La Voz Judía


La Voz Judía
La Tumba de Rajel:
El alma del pueblo judío

El 11 de Jeshvan, que correspondió este año al 29 de Octubre, hemos recordado el Iorzait de Rejel Imeinu (nuestra madre Rajel).
Durante 19 años (desde 1948 hasta 1967), estuvo prohibido el acceso a la Tumba de Rajel (Kever Rajel) para el pueblo judío.
Desde su liberación, durante la Guerra de los Seis Días, miles de personas han podido llegar hasta Kever Rajel, y purificar sus corazones en ese lugar sagrado cercano a Betlehem, donde nuestro padre Iaacov enterró a Rajel.
Debo mencionar aquí una experiencia personal que tuve el día viernes, durante la Guerra de los Seis Días, cuando fui por primera vez a Kever Rajel, después de los 19 años en que había estado cortado el acceso a ese sitio. La puerta no se había abierto aún, pero finalmente pude encontrar al guardia que estaba apostado cuidando el lugar del Kever Rajel, y él me abrió permitiéndome ingresar. Yo tomé un trozo de papel y escribí las palabras “Kan Kever Rajel” (Aquí está la Tumba de Rajel). Mis manos temblaban mientras yo ponía esta señal en la puerta. Fue un momento muy emotivo.
El reconocido Tzadik, Reb Arie Levin, zt”l, estaba conmigo en ese momento, y juntos entramos corriendo a Kever Rajel mientras gemíamos: “Madre Rajel, Madre Rajel”. Mientras gritábamos llorando “Madre Rajel”, el Gran Gaon, Mirrer Rosh Haieshivá, Reb Jaim Shmulevitz, zt”l, entró llorando, como en medio de una histeria, y dijo: “Le fue dicho a Rajel (En el Libro de Jeremías), min’i kolej mibeji ve’einaij midim’á, ki iesh sjar lepeulatej”. “Evita el llanto de tu voz y las lágrimas de tus ojos porque hay una recompensa a tus acciones”. El dijo: “Madre Rajel, Madre Rajel, tu llanto es el que nos trajo de regreso hacia tí. Continúa llorando. Nosotros precisamos de tus lágrimas”.
Sin embargo, con la firma del Acuerdo de Oslo, el control de seguridad sobre Kever Rajel debió ser transferido a la Autoridad Palestina.
En aquellos momentos, cuando yo escuché temprano a la mañana por radio que el Primer Ministro Rabin había aceptado esa decisión de trasferir el control sobre Kever Rajel a los palestinos, yo decidí que no iba a permitir que eso ocurriera sin tratar de hacer algo. Yo llamé al Sr. Rabin y le pregunté si podía ser posible que me recibiera para hablar con él en forma personal. El aceptó tener conmigo una reunión de mañana, temprano, a las 8.15 hs.
Durante la reunión me acerqué al Primer Ministro Rabin y comencé a llorar, derramando lágrimas copiosamente, mientras le preguntaba: “¿Cómo puede usted aceptar desprenderse de Madre Rajel, la madre de todo el pueblo de Israel? El pueblo judío nunca lo perdonará por esto”.
El Sr. Rabin me respondió: “Rabi Porush, tranquilícese. ¿En verdad esto lo afecta tanto?”.
Yo le respondí: “¿Cómo puedo tranquilizarme? Kever Rajel es nuestra alma”.
Mis lágrimas eran cada vez más. Yo me di cuenta de que no podía controlarme a mí mismo, por lo tanto decidí terminar nuestro encuentro.
Entonces me dirigí al despacho del Sr. Eitan Haber, Director de la Oficina del Primer Minstro, para calmarme. Mientras me estaba yendo de su despacho, me soprendió que el secretario del Sr. Rabin viniera a saludarme. El me dijo que tenía algo para decirme que me haría sentir bien. Me dijo que apenas me había retirado del despacho del Sr. Rabin, el Sr. Rabin había cumplido con lo que yo le había pedido y había dado instrucciones para no entregar a los palestinos Kever Rajel.
Por supuesto que me sentí más que feliz. Sentí como un gran logro que mi pedido al Primer Ministro hubiera tenido éxito.
No hay palabras para describir el enorme entusiasmo que sintieron muchas personas, incluído el miembro de la Kneset Janan Porat, ante la decisión del Primer Ministro Rabin de aceptar mi pedido.
Este año, al igual que en todos estos años desde la Guerra de los Seis Días, la gente vino masivamente a rezar ante la Tumba de Rajel, en el Aniversario de su fallecimiento, el día 11 del mes Jeshvan.
En esta oportunidad fue una gran multitud, formada por muchas decenas de miles de personas, los que vinieron a purificar sus corazones ante Kever Rajel.
Y nosotros rezamos: “Madre Rajel, Madre Rajel; está escrito: contén tus lágrimas. Pero nosotros decimos: No evites llorar. Nosotros necesitamos tu llanto y necesitamos tu ayuda.”

 

La tribuna Judia 17

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