproximadamente a un metro). Su voz, que dejaba traslucir la urgencia que tenía tanto por realizar la compra como por volver rápidamente a su rutina diaria fuera del negocio me hizo tomar la decisión de postergar por unos instantes mi compra de un paquete de papas fritas y una gaseosa. De modo tal que fui condescendiente con su extremado apuro.
El apenas si notó mi presencia, dejó de lado mi bello gesto, y se lanzó hacia el vendedor. Puso un billete de cinco dólares sobre el mostrador y pidió: “Necesito un paquete de cigarrillos Marlboro. Rápido”. Luego agregó: “Y también quiero una botella de agua, me estoy muriendo de sed”.
“Señor”, le dije, mirando a ese sujeto a los ojos mientras él volvía su cabeza hacia el único neoyorquino que no tenía temor de iniciar una conversación con un hombre desesperado. “Usted está cometiendo un error”, agregué. El hombre pareció perturbado, tanto por mi arrogancia como por mi capacidad física para enmendar su pedido de compra. Yo no dejé que me respondiera y continué diciendo: “Usted está equivocado. Usted no necesita un paquete de cigarrillos, y quiere un poco de agua. Usted necesita un poco de agua y quiere un paquete de Marlboros”.
La propuesta que hacemos a nuestros invitados es muy clara: “Si usted tiene hambre, venga y coma. Pero no es comida lo que usted realmente necesita. Las necesidades son nuestro combustible espiritual. Nosotros queremos comida. Pero nosotros necesitamos tomar parte en una comida de Pesaj”. Es posible que querramos una buena comida, pero lo que necesitamos es espiritualidad.
Nosotros debemos aprovechar esta noche para enseñarles a nuestros hijos las diferencias entre lo que necesitamos y lo que queremos. Nosotros no necesitamos la computadora de última generación, ni la última edición de CD; en verdad, nosotros queremos estas cosas.
Cuando nosotros explicamos lo que son realmente las necesidades de la vida, y cuando transmitimos nuestro mensaje a nuestros hijos y a nuestros invitados, estamos también reafirmando esos valores para nosotros mismos.
De este modo nos aseguramos de que el Seder que ha sido parte de nuestra historia durante los últimos 3.000 años va a proseguir hasta que el tema de la Gueulá nos haga centrar en la redención definitiva, que será cuando todos los judíos vivan en paz.

*Rabi Mordejai Kamenetzky es Rosh Ieshivá de la Ieshivá Torat Jaim en South Shore, y es autor de la serie Parashá Parables.

 

La tribuna Judia 24

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