La Voz Judía


La Voz Judía
La parasha semana a semana
Parashat Vaielej

Por Rab. Iehuda Appel

El judaísmo siempre ha entendido que el futuro de un pueblo es tan grande como los valores que inculca a su juventud. De acuerdo a esto, la Torá no ordena a individuos estudiar Torá, sino que nos ordena a nosotros “enseñar Torá a nuestros hijos”. Un fascinante Midrash dice que cuando el Mashiaj llegue, todos saldrán a su encuentro - con excepción de los niños en la escuelas que se quedarán en sus clases estudiando Torá!
Quizás esto explica la ausencia de televisión en muchas casas religiosas. Se siente que la posible ganancia de mirar programas educacionales es más que contrarrestada por el hecho de estar expuestos a programas menos sabrosos. ¿Por qué exponer a un niño a la impureza mientras tratamos de inculcarle valores de santidad?! Más aún, incluso en circunstancias en las cuales los programas son beneficiosos, frecuentemente esas horas podrían ser mejor aprovechadas mediante la lectura.
Este tema de la educación juega un rol en la porción de esta semana, Vaiélej. Un tema central desarrollado en la parashá es la observancia del Hakhel (literalmente “reunión”). Una vez cada siete años durante la era del Templo Sagrado, todo hombre, mujer y niño judío era ordenado ascender a Jerusalem. Allí, el rey leía secciones de Deuteronomio enfocándose en el pacto entre D’os y el pueblo judío. El propósito de esto, explica la Torá, era que el pueblo escuche “para que aprendan, y teman a D’os”.

Es interesante ver, que el siguiente versículo específicamente resalta a los niños pequeños, diciendo: “Y los niños que no saben - ellos deberán escuchar y aprender a temer a D’os”. ¿Qué beneficio posible puede existir en llevarse con uno a “los niños que no saben”? No es porque los padres no tenían la alternativa de dejarlos a cuidado de alguien, sino que la Torá muestra claramente que la presencia de los niños en la ceremonia del Hakhel provocará que ellos “aprendan a temer a D’os”.
El Sefat Emet, un gran maestro jasídico del último siglo, ofrece varias razones para este mandamiento:

Primero, él sugiere que un reconocimiento consciente no es la única forma en la que los seres humanos aprenden cosas. A pesar de que un infante no puede entender conscientemente lo que se está diciendo en la ceremonia del Hakhel, su alma puede ser muy influenciada.

Más aún, el Sefat Emet nota, que cuando el niño crezca tendrá una apreciación más grande por la importancia del estudio de Torá, sabiendo que sus padres lo cargaron muchas kilómetros sólo para que él escuche al rey leer de la Torá! La experiencia demuestra esto: muchos de los grandes eruditos de la Torá venían de casas pobres, donde los padres sacrificaban necesidades básicas en función de que sus hijos reciban la mejor educación de Torá.

En resumen, no es lo que nosotros damos a nuestros hijos, sino los sacrificios que hacemos por ellos - particularmente en el área de la educación - lo que realmente cuenta

 

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